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La mala suerte que ha perseguido a Esperanza Roy

Esperanza Roy, viuda de Javier Aguirre, ha tenido una excelente carrera profesional pero no tanta suerte con su vida sentimental.

Esperanza Roy, viuda de Javier Aguirre, ha tenido una excelente carrera profesional pero no tanta suerte con su vida sentimental.
Esperanza Roy | Gtres

Esperanza Roy ha sido una de las artistas más completas que ha dado la farándula en España. Si escribimos en pasado se debe a su retirada hace diez años, cuando contaba con setenta y cinco. En su biografía se cuentan éxitos muy importantes, pero en el plano sentimental no ha tenido la misma suerte. Así me confesaba ella misma en un arranque de sinceridad, que ha sido una de sus mejores cualidades siempre: "Yo he amado mucho, he sufrido, he luchado mucho... Esas tres cosas son los condicionamientos de mi vida". Perdió a su primer gran amor hace ya bastante tiempo y ahora acaba de enviudar del que fue su esposo, el guionista y director cinematográfico Javier Aguirre.

Bailarina, vedette de revista, actriz de cine y teatro, pasó por la compañía de Nati Mistral y en 1968 hizo su debut en la pantalla con un notable filme de Francisco Regueiro, considerado como "maldito" entre la crítica, "Si volvemos a vernos". En sus mejores momentos en el género revisteril conoció a un hombre que la volvió loca de amor. Ella se entregó a él con toda la pasión que pudo, pasando por alto que se trataba de un peligroso delincuente, que tuvo diversos problemas con la justicia y visitó los calabozos de la Dirección General de Seguridad. Moriría en trágicas circunstancias tras salvarse algunas veces de condenas por la intervención de su padre, Manuel Lozano Sevilla, crítico taurino y taquígrafo de Francisco Franco en El Pardo. Poco pudo hacer su progenitor para hacerle entrar en razones: Manuel Lozano Trotonda era un golfo. Y su amante, Esperanza Roy, vivía los vientos por él a cada instante. Ella me confesó lo siguiente, en otro alarde sincero: "Estuve diez años con un hombre que, aunque no era mi marido, yo lo tenía como tal. Sin estar casados, me parecía que lo estábamos. Cuando murió, para mí era como empezar de nuevo. Fue muy duro..."

Esperanza Roy se refugió en su trabajo. Rodando un par de películas de escaso fuste, El insólito embarazo de los Martínez y Ligeramente viudas, hizo buenas migas con el director, un bilbaíno llamado Jesús Aguirre, que había empezado su profesión con muchas ínfulas y grandes esperanzas por su afán innovador. Y aunque dejó muestras de su talento hubo finalmente que adaptarse a las circunstancias, si es que quería comer todos los días. Esperanza Roy y Jesús Aguirre rodaron juntos ocho filmes, de los que destacan un par de ellos: Vida/perra y Carne apaleada. De gran crudeza ambos, sirvieron para demostrar la valía que como actriz dramática destacaba la madrileña, muy alejada de sus trabajos frívolos en la revista musical, donde desde luego mostraba su imponente físico y sus facultades para la danza, no tanto como cantante, que era su punto flaco.

Javier Aguirre, cuando conoció a Esperanza Roy mediados los años 70 y se fue a vivir con ella, estaba casado con otra actriz, Enriqueta Carballeira, desde 1966, con quien tuvo tres hijos. No estaba aún permitido el divorcio así es que funcionaba aquello del "¡ahí te quedas!". Entrevisté a Esperanza en las inmediaciones de la estación de Atocha, en el antiguo Hospital Provincial de Madrid, una de las jornadas del rodaje de Carne apaleada. Para entonces, año 1976, ya llevaba año y medio conviviendo con Javier Aguirre: "Estoy muy equilibrada a su lado, me ha aportado muchas cosas intelectualmente, no sé cuánto durará lo nuestro pero con la madurez que he adquirido una ya sabe lo que quiere. Una mujer como yo que ya haya cumplido los cuarenta, sabe de sobra que el amor apasionado como yo tuve, no es lo suficiente para ser feliz. Y yo lo soy ahora. A veces son necesarias experiencias difíciles, desagradables como las que nosotros hemos tenido, cada uno por su lado, para comprender lo que en verdad puede hacernos dichosos".

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Con Javier Aguirre | Gtres

Era consciente Esperanza Roy de que su compañero seguía siendo oficialmente esposo de la actriz Enriqueta Carballeira. Y lo que hizo fue hablar con ella: "Estuvimos de acuerdo en que era superfluo gastarse dinero y tiempo para tramitar la separación y el divorcio, cuando lo autorizaran. Y comprendió que dado que era irreversible que ella hubiera roto con Javier y yo estuviera viviendo con él, lo mejor era que lo aceptáramos civilizadamente. Nos veíamos de vez en cuando, hablábamos como si nada entre nosotras existiera en cuanto a rivalidad y enfado y Javier veía periódicamente a sus hijos". A poco de publicar aquellas declaraciones de Esperanza Roy recibí una airada carta de Javier Aguirre, en la que me pedía insertar lo antes posible una rectificación. No podía considerarse así legalmente, puesto que lo aparecido respondía fielmente a las palabras recogidas de boca de su compañera. Mas Aguirre decía en su texto que no tenía nada que ver "con esa señora". Así calificaba a quien entonces era su amante. Se lo conté a Esperanza, no le dio importancia al asunto pero a mí me pareció que el comportamiento de aquel realizador vasco distaba mucho de ser consecuente. Ignoré su nombre. Hasta hoy, donde recojo la fecha de su óbito acaecida el pasado 4 de diciembre de 2019.

Esperanza Roy vivió junto a ese señor cuarenta y cinco años y a él dedicó su mayor entrega cuando ella se había retirado tras representar su última función, Tórtolas, crepúsculo y telón, de Francisco Nieva, en 2010. Desde entonces ha vivido tranquilamente, sin asistir prácticamente a ningún acto social. Sólo el 21 de noviembre acudió a la sede de la Academia de Cine donde recibió una Medalla de Honor por toda su carrera. Su marido, que iba a ser galardonado con otra, ya muy enfermo, no pudo hacer acto de presencia. Lamento la soledad que padece ahora la gran actriz, pues es una mujer muy querida en la profesión, respetada y admirada asimismo por los periodistas que la hemos tratado, con un sentido del humor extraordinario, como en aquellas ocasiones en las que imitaba a la gran Celia Gámez. Merece más que nunca que sigamos recordando a Esperanza Roy.

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