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La nefasta relación de Nancy Sinatra con sus madrastras (y la portada de 'Playboy' que destruyó a su padre)

Nancy Sinatra, la hija de La Voz, nunca quiso a sus madrastras.

Nancy Sinatra, la hija de La Voz, nunca quiso a sus madrastras.
Nancy Sinatra. | Cordon Press

El nombre de Nancy Sinatra, la primogénita de los tres hijos de La Voz, se hallaba olvidado cuando ahora cobra actualidad al editarse el álbum "Start Walkin’ 1965-1976" donde aparece una selección de sus mejores creaciones, sólo que en esta ocasión compartidas con intérpretes más jóvenes, amigos suyos, como U2, Morrisey, líder de The Smits y otros menos conocidos entre nosotros.

Nancy Sinatra tuvo una carrera musical interesante en ese periodo que acoge las canciones de ese disco. Se casó dos veces, y si la primera fue un fracaso, la segunda le deparó felicidad, dos hijos pero con el dolor de perder a su marido, enfermo de cáncer. Desde entonces no se le conocieron otros amores. Cumple ochenta y un años este 8 de junio y vive tranquilamente de sus recuerdos, el cariño de sus descendientes, y su afición a la pintura, que le ha reportado satisfacciones cuando ha expuesto sus cuadros.

Nacida en Nueva Jersey el 8 de junio de 1940 Nancy Sinatra creció con el cariño de sus padres, hacia los que tuvo siempre abnegación y atenciones. La fascinación que siempre ejerció su padre para ella y sus consejos la llevaron a dedicarse tempranamente a la música, estudiando piano durante once años, ocho de danza y cinco de arte dramático. Esa preparación le serviría para cuando decidió hacerse profesional.

Siempre estuvo protegida por Frank Sinatra, su padre. Con quien en 1960 participó en una de sus giras. Y con quien grabó dos canciones a dúo que aún se recuerdan y son los títulos que marcaron su desigual carrera musical: "Estas botas son para caminar" y "Something Stupid". Ambas alcanzaron los primeros lugares de las listas de éxitos de todo el mundo, partiendo de las de "Billboard" en los Estados Unidos. Los directivos de la casa discográfica de Frankie no vaticinaban éxito alguno a "Something Stupid", pensando que el público no aceptaría una declaración de amor… interpretada entre un padre y una hija. Se equivocaron.

Nancy Sinatra tenía una voz acariciante, no muy elevada, pero sensual, que significó un aire nuevo para el pop femenino norteamericano. Se presentaba luciendo llamativas minifaldas. Con un rostro atractivo de cabellos rubios y sugestiva sonrisa.

También registró otro dueto con Frank para la banda sonora de la película "Sólo se vive dos veces", de la serie de James Bond. Y la melodía "Downtown", que fue una creación de la inglesa Pétula Clark. En solitario también gustó su versión de "Bang-Bang", un antiguo éxito de Cher. Como actriz, su papel más destacado lo hizo al lado de Elvis Presley en Speedway, año 1968.

Claro está que su dimensión artística la encauzó en los Estados Unidos, con frecuentes apariciones en los hoteles de Las Vegas, en tanto en Europa se le resistió más el triunfo, sin ser desde luego una desconocida, pues el apellido Sinatra siempre le servía como acicate publicitario. Su estilo desenfadado era correspondido asimismo con un espíritu de mujer avanzada, feminista, cuando defender los derechos de su sexo no eran tan contundentes como en la actualidad. No llegó desde luego a la rebeldía de otras jóvenes más significadas en los tiempos de las comunas de San Francisco y la guerra de la Vietnam. Digamos que su vida entonces deambuló entre su educación de buena hija en un hogar católico y la de quien pugnaba por ser independiente y no seguir del todo las directrices de sus mayores.

A los diecinueve años se quedó embarazada y su madre la llevó a un centro donde abortó. En el clan Sinatra tal cuestión siempre se llevó con la mayor discreción. Existía el antecedente de su abuela, la madre de Frank, de la que se aseguraba practicó abortos clandestinamente; feo asunto que el cantante quiso siempre que no se supiera, sin poder evitar que apareciera una biografía donde aquel secreto quedó desvelado, con enorme disgusto para aquél.

Nancy se propuso defender a su progenitor a toda costa, de ahí que publicara también otra biografía paterna, Frank Sinatra, my father, desmintiendo lo dicho anteriormente, pero sin que la opinión pública americana creyera su versión. Quiso contar con los testimonios de personajes que trataron a Frank Sinatra llevándose una gran decepción al comprobar que ni Ava Gardner ni tampoco Jacqueline Kennedy quisieron contestarle.

Nancy Sinatra quería también mucho a su madre, que se llamaba como ella. El divorcio de sus padres le sorprendió siendo muy niña. Las tres esposas que tuvo después Frank, Ava Gardner, Mía Farrow y Bárbara Marx fueron desagradables para Nancy. Hacia ninguna de ellas mostró afecto alguno. Probablemente la que más desdeñó fue la última, que había estado casada con Groucho Marx. Al enterarse que su padre le regaló varios millones de dólares en metálico se encolerizó ante éste, quien le hizo ver que quería a su mujer y deseaba hacerla feliz. Bárbara se llevó a la muerte de Frank Sinatra gran parte de sus posesiones en el testamento. No obstante, Frank siempre fue en vida muy generoso con Nancy, Frank Jr. Y Tina, sus tres hijos, quienes recibieron, amén de infinidad de regalos durante toda su vida y frecuentes ayudas económicas, un millón de dólares cada uno de un fondo fiduciario creado por el cantante en 1983.

Nancy tuvo un primer matrimonio con Tommy Sands en 1960, que dedicado al mundo del espectáculo pasó a ser agente inmobiliario cuando se divorciaron en 1965. Luego de esa desafortunada unión, Nancy contrajo segundos esponsales con el productor Hugh Lambert, con quien tuvo dos hijas, Amanda y Ángela. La boda sucedió en 1970. Quince años más tarde su marido, como contamos al principio, falleció con cincuenta y un años de un cáncer de garganta.

Al principio de ese segundo matrimonio, Nancy pasó por ciertos problemas económicos. Tenía que ocuparse de sus dos retoños, su esposo no ganaba lo suficiente y ella, que en ambos embarazos tuvo que interrumpir sus contratos como cantante, tuvo que tragarse el orgullo y pedir dinero prestado, pero no a su padre, sino a su madre con quien en ese trance debió tener más confianza. Nancy no regresó a los escenarios hasta que sus dos hijas comenzaron a crecer sin problemas y a ir a la escuela. Ese parón como cantante le pasó factura para recobrar la popularidad que hasta entonces había obtenido.

Como quiera que el descenso de popularidad de Nancy Sinatra fue decayendo a partir de la década de los 80, aceptó la propuesta de Hugh Hefner para que apareciera en su revista Playboy en el verano de 1990. Desnuda, ocupando portada, el póster de sus páginas centrales y varias de ellas. Ni que decir que a Frank Sinatra le sentó como un tiro la decisión de su hija favorita y no quiso saber nada de aquella revista, que ni quiso hojear. En el contrato, a Nancy le ofrecieron cincuenta mil dólares, pero ella pidió 75.000. Ignoramos lo que cobró, exactamente. No era mala cifra la primera.

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Nancy en la portada de la revista | Playboy

Las imágenes en pelota picada no significaron mucho en la posterior carrera de Nancy Sinatra, quien poco a poco fue olvidándose de los escenarios, o ellos y sus empresarios se olvidaron de ella, que viene a ser lo mismo. No deja de ser un sarcasmo que años más tarde, ya retirada, cuando le preguntaron en cierta ocasión qué opinaba de las nuevas artistas pop que cultivaban el erotismo, como Miley Cirus, Rihanna y Beyoncé, entre otras, Nancy Sinatra respondió que no le gustaban.

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