La anécdota revelada por la periodista Beatriz Cortázar en esRadio sobre el teléfono de Ramiro Oliveros y cómo acabó en el féretro de su esposa, Concha Márquez Piquer, da aún para un segundo episodio.
Tal y como contó Cortázar en Es la mañana de Federico, la anécdota de cómo el móvil del actor acabó en el féretro de su esposa ha quedado retratada, literalmente, por otro teléfono móvil.
"Concha murió en la Quirón, en Pozuelo, y deciden velarla en su casa de Somosaguas y no en el tanatorio. Se llevan a Concha, y la velaron mucho, y Ramiro sin separarse de ella. Muchas veces la dio abrazos y se despidió de ella", contó Cortázar.
Después de reflexionar sobre cómo pudo ocurrir, el propio Ramiro contó a la periodista que "ya al final, tras estar todo el día anterior y el presente, llegó el horrible momento de cerrar el féretro y despedirse. Y en ese momento Ramiro le dijo a su hija Iris que le iba a dar a su mujer el último beso, y que le hiciera una fotografía".
Ramiro se acercó a su esposa y le dio el último beso, y a continuación se cerró el féretro y se llevaron a Concha de la casa de Somosaguas. "Al cabo del tiempo se dan cuenta del teléfono que no aparece. Le dice Ramiro a Iris que debió darle el teléfono a ella para hacer la foto, pero ella lo hizo con su cámara".
El remate lo contó el propio Ramiro: "Se ponen a mirar la cámara de Iris y aparece retratado el momento en el que Ramiro se despide de su mujer y se ve el teléfono que cae. Hay una prueba documental. Y a Concha le quedó el teléfono en la oreja, porque no había más sitio", dijo Cortázar sobre este escatológico pero entrañable y humorístico remate a la anécdota.