Menú

Rafael Ruiz, de Los del Río, y el hijo secreto que le está causando problemas

Los del Río llevan 60 años cantando. Pero a Rafael Ruiz una cuestión familiar le está generando problemas.

Los del Río llevan 60 años cantando. Pero a Rafael Ruiz una cuestión familiar le está generando problemas.
Rafael Ruiz, a la derecha | Gtres

Forman Antonio Romero Monge y Rafael Ruiz Perdigones una pareja artística, Los del Río, tan unida, que cumplen sesenta años desde su debut cuando, adolescentes, comenzaron a actuar en bodas y bautizos cantando rumbas y sevillanas. Antonio es de Alcalá de Guadaíra y tiene un año menos que Rafael, éste natural de Dos Hermanas. Es en esta última localidad sevillana donde viven, muy cercas las familias, con cuatro hijos cada uno. Con lo que han ganado con "Macarena" podrían haberse ido a vivir a cualquier paraíso turístico, pero están aferrados a su tierra, son de carácter modesto y, aunque cada uno se han hecho construir unos confortables chalés, no presumen de millonarios. Se les supone a cada uno la fortuna de sesenta millones. Como para preocuparse si suben las tarifas eléctricas o el suministro del gas.

Ambos tienen un carácter diferente, aunque en público parezcan muy unidos: que lo están en sus actuaciones. Antonio da la sensación siempre de ser más extrovertido, en tanto Rafael, todo lo contrario. Pasaron malos ratos, hambre incluida, cuando dejaron sus oficios y empezaron en Madrid a ganarse la vida en "tablaos" flamencos y en fiestas privadas. Eran en la primera mitad de los años 60 artistas de relleno en "Las Brujas", "El Corral de la Morería", "Torres Bermejas"… Los hermanos Carlos y Fernando Falcó, marqueses respectivamente de Griñón y de Cubas, les facilitaron actuaciones para fiestas privadas de la "jet set". De esa época fue la canción que Los del Río compusieron para Chabely, la hija de Isabel Preysler y Julio Iglesias, poco antes claro está de que "la reina de corazones" matrimoniara con el marqués antes citado. El caso es que aquel dúo sevillano alegraba con sus rumbas y sevillanas aquellas fiestas mundanas. No cobraban mucho. Iban tirando. Lo suficiente para enviar dinero a sus familias.

Aquellas actuaciones para aristócratas cristalizaron en una muy especial en el palacio de la Zarzuela, donde estaban los Reyes, el presidente del Gobierno, ministros… Unos espectadores poco comunes para otros artistas rumberos. Aprovecharon la ocasión para acercarse a quien los había contratado: "¿Con quién tendríamos que hablar para que pudiéramos actuar en televisión?". Les sugirieron que Adolfo Suárez sería el indicado. Pero más directo les sería decírselo a don Juan Carlos. Y sin protocolo alguno se acercaron a él demandando una oportunidad ante las cámaras. A los tres días Los del Río eran convocados en Prado del Rey para actuar en un programa musical, cuyo presentador, José Luís Uribarri, cuidó al máximo al dúo sevillano. Órdenes son órdenes. El caso es que iniciaron una escalada afortunada; grabaron su primer disco. Poco a poco, ya decididos a ser cantantes y compositores profesionales, fueron siendo contratados fuera de la órbita sevillana, que es donde anteriormente solían ganarse las habichuelas de manera precaria.

Entre discos, actuaciones en directo y presencia habitual en programas televisivos Los del Río fueron manteniendo un nivel artístico destacado que les permitían sostener económicamente a sus dos familias. Viajaban mucho, pero ellos volvían siempre a Dos Hermanas: allí tenían, y tienen, su hogar, sus hijos, ahora también nietos. Una piña que nunca han querido romper por nada del mundo.

En 1993 su ascenso económico y musical daría un cambio jamás imaginado por Antonio y Rafael. Y es que estando en una fiesta organizada en Caracas por el empresario venezolano Gustavo Cisneros (el que se forró gracias al chollo que le brindó el PSOE de Felipe González comprando a precio bajísimo Galerías Preciados) a uno de Los del Río, Antonio, se le ocurrió un estribillo conforme contemplaba los voluptuosos movimientos de una artista local, la bailarina y cantante Diana Patricia Cubillán Herrera. Exclamó el sevillano una frase mientras aquella se cimbreaba con su seductora presencia en el escenario: "¡Dale a tu cuerpo alegría… Magdalena…!". Ni él mismo sabe por qué dio en llamarla así. Horas después, con esa primera frase, fue urdiendo la canción que iba a cambiar el destino internacional de Los del Río. Y acordándose de su hija Esperanza Macarena, alteró aquel nombre inicial. Y todo quedó para que la destinataria de aquella rumba fuera Macarena. Diana Patricia se atribuyó luego ser la que le inspiró la copla a Antonio Romero y se ha pasado los años aprovechándose de tal circunstancia: ella es la Macarena de la historia, aunque no se llame así. Se dice que se han vendido más de catorce millones de ejemplares discográficos de esa pieza, y que son incontables las versiones que se han hecho. Hasta Michael Jackson quiso grabar una con los creadores de la canción, pero su muerte echó abajo el proyecto. Al menos, eso es lo que dicen Los del Río.

Harto sabido es que Los del Río, que ya en 1992 habían disfrutado de un éxito con "Sevilla tiene un color especial", composición de César Cadaval, el de Los Morancos, y otro socio, vivieron lo que nunca pudieron soñar: que América bailara al compás de "Macarena", tras ser elegido el tema en la campaña presidencial de Bill Clinton. Y luego en otra publicitaria de un equipo de béisbol. Con todo aquel jaleo las emisoras de Estados Unidos programaban a diario "Macarena" y las listas de éxitos de la revista "Billboard" registraron la pieza durante catorce semanas en el número 1.Ello reportó a nuestros compatriotas un montón de millones, de los que también se beneficiaron en su casa de discos, los productores, y por último el zarpazo del Fisco. Aún así, Los del Río amasaron un patrimonio suficiente para asegurar su futuro por muchos años.

Todo iba bien para estos dos sevillanos, que se quieren como si fueran hermanos. Hasta que se supo que uno de ellos, Rafael Ruiz, siempre tan familiar como Antonio, había tenido un desliz con una venezolana llamada Jacqueline Rodriguez, fruto de lo cual había nacido un niño. En principio, él no quiso reconocerlo hasta que cuando se sometió a unas pruebas de ADN y quedó probada su paternidad, no tuvo más remedio que darle sus apellidos. Pasaron unos pocos años y la madre se estableció en Sevilla junto a lo que en otros tiempos se llamaba "el fruto del pecado" en culebrones y folletines. Leonardo, que así se llama el joven, resulta que está discapacitado.

Rafael estuvo de acuerdo en transferirle mensualmente mil euros, mas cuando su hijo hasta entonces secreto llegó la mayoría de edad, Rafael Ruiz optó por interrumpir esos pagos. Con un desacuerdo entre ambas partes y al parecer contando por madre e hijo que lo único que pretenden es que Rafael no se desentienda de sus obligaciones morales con el muchacho, el caso ha cobrado un giro de improbable solución. La familia del componente de Los del Río estaba ya hacía tiempo al corriente de la existencia de este hijo extrmatrimonial. Por ese lado, Rafael está tranquilo. Ha obrado con dignidad. Pero si se le obliga a presentar públicamente a su descendiente, a tenerlo consigo en casa o a mostrarle su afecto a menudo, el asunto va a causarle problemas en el futuro, al margen de sus obligaciones económicas en el presente y el futuro.

En Chic

    0
    comentarios