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Los enigmas que persisten sobre la muerte de Romy Schneider hace 40 años

Romy Schneider, la protagonista de las películas de Sissi, pudo haberse suicidado.

Romy Schneider, la protagonista de las películas de Sissi, pudo haberse suicidado.
Romy Schneider. | Cordon Press

Han transcurrido cuatro décadas de la muerte de Romy Schneider, una de las actrices más famosas del cine europeo, protagonista de tres películas muy edulcoradas sobre la vida de Isabel de Baviera, "Sissi" en la intimidad, que dio título al primero de esos filmes y a sus secuelas, a mitad de los años 50. Romy gozó de una gran notoriedad, ganó millones pero fue muy infortunada en el amor desde que Alain Delon la dejara después de algo más de cinco años de vida en común. Las causas de su fallecimiento el 29 de mayo de 1982 aún no se han esclarecido oficialmente, ni creemos se sepa nunca, aunque dada la depresión que sobrellevaba tras la muerte de su hijo David un año antes, cualquier especulación al respecto nos lleva a pensar que tal tragedia fue causa de su final, bien por decisión propia o, desde luego, por el abuso hacía tiempo de consumo de alcohol y drogas.

Todavía en festivales o programación televisiva de películas nostálgicas se proyectan las antes citadas sobre el mito romántico de la emperatriz austríaca "Sissí". El recuerdo de su protagonista sigue por ello aún vivo, siquiera para los cinéfilos. Y ha de tenerse en cuenta también que la filmografía de Romy Schneider es muy amplia, cifrada en sesenta y tres títulos, el último "Testimonio de mujer", poco antes de irse de este mundo, cuando contaba sólo cuarenta y tres años.

Rosemarie Magdalena Albach-Retty, que así se llemaba, era hija de dos actores. Nació en Viena el 23 de septiembre de 1938, mas siempre mantuvo su nacionalidad alemana, como lo era su madre, Magda. El progenitor dejó su hogar cuando Romy era muy niña. Se dijo que Magda tuvo un romance con Adolf Hitler, lo que facilitó a madre e hija para establecerse en Baviera, huyendo de las atrocidades del régimen nazi. Todo eso mortificó mucho a Romy, que se dedicó al cine impulsada por los consejos maternos.

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Alain Delon y Romy Schneider | Cordon Press

En su etapa como protagonista de Sissi recorrió las principales capitales europeas para promover aquellas películas. En enero de 1957 vino a Madrid con ese fin y ocasionó un verdadero vendaval de admiración a las puertas del cine Lope de Vega, en la Gran Vía madrileña. Volaban fotografías de la actriz mientras cientos de escolares invitados para conocerla se peleaban para recoger alguna y las puertas de la sala quedaron seriamente dañadas por el empuje de los chicos, deseosos de que Romy les firmara un autógrafo.

Por aquel tiempo Romy Schneider salía con un galán, coprotagonista de la serie Sissi, llamado Karl-Heinz Böhn. Pero cuando en 1958 ella se fue a París para rodar la película Christina se quedó embelesada cuando le presentaron al que iba a ser su compañero de reparto, un muchacho que debutaba en la pantalla sin tener idea de la profesión, pues trabajaba descargando mercancías en el Mercado Central de París. Se llamaba Alaín Delon. Del rodaje pasaron a enamorarse apasionadamente en la vida real. Hasta que después de coincidir en otros trabajos en 1963 él la dejó, ocasionando en Romy una decepción tan grande de la que nunca se recuperó del todo.

Luego conoció a un actor y director germano, Harry Meyen, contrayendo matrimonio en 1966. Tuvieron un hijo, David. Se divorciaron en 1975, año en el que la estrella volvió a reincidir en el matrimonio esta vez con su secretario particular, Daniel Biasini, con quien fue de nuevo madre de un niña llamada Sarah, después de haber perdido un varón antes de nacer. Esta segunda unión les duró seis años, hasta 1981. A Biasini lo conocí años más tarde, una noche que el mánager de Bertín Osborne, Tony Caravaca, me invitó a cenar con ambos en "Chez Castell", sitio entonces de moda en París, en donde ejercía de relaciones públicas el mentado ex de Romy Schneider, quien nos saludó nada más franquearse la entrada al local, muy amablemente. De agradable físico y maneras, y de mediana estatura.

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Romy Schneider y su hijo | Archivo

Romy Schneider rompió con aquella estampa algo ñoña en su etapa de "Sissi" y sus secuelas para rodar sobre todo en Francia películas con argumentos románticos, unas veces en género de comedia y otras de tono dramático. Ya sin caer en aquella serie de melodramas. En cualquier caso demostró ser una actriz excelente dirigida por muy notables realizadores: Claude Sautet, Joseph Losey, Luchino Visconti, Claude Chabrol, Dino Rissi, Coista-Gavras, Bertrand Tavernier… Con ellos, la figura de Romy Schneider cobró una nueva dimensión. Pero su vida particular era un desastre: porque se acordaba casi continuamente de Alain Delon.

Para superar unos cuantos años depresivos sin encontrar otro hombre que llenara su corazón, tuvo relaciones pasajeras con varios compañeros del cine. Y ninguno la satisfizo. Uno de ellos fue el cantante Jacques Dutronc, ocasionalmente también actor, que estaba unido a Françoise Hardy, la melancólica baladista. Pero si esos amores ocasionales la iban llevando a permanentes estados de ansiedad y tristeza, que combatía con alcohol y drogas, su mundo se desvaneció por completo cuando murió su hijo David, dejándola en un estado tan dolorido del que jamás pudo recuperarse en los duros meses posteriores.

Fue el 5 de julio de 1981. El adolescente David, de catorce años, pasaba ese verano en casa de sus abuelos paternos, los padres de Daniel Biasini. Una tarde, de regreso a esa vivienda, al haber extraviado las llaves, optó por atravesar una valla metálica que cercaba el jardín. Con la mala fortuna de perder el equilibrio y caer bajo la puntiaguda verja, que le atravesó la arteria femoral. Murió en un hospital pocas horas después. Desde entonces, Romy Schneider se comportaría como una mujer ausente, aparentemente sin ganas de seguir viviendo.

Diez meses más tarde fue encontrada muerta en su apartamento. No se le practicó la autopsia. Vivía entonces con un tal Laurent Pétin. Como apenas rodaba películas, estaba arruinada. Ni siquiera su pareja pudo hacer frente a los gastos del entierro y funeral, sufragado en buena parte por Alain Delon. Este, que no asistió a las honras fúnebres, declaró sobre quien había sido su gran amor: "No me siento culpable de su muerte, pero sí responsable".

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