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Carlos de Inglaterra tendrá un ala en Buckingham para cuando sea Rey

Pese a la aparente buena salud de Isabel II, la institución hace preparativos para recibir a Carlos como Rey.

Pese a la aparente buena salud de Isabel II, la institución hace preparativos para recibir a Carlos como Rey.
Carlos de Inglaterra y Camilla. | Gtres

Las imágenes de Isabel II en los recientes actos de su Jubileo de Platino han tenido un eco mundial. A sus noventa y seis años, representando algunos menos, ha presidido los fastos finales que conmemoraban las siete décadas que permanece en el trono del Reino Unido. Sonriente, rodeada del príncipe heredero y sus más cercanos familiares como el príncipe Carlos, vestida con un traje de corte tradicional, color verde y sombrero siempre a juego como cuantos siempre luce, la Soberana ha presenciado a una multitud que la vitoreaba: miles de súbditos felices de tener a una Reina que adoran. Mientras, abroncaban a Boris Johnson, el Primer Ministro.

La edad de la más longeva de las Reinas viene siendo asunto que sitúa a su hijo primogénito como un heredero "en expectativa de relevo", lo que por ahora no ha sucedido. Isabel II no tiene intenciones de abdicar, a no ser que fuerzas mayores la obligaran: un inesperado trance en su salud. Su madre alcanzó los ciento un años. Claro está que el tiempo se acerca a ese final y en la Corte inglesa ya está previsto cuando le llegue la hora al príncipe Carlos de subir al trono. Mediado el pasado mes de mayo, éste sustituyó por primera vez a la Reina en la apertura del Parlamento, a la que no pudo asistir por problemas de movilidad. Carlos cuenta setenta y tres años y está lo suficientemente preparado para ostentar el puesto que le reserva la Historia. Produce una sensación irreal, que no se corresponde con la tradición de de la Corte británica, recordar cómo hace unos años algunos medios informativos especulaban con la posibilidad de que el elegido para suceder a Isabel II fuera el primogénito de Carlos. ¿En qué basaban tal presunción? ¿Que Carlos sería "muy mayor" cuando le llegara la hora de heredar el trono? No puede obviarse jamás la línea hereditaria y menos en una monarquía tan férrea como la británica, respetuosa con el pasado, la tradición.

En caso es que ya hace algún tiempo que en Buckingham Palace ya se realizan obras para que cuando fallezca Isabel II su hijo Carlos ocupe una zona especial para aposentarse junto a su esposa, Camila Parker Bowles, duquesa de Cornualles, quienes desde que unieron sus vidas habitan por ahora Clarence House. Esas reformas palaciegas, de momento, van despacio, programada su finalización dentro de cinco años, con un presupuesto estimado en algo más de cuatrocientos millones de euros.

La Reina ya en fecha reciente expresó públicamente su deseo de que Carlos y Camila ocupen un lugar preeminente en el protocolo de palacio. Los ingleses, después de la trágica muerte de Lady Di, tardaron en ir aceptando la constante presencia de Camila en actos públicos de la Corona. Nada hacía presagiar que quien fue acusada de ser una especie de intrusa, "culpable" de la ruptura de Carlos y Diana, llegara un día a ser la Reina consorte, como así está previsto. Y es lo que Isabel II expresó el pasado 6 de febrero, que va a suceder, cuando Carlos sea coronado.

Camila, como se recordará, estuvo casada con el oficial de caballería Andrew Parker Bowles. Tenía ella diecisiete años cuando se conocieron, él con ocho más, casándose en 1973. Se fue acostumbrando a las infidelidades de su marido. Padres de dos hijos acabaron rompiendo su matrimonio una vez que Camila, cansada de llevar tantos cuernos encima se enamoró del príncipe Carlos, lo que sucedió a poco de que Lucía Santa Cruz, hija del embajador de Chile en la Corte inglesa, los presentara en 1970. El divorcio de Camila y Andrew se produjo el 1994, cuando ya llevaban separados largos tiempo. Un año más tarde era la propia Diana de Gales quien durante una entrevista televisada seguida por más de veinte millones de británicos dijo aquello de "éramos tres en mi matrimonio". En 1996 Carlos y Diana se divorciaban. Y él continuó junto a su amada Camila con la que se casó el 9 de abril de 2005 durante una ceremonia civil en el castillo de Windsor. Evitaron su presencia los padres de la pareja, pero sí fueron como testigos el príncipe Guillermo y Tom, hijo de la novia.

No podía faltar en las librerías la biografía de la duquesa de Cornualles (The Duchess, the untold story) firmada por Penny Junor, que apareció en 2017. Donde se cuenta que es una mujer divertida, amante de los caballos, los perros, la caza, de la vida en el campo, lo que la ha acercado a su suegra. Por el contrario, Carlos, es más dado a frecuentes raptos de malhumor y ella lo aplaca. Quienes la conocen en la intimidad subrayan que es sencilla y no suele pavonearse de la situación privilegiada en que vive y el futuro que le espera. Cumple este verano setenta y cinco años (dos más que el príncipe) y muestra su elegancia a la hora de vestir, según los cánones de la moda en la aristocracia británica, no siempre los de la moda europea. Pero, a su edad, no sería admisible que quisiera ser un icono como en su día lo fue "su antecesora en el cargo", que diría Cela. Los rasgos físicos de la feliz pareja no nos parece de buen gusto comentarlos: saltan a la vista.

Cuando Carlos sea Rey y ella Reina consorte heredarán también las principales propiedades de Isabel II, a saber: el castillo de Balmoral, situado en unos montes escoceses, donde la climatología es extrema: en invierno, la temperatura es glacial a veces. Allí quieren mucho a la Familia Real, que se comporta con los vecinos, a veces por las calles del pueblo, con total normalidad y hasta campechanía. Balmoral es en realidad parte de lo que heredó Carlos de su abuela Mary. Donde él y Camila disfrutaron de su noche de bodas, por cierto. Tendrán a su nombre también una casa de campo en Gloucestershire y algunos pisos en Londres. Sobre su actual residencia en Clarence House se ignora quién la disfrutará; estaba destinada para ser ocupada por el príncipe Harry, que no parece desista de continuar viviendo en California con su mujer e hijos. Y desde luego, después de Buckingham Palace, la perla de la corona en materia inmobiliaria es el castillo de Windsor, donde Isabel II ha venido disfrutando todos los veranos. Un lugar histórico, pues allí pasaron sus días a lo largo de sus respectivos reinados una cuarentena de monarcas y que, como anécdota, se dice que fue donde, por primera vez, se instituyó la costumbre de tomar el té a las cinco en punto de la tarde.

Casi todo en Inglaterra está regido por la costumbre, la tradición que empieza por ser el país que mantiene una Monarquía a prueba de problemas y disgustos familiares, rupturas y divorcios, algunos escándalos que hacen las delicias de los tabloides londinenses. Y nada de eso ha supuesto que llegara a tambalearse. Con una Reina, que es "la más Reina de todas".

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