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Las monjas que patrocinan a un torero valenciano

Jordi Pérez se anuncia en los carteles como "El Niño de las Monjas".

Jordi Pérez se anuncia en los carteles como "El Niño de las Monjas".
Jordi Pérez, 'el niño de las monjas' | Instagram

Doy fe como aficionado taurino que no es corriente ver a unas monjas en los tendidos de ninguna plaza aplaudiendo a rabiar a un diestro. Salvo en algunos festivales benéficos en favor de hospitales o centros de la tercera edad o albergues infantiles, las religiosas no acuden a festejo alguno. Mucho menos que patrocinen a un torero, que sí es el caso de un joven llamado Jordi Pérez Presencia, de veintitrés años, al que animan y siguen su carrera con inusual entusiasmo.

Jordi Pérez se anuncia en los carteles como "El Niño de las Monjas". El pasado 13 de marzo actuó en una novillada en la plaza de toros de Valencia, durante las Fallas. Era su sueño, que no había podido cumplir hace un par de años a consecuencia de la pandemia. Esa tarde, media docena de monjitas seguían en el coso de la calle de Játiva las evoluciones en el ruedo de "su torero". Y él les brindó una de sus dos reses. Una tarde emotiva en la que si no obtuvo trofeos, al menos dejó buena impresión por sus faenas.

¿De dónde viene ese seguimiento monjil hacia Jordi Pérez? Se lo contamos. El chico nació en la localidad valenciana de Carlet en un hogar muy pobre. Sus padres carecían de lo más preciso para alimentarlo. Muy mayor el progenitor, que le llevaba bastantes años de diferencia a su mujer. Jordi pasaba hambre, igual que aquellos. Se crió en la calle. Ante ese negro panorama, el padre tomó la decisión de pedirle al párroco de la mencionada localidad que lo ayudara a llevar al niño a un sitio donde pudieran alimentarlo y darle una educación. Recurrió el sacerdote a los servicios sociales. Y al final de ese peregrinaje, el muchacho, que ya tenía once años, fue acogido en el Hogar de la Congregación de las Madres de los Desamparados y San José de la Montaña de Valencia.

Para Jordi Pérez ese radical cambio en su vida le supuso un rumbo nunca previsto. Pero fue adaptándose: no tenía otra opción. Y allí, sintió el cariño de todas las madres del convento, tuvo una alimentación como nunca había soñado, y lo educaron convenientemente. Un profesor, Fran Durbá, se convirtió en su tutor. Fue quien poco a poco lo aficionó a los toros, a través de las retransmisiones televisivas. Las monjitas, curiosamente, lo habían avivado para que practicara el rugby, ignoramos por qué; quizás porque Jordi es alto y atlético, Mas ese deporte violento no le gustó. Acabando, transcurridos unos años, toreando de salón hasta que pudo practicar como becerrista. A la hora de anunciarse en las plazas recurrió al apelativo de Jordi de las Monjas. Aunque definitivamente lo convencieron de que era más llamativo ser El Niño de las Monjas. Se fue curtiendo en sus entrenamientos al ingresar en la Escuela Taurina de Valencia, recibiendo clases prácticas de su director, Juan Carlos Vera, que ya se había retirado de los ruedos. Era sobrino de Enrique Vera, el actor-torero que se hizo muy popular como galán de Sara Montiel en "El último cuplé" y asimismo protagonista de

una nueva versión cinematográfica de "El Niño de las Monjas", película de 1958. "Remake" de dos anteriores, una muda de 1925 y otra sonora de diez años después. El argumento de todas ellas era el de un bebé que unas monjas encontraron a las puertas de su convento y que con el transcurso del tiempo se hizo torero.

La historia de este nuevo Niño de las Monjas no era igual, pues sus padres no lo abandonaron al nacer. Pero sí que tiene similitud con lo acontecido ya en la adolescencia de Jordi Pérez. Una de las monjitas de ese Hogar de la Congragación de las Madres de los Desamparados, sor Elisa, es quien más ha potenciado la vocación taurina del joven. Es de Ronda, y así puede entenderse mejor que conozca el ambiente de nuestra fiesta nacional: patria chica de aquel Cayetano Ordóñez, bisabuelo de los actuales Francisco y Cayetano Rivera.

La madre Elisa ha contagiado a algunas de sus compañeras esa afición a los toros. Las que han seguido a Jordi Pérez a algunas plazas donde ha lidiado sus novillos, como ocurrió la mencionada tarde fallera de hace pocas semanas. Jordi vive en Puzol, cerca de Valencia. Lo apodera "El Soro". Pero el constante patrocinio de las monjitas continúa y él no deja de estar en permanente contacto con ellas. Habrá que esperar hasta que, si la fortuna le sonríe, pueda ser matador de toros. Es huérfano. Y "su" familia es desde que tenía once años la de quienes lo alimentaron y educaron en aquella época tan dura de su infancia y primera adolescencia.

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