La coronación de Carlos III reunió a toda la Familia Real británica. Y pese a la polémica ubicación en los fastos del príncipe Harry marginado tras su adiós a la Casa Real en la tercera fila, todavía queda espacio para más comentarios en torno a los que fueron los duques de Sussex.
Tal y como ha mostrado la prensa americana, Meghan Markle, que fue actriz de Suits, aprovechó el fin de semana de la coronación para permanecer en su mansión de Mortecino, en California, y practicar trekking junto a unos amigos.
Esto fue el domingo, apenas un día después de los fastos dedicados en Reino Unido a Carlos III, su suegro y ahora rey de Inglaterra.
Meghan prefirió que los fotógrafos captasen imágenes suyas al día siguiente disfrutando de la naturaleza americana, en los alrededores de su chalet y en compañía de Heather Dorak y Markus Anderson, dos de sus mejores amigos (y muy alejados de la Familia Real).
Quien sí acudió a la coronación fue Harry, que no obstante y en añadidura a su segundo plano, no tardó en poner rumbo al aeropuerto para partir de nuevo a Estados Unidos con su mujer.
Un testimonio más de la tirantez en las relaciones de la pareja con el resto de la Familia Real. Meghan, para demostrarlo, se preocupó de que el mismo fin de semana de la coronación la imagen suya en los medios fuera de total informalidad, con ropa deportiva y un sombrero para protegerse del sol.
De modo que con leggins, camiseta y páutelo al cuello, y desde luego sin atisbo de preocupación por haberse perdido lo ocurrido en Westminster, Meghan optó por el plan más informal posible, y en sí mismo, un certero mensaje a la Casa Real británica que la rechazó.