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El matrimonio de Jeremy Irons: 45 años abierto a otras relaciones

Jeremy Irons ha tenido una vida sentimental igual de sorprendente que sus papeles.

Jeremy Irons ha tenido una vida sentimental igual de sorprendente que sus papeles.
Jeremy Irons y Sidnead Cusack. | Cordon Press

Jeremy Irons es uno de los mejores actores británicos que ha cumplido este 19 de septiembre setenta y cinco años. Protagonista de películas importantes: La Misión, La casa de los espíritus, El hombre de la máscara de hierro… Éxitos en la gran pantalla, aunque fue una serie de televisión, Retorno a Brideshead, la que lo aupó a la galería de intérpretes populares, pues se difundió en muchos países. Es un actor tan versátil como complejo. Con una vida sentimental sorprendente desde que contrajo un segundo matrimonio y admitió públicamente que, aun siendo feliz con su mujer, ambos estaban de acuerdo en ponerse los cuernos mutuamente, llegado el caso, lo que según él les garantizaba una larga estabilidad. Pudo ser una broma, pero en seguida se enterarán que llevaron a cabo esa aceptada infidelidad.

Jeremy Irons, nacido en la isla de Wight, conocida por su multitudinario festival de música. Su padre era contable. Comenzó su carrera artística representando comedias de Shakespeare. Pero también se acercó a los musicales. Su formación teatral partió desde sus cursos en el Bristol Old Vic Theatre School. Se pagaba las clases vendiendo antigüedades. Tenía buena voz, y practicaba varios instrumentos, batería y armónica en una banda juvenil, que se paseaba por las calles de Bristol. En esos comienzos, participó en un montaje de Godspell, en el papel de San Juan Bautista. Con el paso de los años, potenciando sus facultades de barítono, tomó parte en una gala especial en el Royal Albert Hall londinense interpretando algunas canciones de My Fair Lady, muy celebradas por los espectadores.

En 1980 protagonizó Nijisky, biografía filmada del legendario bailarín. Fue al año siguiente cuando logró una magnífica interpretación al lado de Meryl Streep, en La mujer del teniente francés. Otra la consiguió junto a Glenn Close en El misterio Von Bulow. Consiguió un Óscar, un premio Tony, un Emmy, un Globo de Oro… El rostro de Jeremy Irons, su mirada, impactan en el espectador. Saca partido físico de ello y sabe adaptarse a la idiosincrasia de cada personaje, bien inquietante, dubitativo, agresivo, escéptico, o introvertido, según el guión que acepte representar.

Como afortunadamente nunca le ha faltado trabajo se permitió rechazar algunas ofertas cinematográficas. Una de ellas, la del papel principal de El silencio de los corderos, que fue a parar a manos del genial Anthony Hopkins, aquel escalofriante Hannibal Lécter que daba miedo por su canibalismo confeso. Asimismo no aceptó rodar tres películas de la serie de James Bond, con las que le tentaron tras la renuncia de Sean Connery de continuar siendo el agente 007. Sí que decidió participar en los repartos de Batman y Superman y con su magnífica vocalización prestó su voz al personaje de Scar en El rey León.

Habrá otros mucho más guapos que él, pero no hemos de negarle su indiscutible tirón mediático para el sexo femenino. Lo que un periodista dio en significarlo así: "Es el hombre atractivo que gusta a las mujeres inteligentes". Eso le endilgaron en los años 90. Culto siempre lo fue. Y realista, sincero: "No vivo para actuar, actúo para vivir".

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Con la actriz Helen Mirren y el príncipe Guillermo | Archivo

Jeremy Irons conoce algo nuestro idioma, no en vano pasó una temporada en Buenos Aires cuando contaba veintiún años. Sobre esa estancia manifestó algo que no sabemos si lo dijo en serio "Me enamoré de un titiritero". ¿Acaso es que entonces dio a entender que era bisexual? Lo ponemos en duda al no tener más datos que su propia declaración, añadiendo asimismo que estuvo a punto de morir "cuando el ascensor que tomé se desplomó desde un séptimo piso". Nos da la impresión, sopesando algunas de sus declaraciones, que suele jugar con el escepticismo, el doble lenguaje, un soterrado humor, la confusión siempre.

Acerca de su vida sentimental consta que se casó por vez primera en 1969 con Julie Hallam, matrimonio que duró lo que un pastel a la puerta de una escuela: unos pocos meses. Contrajo segundas nupcias en 1978 con la irlandesa Sinead Cusack, hija del actor Cyril Cusack. Se mantienen unidos. Padres de dos hijos, Max, nacido en 1978, actor, y Samuel, de 1985, fotógrafo. Lo singular de este matrimonio, ya lo enunciamos al comienzo de nuestro artículo, considerado por Jeremy Irons como "abierto a todo tipo de relaciones". En una palabra: cada uno de los dos puede buscarse otra pareja, sin que ello signifique que vayan a divorciarse, lo que no contemplan. Y lo han demostrado. Él, liándose en 2004 con Lynn Collins, su compañera en el reparto de una nueva versión cinematográfica de El mercader de Venecia. En tanto su mujer no se cortó un pelo al mantener relaciones extramatrimoniales con el periodista de la BBC Jeremy Paxman, Es decir, defiende tal comportamiento pues mantiene su matrimonio siempre con nuevas ilusiones. O sea, cambiando cuando les apetece de pareja. El actor británico siempre se confesó católico, lo que no deja de chocar con esas prácticas antedichas.

A España ha venido algunas veces. En 1997 para recibir el premio Donostia. En 2010 fue involuntario protagonista de un suceso entre grotesco y dramático. Había conocido a la actriz catalana Loles León. Siempre tan decidida, le dio a entender a Jeremy que no le importaría tener con él "un vis a vis". El encuentro en la suite que ocupaba el actor en el privilegiado hotel Santo Mauro iba a producirse de forma discreta. Jeremy la esperaría en la habitación. Loles, lucía espléndida, con unos tacones tan elevados, los llamados "de aguja", que cuando se dirigía por una escalera a encontrarse con su "ligue" tropezó, cayéndose brutalmente al suelo. Su noche de amor con Jeremy Irons no pudo consumarse. Rápidamente atendida, le diagnosticaron rotura de pelvis y de una muñeca. Estuvo varios meses escayolada hasta recibir el alta médica. Perdió varios contratos. Elevó una demanda a los responsables del hotel. Fue indemnizada con 45.000 euros. Podría hacer comentado aquello de "no hay mal que por bien no venga". Pero se perdió su pretendida aventura con Jeremy Irons. "Otro día será", parece que le dijo éste cuando se enteró de la desgracia de Loles.

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