
La noticia que más polvareda ha levantado en las últimas semanas y que tiene a Genoveva Casanova y a Federico de Dinamarca como protagonistas sigue proporcionándonos detalles con los que desentrañar el carácter de la amistad que aseguran tener. Amistad que ha reconocido la propia mexicana a través de varios comunicados. El "oficial", enviado por el bufete de abogados que la representa, y el "oficioso" que mandó a varios periodistas negando una relación "romántica o amorosa".
La pareja de amigos remató su paseo madrileño vespertino en El Corral de la Morería, uno de los restaurantes con más solera de la capital. Considerado "el tablao flamenco más famoso del mundo", se inauguró en 1956, y desde entonces se ha convertido en visita obligada de todo el que viene a Madrid. Por algo está incluido en el libro de viajes más famoso del mundo "1.000 sitios que ver antes de morir", nº 1 en la lista del New York Times que selecciona los lugares más emblemáticos del planeta.
Desde hace años cuenta además con los servicios en los fogones del cocinero David García, chef vasco con estrella Michelín que ha elevado el nivel de este restaurante ubicado en el número 17 de la calle de la Morería.
Genoveva y Federico, dos turistas más
En Es La Mañana de Federico hemos podido saber que Genoveva Casanova y Federico de Dinamarca degustaron uno de los menús clásicos del restaurante durante su cita privada en Madrid, ya que este local no dispone de carta. Las cenas incluyen Gazpacho de Aguacate y Cilantro, Lubina Salvaje con Cebolleta Guisada e Ibéricos Ahumados y Tostados con Emulsión de Pomelo, Salmón a la Brasa, Salsa de Puerro Ahumado y Ragout de Col Tierna
Carré de Cordero Asado y Reposado, Caramelo de su Salsa y Ragout Cremoso de Verduras de Invierno o Meloso de Ternera, Boletus Salteados y Puré de Patata.
Sin embargo, según testigos presenciales, a diferencia de lo que se ha dicho, Genoveva y el heredero al trono de Dinamarca no ocuparon un reservado ni se escondieron detrás de una cortina, a pesar de que en El Corral de la Morería existe una sala especialmente preparada para ello.
Se sentaron entre el resto del público, disfrutaron de uno de los espectáculos flamencos que dirige con acierto la bailaora Blanca del Rey, y no se comportaron de manera cariñosa en ningún momento. "No hubo magreos ni besos", nos dicen comensales presentes en la sala.