
Pasan los días, casi un par de semanas, para el bailarín Rafael Amargo encarcelado provisionalmente en la prisión de Soto del Real, en la sierra madrileña, por decisión del juez ante el riesgo de fuga, que lo acusa de ser un presunto cabecilla de un clan de narcotraficantes, tras comprobarse que incumplió la medida cautelar consistente en presentarse cada quince días en el Juzgado de Instrucción número 48 de Madrid y firmar con su presencia un documento. Se ignora cuánto tiempo estará bajo rejas, teniendo en cuenta que el juicio que tiene pendiente no se celebrará hasta el 8 de abril del año próximo.
Ha coincidido estas fechas pasadas con el estado de gravedad del padre del bailarín, lo que sumado a su situación carcelaria ha llevado a Rafael Amargo a sufrir los primeros días accesos depresivos. Consumidor de metanfetamina, estaba sometido a un tratamiento de desintoxicación. Su abogado ha manifestad pocos días atrás que su defendido ha superado sus primeras jornadas privado de libertad, congeniando con otros presos. Rafael le ha comunicado que esta experiencia que vive desea llevarla al conocimiento público a través de una serie televisiva.

Se ha rumoreado algo que parece surrealista en su caso: el deseo que albergaba un día de ser policía y haberse matriculado en una academia para ello. Nunca se había sabido tal cosa, ni cuándo ocurrió, si en el pasado o más recientemente. En cualquier caso, sus pasos relacionados con la droga, acusado de traficar con determinadas sustancias en su piso del madrileño barrio de Malasaña, le han llevado a este paseo por la cárcel y al negro futuro que le espera, en caso de ser condenado dentro de cinco meses. Triste panorama, manchada su brillante carrera de bailarín y coreógrafo reconocido internacionalmente.
Se llama realmente Jesús Rafael García Hernández. Nació en Valderrubio (Granada) en 1975, un pueblo aledaño a Fuentevaqueros, la cuna de Federico García Lorca, al que los gitanos como él sintió siempre adoración. Precisamente del "Poema del cante jondo" rescató el nombre de "El Amargo" para añadirlo a su nombre como apellido artístico en las carteleras. En Valderrubio se inspiró Federico para escribir "La casa de Bernarda Alba". Rafael estrenó un montaje de "Yerma". En su compañía debutó, por cierto, Carla Vigo, sobrina de la reina Letizia.
La figura de Rafael Amargo despertó hace años la admiración por su arte. Espigado, atlético, rostro moreno, descendiente de raza gitana. Su atractivo físico le permitió rodearse de muchas mujeres. Naomí Campbell, enloqueció por él, fueron amantes unos días de pasión en un hotel de Canarias, hasta que él concluyó, inesperadamente para ella, aquel impetuoso romance. Han sido muchas mujeres las que han pasado por la vida del bailarín. Pero también hombres. Rafael Amargo nunca ha negado su condición bisexual.
La primera de sus conquistas fue Yolanda Jiménez, que encabezaba su cuerpo de baile. Estuvieron casados desde 2003 hasta 2009. Padres de dos hijos: León, ahora con quince años, y Dante, de doce. Una azafata danesa de origen coreano, Lina, fue su pareja en 2011. En 2012 quien le robó el corazón fue una relaciones públicas, la catalana Silvia Calvet. Dijeron haberse casado, pero existen dudas al respecto. Lo que sí se supo es que en el hotel Palace, de Barcelona, celebraron una gran fiesta para celebrar el supuesto evento nupcial. Un año más tarde se dijeron adiós.
Fue en 2013 cuando Rafael Amargo experimentó una distinta sensación amatoria al liarse con un tal Javier, a quien presentaba como su guardaespaldas, con el que empezó a dormir muchas veladas. Buscó otra relación homosexual con el que decía ser Klein, en realidad Jorge Vicente, finalista en 2015 de Míster Mundo Gay.
Volvió a alternar con el sexo femenino, emparejándose en 2018 con la japonesa Yuko Sumida. En el país nipón, donde tanto gusta el flamenco, Rafael gozó de otras íntimas amistades. De vuelta a España, quien ha sido, por ahora, su último amor, es su asistente personal, la argentina Luciana Bongianino.
Los acontecimientos que ha protagonizado Rafael Amargo lejos de su compañía de baile, por culpa de sus adicciones, le han pasado factura y él mismo confiesa estar arruinado. Su vivienda madrileña está embargada. Tuvo hace meses que irse a vivir a casa de sus padres. Oscuro vemos su porvenir, en tanto el fiscal que atiende su caso pide para él nueve años de cárcel por un delito contra la salud pública.