Va a cumplirse un año de la boda de Laura Pausini con Paolo Carta, celebrada el 22 de marzo en Roma, en la intimidad, después de dieciocho años de noviazgo, siendo padres de una niña, Paola, que ahora cuenta diez primaveras. Precisamente con ella inicia una gira mundial. Viene a ser como un gran regalo, como compensación a tantos días en los que la cantante está de viaje por sus constantes compromisos artísticos.
También en breve la popularísima intérprete italiana festejará su medio siglo de vida. En su adolescencia y primera juventud Laura no tenía pensado dedicarse a la canción, sino a la Arquitectura. Curiosamente su padre, la incitaba a que estudiara Farmacia. Pero sin duda, éste era para ella un espejo en el que podía mirarse, ya que se dedicaba profesionalmente a la música. Y cantaba. Eso le influyó en casa, y de empezar tarareando canciones de moda pasó a presentarse al Festival de San Remo. Importante certamen que ganó en 1993. Su progenitor estuvo un tiempo a su lado, hasta que dos años después quien se ocupó de sus asuntos artísticos, los contratos sobre todo, fue Alfredo Cerruti, también realizando las primeras producciones discográficas de su poderdante. Se enamoró de ella. Y se fueron a convivir a Milán. Pasaron juntos unos años tranquilos de amor y trabajo, hasta que Laura se enteró que le ponía los cuernos. Con el carácter de ella, tan dulce muchas veces y enérgico otras, mandó a hacer gárgaras al tal Alfredo en 2002. Lo que le supuso una "depresión de caballo", de la que fue saliendo poco a poco tras recibir sesiones psicoanalíticas. Una lección que no ha olvidado porque a partir de entonces sus relaciones con el sexo opuesto las observó con lupa.
No obstante es harto sabido que el hombre (eso dice el refrán) mas sin duda afecta a los dos sexos, "es el único animal que tropieza con la misma piedra". Y, nada más concluir aquel desdichado episodio sentimental, a los pocos meses creyó haber encontrado "al amor de su vida". Lo que se dice a menudo. En aquel 2002 cayó en los brazos de otro productor discográfico, Gabriele París. Tres años después a la muy tierna Laura Pausini volvió a pasarle tres cuartos de lo mismo. Juró en arameo que ya no habría una tercera ocasión con tipos como los ya mentados.
¿Cuándo creyó ya finalmente que había dado con su príncipe azul? Pues nada más acabar con ese fulano, Gabriele. Lo tuvo muy cerca: era su director musical y guitarrista Paolo Carta, que lo contrató el propio señor Pausini. Hubo un problema de entrada: él estaba ya casado, aunque separado, con una mujer que le había dado tres hijos.
Paolo quería a Laura. Y desde 2005 procuró ser muy cariñoso y atento con ella. Así transcurrieron unos años. Paolo, resuelto su problema matrimonial, quiso entonces casarse con la cantante. Se lo pidió casi de rodillas. Ella no cedió. Mas en 2013, dado que ya llevaban un tiempo conviviendo, se quedó embarazada. Cuando nació Paola, la vida cambió totalmente para Laura Pausini. La maternidad le hizo olvidar todos los sinsabores del pasado. Y Paolo Carta comprendió la respuesta entonces que le dio su compañera: "Cuando nuestra hija se haga mayor, nos casaremos. Te lo prometo". Cumplió Laura aquella promesa. Quedó dicho líneas atrás que el enlace tuvo lugar hace justo poco más de un año. Se impuso la decisión de ella.
Laura es una buena madre. Y aunque haya viajado mucho desde que tuviera a Paola, buscó a personas de su confianza para que la cuidaran. Y cuando ha cumplido sus compromisos de trabajo ha volado hasta su hogar para estar junto a su hija, a la que ha educado en la religión católica y en buenos colegios.
Artísticamente hace ya tiempo que Laura Pausini ha llegado a lo más alto de su carrera, cantando sus baladas románticas en varios idiomas. Adora España y a su vez recibe de los españoles cariño y admiración. Sus apariciones en televisión son siempre motivo de afecto: tiene buen humor siempre, y carisma. La intensidad de su voz, la energía que transmite en el escenario y en la vida común se aprecian en seguida. La conocí en sus primeras visitas a Madrid, en un acto en su honor en el Instituto Italiano de Cultura, en la calle Mayor. A poco de entrecruzar unas frases, me di cuenta de la empatía que suscita con su interlocutor. Hay en su profesión divas como ella en lo referente al éxito, pero muy pocas con su encanto. De vez en cuando, sí, utiliza también una reacción distinta si se ve enfrentada a momentos inesperados. Le pasó días atrás cuando en el transcurso de una de sus actuaciones fue interrumpida varias veces por una pesadísima admiradora, pidiéndole a gritos que le cantara alguna pieza, para darle con ella en las narices a un novio que la había dejado. Y harta de la insistencia, Laura Pausini se dirigió a ella con un exabrupto: "Olvídate de tu ex y vete a la mierda".
El público, entre risotadas, resolvió aplaudir a la gran cantante quien, en verdad, siempre suele ser educadísima con su público, menos esta vez que estaba "hasta el gorro" de aquella novia abandonada. Puede que su ex ya no la aguantara tampoco.