El espectacular ascenso de Ana de Armas en el cine internacional se debe, no sólo a su belleza e indudable fotogenia, sino a su talento de actriz, reconocido por algunos de sus más importantes compañeros, con quienes ha trabajado, caso de Ben Affleck, Daniel Craig, Keanu Reeves, Harrison Ford, Ryan Gosling… ¿Qué tiene, además, esta cubana nacionalizada española, que pidió el pasado año la norteamericana, para cautivar de paso a un montón de seductores, sin casarse con ninguno, lo que ya hizo sólo una vez con el catalán Marc Clotet?
Ana Celia de Armas vino al mundo el 30 de abril de 1988 en La Habana. Su padre era maestro, y director de un banco. Vivían muy modestamente. Ella quería ser actriz y ya con dieciséis años rodó una coproducción hispano-cubana, dirigida por Manuel Rodríguez Aragón, "Una rosa de Francia", recomendada a la productora por Jorge Perugorría, con el galán Alex González de pareja.
Alcanzada su mayoría de edad, a los dieciocho años viajó a Madrid. Contaba que lo hizo con muy poco dinero; parece que sólo el equivalente a doscientos euros. Tuvo la suerte de encontrar pronto trabajo, en la alargada serie "El internado", durante seis temporadas, entre los años 2007-2010. Se hizo muy popular, la detenían por la calle pidiéndole autógrafos, y más tarde selfies. Hizo buena amistad con su compañera de reparto Elena Furiase, quien la llevaba a casa de su madre, Lolita. Como una familia para Ana, que no tenía a parientes en Madrid.
Transcurría 2010 cuando en los pasillos de Antena 3 conoció al actor catalán Marc Clotet, que se hizo muy conocido a través de la serie Física y Química. Hubo flechazo y en junio de 2011 celebraron su boda en la Costa Brava. Al año siguiente vivieron una crisis que ya en 2013 desembocó en ruptura definitiva. Ellos contaban que siguieron siendo amigos.
Lo que debió pensar ella a partir de ese fracaso, es que no volvería a casarse, lo que ha mantenido. Ocasiones no le ha faltado. Ha tenido ya suficientes relaciones, lo que la convierte en una mujer enamoradiza. A sus treinta y seis años la lista de novios después de su divorcio la inició en 2013, recién separada, con el director y guionista español David Victori. Vivieron juntos una temporada en Los Ángeles hasta que un año después se dijeron adiós.
El segundo de esa lista fue el agente artístico norteamericano Franklin Latt, cuando ya estaba radicada en Los Ángeles donde, aparte de aprender inglés accedió al siempre difícil Hollywood para una actriz latina, como allí las llaman si son de origen hispano. Un año más tarde salía – y entraba – con el actor venezolano Edgar Ramos, al que dejó para caer en los brazos de un compatriota, Alejandro Piñero Bello, pintor de profesión. Dos años les duró la pasión.
Y después, año 2019, es cuando Ana de Armas tuvo la fortuna de emparejarse con Ben Affleck en la película "Aguas profundas", basada en una novela policíaca de Patricia Higsmith. Del amor ficticio del celuloide la pareja pasó a mayores. Ana estaba como columpiándose en una fantástica nube. Y Affleck, que había abandonado a Jennifer Garner, encontró en Ana la mujer para hacerle feliz durante unos meses. No muchos porque de la noche a la mañana le dio por reincidir con quien había sido su esposa, Jennifer López. Y Ana de Armas quedó un tanto desolada cuando aquello ocurrió.
Pero ella dejó de afligirse pronto tras aquel maravilloso año compartiendo lecho con el seductor galán. Primero porque le surgió el papel de Marilyn Monroe, en un "biopic" titulado "Blonde". Acaparó excelentes críticas, consiguió de golpe una extraordinaria publicidad, dinero, y en seguida otros amores que se fueron añadiendo a su biografía sentimental, uno de ellos con un alto ejecutivo, el millonario Paul Boukadekis, a partir de 2022, y hasta no hace mucho tiempo. Porque se dejaron y al corazón de la atractiva Ana llegó este año un abogado también cubano como ella, Manuel Anido Cuesta, hijastro del Presidente de Cuba Miguel Díaz-Canel, de quien es asesor.
En Madrid, no hace muchas semanas se les vio muy acaramelados, besándose en plena calle al salir de un restaurante. Aviesos reporteros no se perdieron con sus cámaras esos felices momentos de la pareja.
La carrera cinematográfica de quien ya puede considerarse una estrella del cine ha sido imparable. Respecto a su futuro sentimental, será consciente de que viviendo ella en Nueva York y él en La Habana implicado en sus tareas políticas, no les va a ser fácil mantener contacto físico. El amor todo lo puede, dicen. Veremos cuánto le dura a esta ardiente Ana de Armas.