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La fastuosa vida de Aga Khan, un personaje de leyenda que murió con una fortuna de 15 mil millones de dólares

Amigo íntimo del rey Juan Carlos, falleció a los 88 años en Lisboa rodeado de su familia.

Amigo íntimo del rey Juan Carlos, falleció a los 88 años en Lisboa rodeado de su familia.
Cordon Press

A los ochenta y ocho años ha muerto en Lisboa, rodeado de su familia, este pasado martes, 4 de febrero, el Aga Khan IV, líder espiritual de doce millones de musulmanes chiítas ismaelitas, considerado por sus seguidores hijo del profeta Mahoma, y uno de los hombres más ricos de este mundo. Valga este dato, estimación de su cuantiosa fortuna, cifra que nos da escalofrío al escribirla: quince mil millones de dólares. Se casó dos veces, en ambas se divorció, siendo padre de cuatro hijos. Íntimo de don Juan Carlos de Borbón, cuya amistad se fraguó cuando estudiaban en un internado suizo. Tras el desgraciado matrimonio de la infanta doña Cristina, necesitada de hallar un trabajo, el Aga Khan atendió la petición del hoy rey emérito proporcionándole un puesto en la sede de su Fundación situada en Ginebra.

Escribir acerca de este personaje de leyenda por sus ancestros significa casi adentrarnos en una especie de cuento de las mil y una noches. Es la vida de un príncipe sin reino, al que adoraban esos millones de ismaelitas repartidos por medio mundo.

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Karim al-Hussayni Aga Khan llegó al mundo el 13 de diciembre de 1936 en Ginebra, Suiza. Pasó su infancia en Nairobi, Kenia, estudió en su país de nacimiento, graduándose en Historia del Islam en la Universidad de Harvard. Resumir cuanto podamos su intensa existencia, cuando se han publicado decenas de biografías, es nuestro propósito, aunque pasemos muy por alto un sinfín de aventuras y sucesos que la adornan. Lo primero, conocer de dónde procedía y por qué el anterior Aga Khan III, se saltó la herencia que le correspondía a uno de sus hijos y, en su calidad de abuelo, nombró a quien ahora acaba de fallecer, Aga Khan IV.

Situemos dos términos: Aga significa para los musulmanes ismaelitas ser una persona honorable, el equivalente a señor en lengua persa. Y en cuanto a Khan viene a ser un título regio, el de soberano. La primera vez que se utilizó fue en 1818 cuando el Shah del Irán decidió otorgárselo, por propia invención cual magnánimo, al llamado Asan Ali Shah, quien desde entonces la historia lo proclamó Aga Khan I. Y, lo que son las cosas: veinte años más tarde éste se rebeló contra Irán. Pero resultó derrotado, huyó a la India, y allí comenzó a desarrollar una vía para concitar el apoyo de cuantos militaban como musulmanes chiítas, el inicio de una dinastía a la que, insistimos, pertenecía el personaje fallecido que merece el presente trabajo biográfico.

Aquellos primitivos musulmanes chiítas fueron expandiéndose, estableciendo las familias su residencia entre Asia del Sur y África Oriental. Continuando el curso dinástico, llegamos a la figura del padre de este último Aga Khan IV muerto en la capital portuguesa. Era el príncipe Ali, que se pulió su gran fortuna en una vida dedicada sólo al placer. Aparecía constantemente en las revistas europeas, sobre todo las francesas, tildado justamente de play-boy, pues no daba un palo al agua. Tenía buen gusto en sus conquistas, bien amantes o esposas, una de ellas la célebre y a su vez desgraciada estrella cinematográfica Rita Hayworth, con quien tuvo una hija, la princesa Yasmina, continuadora de la misma dolce vita de sus progenitores. Ni qué decir que ese príncipe Ali maldito caso le hizo a sus descendientes, entre ellos Karim, cuya madre se llamaba Joan Barbera Yarde-Buller y nunca pudo mantener un hogar feliz.

Con esos antecedentes, el padre de Ali Salomon Khan, Aga Khan III nunca quiso que su título fuera a parar a tan desquiciado ser. Era el fruto de un segundo matrimonio que tuvo con la bailarina del Ballet Ópera de Montecarlo, de soltera Cleope Teresa Magliano. Sintiéndose ya mayor, el Aga Khan III nombró su sucesor a su nieto Karin, quien de ese modo puede decirse que comenzó a "reinar" a partir del 11 de julio de 1957. Sesenta y siete años y medio, justamente, ha sido el tiempo en el que este Aga Khan IV ha estado al frente de esos millones de musulmanes ismaelitas. Hasta este necrológico martes.

El abuelo de Karim no llegó a ser un vivalavirgen como su hijo Ali Salomon, quien falleció en 1960, pero tampoco puede decirse de él que fuera un monje trapense. Lo querían mucho sus devotos fieles, al punto de que cada año, cuando llegaba la fecha de su cumpleaños, le regalaban su peso en oro. Hay que apuntar que el buen Aga Khan III era un exquisito gourmet y también gourmand, razones poderosas por las que cada doce meses aumentaba de peso… y de dólares. Gordo y todo, nunca dejó de conquistar a hermosas mujeres, marca por lo visto de los integrantes de su dinastía, pues contrajo matrimonio en varias ocasiones. Era un personaje habitual de las revistas galantes. Una de sus esposas se llamaba Yvonne Blanche Labrousse, pero se la conocía más como la Begum Aga Khan, quien ostentosa, se paseaba por los salones de París orlada de valiosísimas joyas. Le había tocado la lotería, por decir algo, cuando Aga Khan III se fijó en ella: era hija de un conductor de tranvías y una modista, había sido miss Lyon en 1929 y miss Francia al año siguiente. De secretaria de su amante pasó a ser luego su adorable esposa.

Dejamos al abuelo de Karim para escribir ya más sobre éste. Quien vivió gran parte de su vida en París. Tenía la ciudadanía inglesa y con frecuencia era recibido en el palacio de Buckingham por la reina Isabel II, que le guardaba mucha simpatía. Muy elegante vistiendo, aparentemente sencillo, noo era tan mujeriego como sus antecesores, pero tampoco podríamos poner la mano en el fuego respecto a las mujeres con las que cohabitó. Ocurre que era más discreto que su abuelo, sus tíos, su bisabuelo… Se casó dos veces, la primera con la modelo británica Sarah Croker, con la que mantuvo una unión de un cuarto de un siglo, siendo padres de tres varones. Se divorciaron en 1995 y tres años más tarde él se desposaba en su castillo francés de Chantilly con la princesa de Leningen, Gabriela, quien no tuvo inconveniente de abrazar el Islam. París bien vale una misa, y en este caso la novia sabía que su marido era uno de los hombres más ricos de la tierra. Tuvieron a una niña, Zahra, con quien nuestra Infanta doña Cristina mantiene una muy cercana amistad. También estas segundas nupcias de Karim Aga Khan IV naufragaron y en 2004 la pareja anunció su ruptura.

Al margen de cualquiera de los pasajes frívolos de este Aga Khan IV, es de justicia reconocer su extraordinaria personalidad no siempre pensando en sus múltiples beneficios como gran empresario de finanzas y negocios de todo tipo. Que se extienden a lujosas redes de hoteles, aerolíneas, complejos turísticos, millones de acciones bancarias y todo un patrimonio descomunal. Pero nunca se le conoció que hiciera ostentación de tales bienes exclusivos sólo de una minoría de ciudadanos. Se esforzó en eliminar la pobreza allí donde en muchos de los poblados de míseros ismaelitas precisan de ayuda perpetua. En otros aspectos, contribuyó a través de instituciones no gubernamentales y amparadas económicamente por él a ejercer reconocimientos legales de la mujer. Y en otros variados campos de la sociedad del siglo XXI, como hizo en el pasado, concentró muchas de esas funciones sociales, a través de la Fundación que ostenta su nombre. Al presente obituario sólo le resta añadir lo que ahora mismo es una incógnita: quién será su sucesor con el título de Aga Khan V (uno de sus tres hijos varones, pero no su hija) y cómo se repartirá su cuantiosa herencia en el momento que se conozca el testamento.

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