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Musas del destape

Fedra Lorente "La Bombi": "Me avergonzaba desnudarme en las películas"

Se ha negado siempre a contar intimidades de sus cuñados, Rocío Dúrcal y Junior.

Se ha negado siempre a contar intimidades de sus cuñados, Rocío Dúrcal y Junior.
Fedra Lorente en Es pecado... pero me gusta

Esta madrileña nacida en las Navidades de 1951 tenía un montón de idealizados sueños en el cine cuando se inscribió como alumna en la Escuela de Arte Dramático. Como tantas y tantas… La realidad sería distinta, pues pisar un estudio cinematográfico en la década de los 70 para una principiante significaba muchas veces hacerlo con poca o ninguna ropa. Y Fedra Lorente, sin querer "hacerse la estrecha" pero confiando en un futuro mejor, se aprestó a enfrentarse a aquel peaje. No era alta de estatura, mas llamaba la atención por las curvas de su cuerpo y su prominente busto, amén de tener un rostro afortunado, con ojos expresivos, labios insinuantes y una sonrisa entre ingenua y picaruela, detalles más que suficientes para que la contrataran, a partir de 1973, en películas con títulos tan explícitos como Busco tonta para fin de semana, Niñas… ¡al salón!, Es pecado… pero me gusta, Cuatro mujeres y un lío… Papeles a la medida de una "jamona", según el gusto entonces de muchos varones españoles. No es de extrañar que revistas especializadas en sacar en cueros a jóvenes actrices españolas en la época de la Transición, por ejemplo Papillón y Lib, la llevaran a su portada con todos los honores.

"Me avergonzaba desnudarme ante las cámaras". Hace balance de su filmografía Fedra, para recordar, con alivio: "Cuando me llamó Chicho, mi vida profesional cambió de la noche a la mañana, conseguí mi mayor popularidad en la televisión y ya fui dejando el cine de salir "en bolas".

Chicho era, naturalmente, Chicho Ibáñez Serrador. Un genio de la televisión. Formidable tipo, querido por cuantos lo hemos tratado y echamos de menos en su trabajo, desde hace años aferrado a una silla de ruedas, que tantas horas de felicidad nos proporcionó con sus programas. El más popular de todos, Un, dos, tres… ¡responda otra vez!. En el que debutó Fedra Lorente el año 1983, diez años exactamente después de desnudarse tantas veces, sin venir a cuento, en comedietas cinematográficas de tres al cuarto. Allí popularizó un personaje, en el que si bien lucía su palmito, era con vestimenta "sexy" pero no erótica, conocido como "La Bombi". Lo incorporó el mencionado y admirado guionista y director sacándolo del olvido, de uno de sus mejores seriales televisivos, Historias para no dormir. Representaba a una vampiresa y tonta. Y aparecía con una muletilla que los niños de entonces repetían hasta la saciedad: "¿Por qué será…? ¡Y eso dueleeee…!".

Un par de temporadas permaneció "La Bombi" junto a otros personajes para el recuerdo de aquel nostálgico espacio, uno de los que más audiencia alcanzaron en la historia de Televisión Española. Y cuando el personaje fue perdiendo fuelle, Fedra Lorente se incorporó a otro programa de televisión, La bola de cristal, que fue del agrado de la parroquia jovencita que lo seguía con avidez. Otros trabajos suyos fueron asimismo en la pequeña pantalla, ya en la década de los 90, cuando apareció en Telecinco junto a las explosivas Mamachicho, invento de Valerio Lazarov para el programa Tutti-frutti. Y en la temporada 1992-1993, en una especie de "remake", que dicen en el cine, o de "revival" los musicales, Ibáñez Serrador se sacó de la manga una nueva edición de Un, dos, tres…, para lo cual contó otra vez con Fedra Lorente, embutida en sus mallas negras y en sus apretados corsés, repitiendo la muletilla de "La Bombi", que volvió a dar mucho juego. Entre 2006 y 2009 también tuvo una destacada participación en otra serie de éxito: Yo soy Bea. Y en otra dimensión diferente, formó parte del reparto de obras de teatro clásico. Lejos estaba ya Fedra Lorente de sus primeros tiempos, aferrada a sus personajes de lencería y ropa interior.

Fedra Lorente y su marido | Archivo

Su vida personal también había sufrido un vuelco. Casada con el músico Miguel Morales en 1971, matrimonio discreto que jamás dio que hablar negativamente en las revistas del corazón, había sufrido la pérdida de una niña a los cinco meses de embarazo. Conforme pasaba el tiempo, la pareja veía cada vez más difícil alcanzar la maternidad. Así es que en 1999 optaron por viajar a Colombia y adoptar a una niña, llamada Alejandra. En los últimos tiempos, Fedra Lorente ha ido espaciando sus apariciones artísticas, en espera siempre de algún trabajo interesante. Para desilusión suya las ofertas que más le llegaban procedían de esos programas de televisión empeñados en obtener declaraciones escandalosas de familiares de personajes populares (me niego siempre a llamarlos famosos). En su caso, le solicitaban confesiones, relatos sobre las intimidades de sus cuñados, Rocío Dúrcal y Junior. Y Fedra Lorente, digna y consecuente con su forma de ser y pensar, desechó cuantas propuestas le llegaron sobre el particular, por mucho dinero que mediara en el trato. Hoy, algo más rolliza, a sus sesenta y dos años, vive muy tranquila y feliz en su hogar y no tiene nada de qué arrepentirse. Es una mujer estupenda.

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