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Pablo Molina

Hacer un Anguita o un Ana Pastor

A Jesús Cintora, presentador del programa 'Las Mañanas de Cuatro', se le ha empezado a revolucionar el personal.

A Jesús Cintora, presentador del programa 'Las Mañanas de Cuatro', se le ha empezado a revolucionar el personal.

A Jesús Cintora, presentador del programa Las Mañanas de Cuatro, se le ha empezado a revolucionar el personal. En particular los invitados a los que entrevista fuera del plató, que, en lugar de sentirse honrados por participar en su tertulia, se ponen a mirar el reloj para cronometrar los minutos de retraso en la conexión y después montar el pollo. En otros tiempos, cuando Prisa era el PFFR (Poder Fáctico Fácilmente Reconocible), los políticos se pegaban por salir en las pantallas de la televisión de D. Jesús (q.e.p.d.), no digamos ya si, además, los invitaban al programa de Gabilondo, en cuyo caso hasta se prestaban a ejercer de reporteros, como hizo la gran Maleni en una escena que jamás podremos olvidar.

Pero Prisa ya no es un acorazado mediático (financieramente, de hecho, es más bien un cayuco con una vía de agua tamaño titanic) ni Cintora, ay, es el pater Gabilondo, que pegaba un telefonazo a cualquier político y se le ponía en primer tiempo de saludo tras ajustarse el nudo de la corbata y peinar a los niños. Cintora manda también, no vamos a negarlo, pero su ámbito está más en el perroflautaje, entre monjas separatistas y revolucionarios de la Complu, con el tío de las anchoas como referente intelectual para dar un toque de sofisticación a la tertulia.

En este ambiente de refinamiento estético, el programa invita periódicamente a viejas glorias de la política (marxista, por supuesto) que, tal vez por su alejamiento de la actualidad mediática, no valoran en sus justos términos el honor que se les hace permitiéndoles compartir plano con los pablemos. Es el caso de Julio Anguita, que esta semana le atizó al bueno de Cintora un zas en toda la boca que le dejó temblando el ochenta por ciento de las piezas dentales, naturalmente en sentido figurado. Anguita había quedado a una hora determinada para intervenir en el programa, pero Cintora se entretuvo demasiado entrevistando a José Bono (otro que tal) y el califa se vengó negándose a participar, por más que el presentador lo intentó, llegando a extremos de puro patetismo mediático: "Venga, va, señor Anguita, dos preguntas nada más".

Pero si ya es triste que te dejen en evidencia en pleno directo, mucho más lo es que te hagan lo mismo al día siguiente, que es lo que le ha pasado al pobre Cintora con un sucesor precisamente de Anguita, el inmarcesible Cayo Lara. Dos anguitazos la misma semana es un correctivo demasiado severo incluso para un joven periodista sobrado de ánimo como el presentador de Cuatro. El peligro es que la moda se extienda y a los invitados al programa les dé por hacer un Anguita en cuanto pase un minuto del tiempo acordado. Como Cintora se cabree y le dé por responder a los protestones haciéndoles a su vez un Ana Pastor, el resultado puede ser espectacular.

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