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Fray Josepho y Monsieur de Sans-Foy

¿Qué hacemos con Cataluña?

Nuestros vates, acabados ejemplos de sensatez, mesura y bonhomía, saben que algo habrá que dar a los catalanes para que estén contentos.

Nuestros vates, acabados ejemplos de sensatez, mesura y bonhomía, saben que algo habrá que dar a los catalanes para que estén contentos.
EFE

Mientras la caverna clama por la mano dura y la cabra de la Legión, las personas sensatas –y nuestros vates son acabados ejemplos de sensatez, mesura y bonhomía– saben que algo habrá que dar a los catalanes para que estén contentos.

Algo... pero ¿qué?

ALGO HAY QUE DARLES
por Monsieur de Sans-Foy

Algo habrá que dar, seguro:
codornices o faisanes...
porque están los catalanes
descarriados, y el futuro
pasa de castaño oscuro.
Pedro Sánchez lo ha clavado:
"Esto está todo arreglado
si se lleva a Barcelona,
no digo yo la Corona...
pero, al menos, el Senado".

Se me ocurre una sorpresa:
procedamos al traslado
de la Thyssen y de El Prado.
La ciudad barcelonesa
tendrá así su baronesa
y sus cuadros de Murillo...
¿Quieren más? ¡De mi bolsillo
pago, portes incluidos,
el Valle de los Caídos,
con los huesos del Caudillo!

HAY QUE DARLES ALGO
por Fray Josepho

Algo hay que darles, me dicen.
No están cómodos, alegan.
Hay que quererlos, insisten.
Y enamorarlos, reiteran.
Somos muy malos, apuntan.
E imperialistas, comentan.
No los queremos, indican.
No los amamos, plantean.
Démosles algo, proponen.
Y dialoguemos, refuerzan.
No los ahoguemos, advierten.
Son diferentes, observan.
Seamos flexibles, sugieren.
Démosles mimos, alientan.
Y financiémoles, lanzan,
para lograr que nos quieran.

Algo hay que darles, Mesié,
seguro que usted concuerda.
Démosles besos, entonces,
prodiguémosles ternezas,
hagámosles carantoñas,
arrumacos y zalemas.
Cubrámosles de caricias
(hasta, si les place, obscenas),
y ofrezcamos nuestras popas,
sin recato y sin reservas,
para, de una vez por todas,
resarcirlos de la afrenta
de haberles robado todo
desde el año de la pera.
Que los hemos oprimido.
Que les provocamos pérdidas.
Que no les hemos dejado
hablar en su propia lengua.
¡Ya está bien de tanto abuso!
Si se marchan, se les deja.
Pero sigamos pagándoles
esa milenaria deuda
que con ellos contrajimos
por nuestra malevolencia.
Démosles lo que haga falta.
Vaciemos nuestras carteras.
Que nos insulten, si quieren.
Implorémosles clemencia.
¡Y que el Barça, cada año,
juegue nuestra liga y venza!

En Chic

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