La Sexta es, por méritos propios y del Gobierno de Rajoy, el foro donde se dilucidan las grandes cuestiones políticas de nuestro tiempo. Los platós de la UHF de Atresmedia son, desde luego, mucho más importantes que los salones parlamentarios. Un tertuliano de García Ferreras influye más que un diputado y lo que dice en su programa importa bastante más que una declaración parlamentaria. Ahora bien, cuando la cosa se complica y el país se enfrenta al abismo, Ferreras cede el turno a Ana Pastor.
A dos días de que tenga lugar la sesión de investidura de Pedro Sánchez no hay la menor garantía de que su intento vaya a tener éxito. La situación política española es de un claro bloqueo por la cerrazón de populares y podemitas, dispuestos a hacer fracasar el proyecto "reformista y progresista" de Sánchez votando en contra de su investidura. El Rey encargó a Pedro Sánchez formar Gobierno y, lo que es más importante, La Sexta encargó a Ana Pastor desbloquear la situación. Por desgracia, todo hace indicar que ambos mandatos están condenados al fracaso.
Sólo había que ver anoche al socialista Oscar López tratando de justificar los exabruptos de Sánchez contra Rivera en la campaña o el espectáculo lamentable de Javier Maroto, implorando al PSOE que permita a su jefe seguir en La Moncloa, para concluir que no hay nada que hacer. La Madre Lactante de España, Carolina Bescansa, se encargó de certificar que no habrá investidura, porque si los populares quieren llevar a Rajoy la presidencia del Gobierno, lo de los podemitas con la vicepresidencia de Pablemos es una obsesión enfermiza que solo la farmacopea puede a estas alturas paliar.
Tras hora y media de programa los representantes políticos solo se pusieron de acuerdo en hacer el ridículo de forma similar. Ana Pastor, siempre garantía de éxito, anoche fracasó. Si ella tampoco ha podido formar un Gobierno está claro que vamos a unas nuevas elecciones. Comienza la cuenta atrás.