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Así ha sido el regreso de 'La Voz', y el atropello de Alejandro Sanz a los demás coaches

Mucho flamenco, muchos elogios y, sobre todo, mucho Alejandro Sanz, que pudo escoger voces por aplastante mayoría en las audiciones.

Mucho flamenco, muchos elogios y, sobre todo, mucho Alejandro Sanz, que pudo escoger voces por aplastante mayoría en las audiciones.
Alejandro Sanz en La Voz | Telecinco

La Voz es uno de esos programas que hay que aceptar como son, aunque uno tenga que matar al crítico interior por una noche. Quizá el buen rollo de las audiciones a ciegas, con sus entrenadores formando equipo con un entusiasmo que parece fingido, estomague al recién llegado. Pero las cifras no mienten: primer trending topic en España desde el inicio y unas cifras de audiencia incuestionables (nada menos que un 28,7% de share) avalaron de nuevo la cuarta edición de La Voz española.

Y eso que novedades, más bien pocas. Los coaches están ya probados, con Manu Carrasco incorporándose desde La Voz Kids, Alejandro Sanz repitiendo y Malú que simplemente les esperaba ahí a todos por cuarto año consecutivo. Ni siquiera Melendi es un novato, aunque para su regreso ha habido que esperar un tiempo.

De modo que todo depende de los castings, con los cuatro jueces disputándose a algunos participantes de una manera casi inaudita en la historia del talent… Aunque en realidad tanto da: siempre que tuvieron oportunidad, éstos se fueron con Alejandro Sanz, que se erigió como el principal rival a batir desde el primer programa. Su supremacía fue evidente también entre las canciones, con el cantante haciéndose con el público ante la incapacidad de los otros coaches para seguirle el hilo.

Pero esto no va de jueces, sino de los 16 fichajes que tiene que hacer cada equipo (para un total de 64). Fue el caso de Esperanza, que cantó "Hello" de Adele como si el tema fuera suyo; aunque el gaditano Carlos, con los quejíos de "Lágrimas negras", o el intenso Paul, que iba de rockero pero entonó "Aunque tú no lo sepas" de Enrique Urquijo, también obligaron a tres de los cuatro coaches a girarse. A estas alturas Melendi, que hace poco casi pierde su carrera con una gresca a bordo de un avión, se habría transformado en un dispensador de elogios, quizá su manera de competir con la campechanía de su coach rival.

Una cantante curvy, María Córdoba, cantó con un importante chorro de voz pero fue la primera en seguir su camino, pese a algunos cocos que sí pasaron el rasero sin problema. No sería la única: la hábil Almudena, avergonzada de querer cantar a los 50, también acabó fuera. Que la música les acompañe.

Mala suerte, pero quizá el año que viene pueda hacer lo mismo que Thais, que superó las audiciones el año pasado y esta edición volvió generando el interés inmediato de las cuatro sillas con un show rockero convincente... Lo que no estuvo nada mal, en una noche donde sobró flamenquito y faltó de lo demás. Por eso, audiciones como la suya o la de la jovencísima Esmeralda, con "Is this love", fueron tan de agradecer.

Nada de eso importó a Rafa, el autobusero feliz, que volvió al género estrella y por eso llamó la atención de Malú después de cuatro sílabas de "La niña de fuego". Que es –lo adivinan–otro soliloquio flamenco. Si pensaban que el flamenquito había acabado ahí, piénsenlo otra vez: Pamprám repitió la jugada y se fue con Manu Carrasco.

Rafa prefirió marcharse con Alejandro Sanz, el más ídolo de los cuatro ídolos, cuando el roce entre éste y los demás era ya evidente: el de Sirope ya se estaba llevando demasiados concursantes y estaba dando explicaciones tontas para tratar de justificarlo, como ésa en la que dijo activar pelómetro (y la explicación mejor de lo que es el pelómetro, mejor en otro sitio). Si queréis, me voy, dijo medio en broma medio en serio, consciente de su superioridad.

Una insólita actuación tras el telón, la de Cristina y Guadalupe,fue el momento más original de la noche. Porque Guadalupe es una máquina capaz de superponer capas de sonido y jugar con la voz de su dueña, que la maneja como si fuera una extensión de su mente, y que levantó a los cuatro coaches de sus sillas rojas para una pequeña jam-sesión. Cris, para variar, se fue con (¿adivinan?) Alejandro Sanz.

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