Nadie en España esperaba seguramente el triunfo de un cantante español en el Festival de Eurovisión. Parecía inalcanzable, con ese complejo de inferioridad que nos ha guiado en distintos momentos y épocas. Raphael era el único que había logrado en dos ediciones del certamen lograr un meritorio puesto, cuando presentó un año "Yo soy aquel" y al siguiente, "Hablemos del amor". Pero Massiel, en la noche del 6 de abril de 1968 –esto es, justo hace medio siglo- se alzó como ganadora con "La,la,la". Aunque en puridad, siendo un festival de canciones, el trofeo fue recogido por los autores de dicha melodía: Manuel de la Calva y Ramón Arcusa, componentes del veterano Dúo Dinámico. En principio, RTVE había seleccionado a un casi desconocido intérprete barcelonés, Joan Manuel Serrat. Quien dos semanas antes de acudir a su cita en el Albert Hall londinense, donde se celebraría el Eurofestival, anunció que o interpretaba "La,la,la" en su lengua vernácula, el catalán, o no iba. ¿Y por qué no lo adujo antes, cuando le propusieron intervenir? Fue una operación de fuerzas catalanistas que convencieron al "mánager" del Noi de Poble Sec, Lasso de la Vega y éste a su vez poco menos que conminó a su pupilo de que era mejor olvidarse de esa oportunidad para evitarse otros problemas en Cataluña. Las autoridades franquistas no podían tolerar aquel pulso y prohibieron en todas las emisoras radiofónicas del país, incluida naturalmente Televisión Española y toda la cadena de medios periodísticos el nombre de Serrat y la difusión de sus discos. Joan Manuel sin duda cometió una innecesaria provocación, pero el castigo recibido fue importante.
Por aquella renuncia, Massiel sustituyó a Serrat. En principio el elegido iba a ser un asturiano de bonita voz llamado Daniel Velázquez. Mas dado que la casa discográfica de Serrat había desembolsado una importante suma de dinero en la promoción de "La,la,la", los prebostes de RTVE dejaron que la firma Zafiro sugiriera otro cantante de los suyos. De esa manera se acordaron de Massiel. Que se hallaba de promoción y actuando en México. En once días tuvo que aprenderse la canción, ensayar y acudir a la capital británica, luciendo una airosa minifalda que adquirió en París en la "boutique" del conocido modista Courréges. Su rival más directo era el renombrado Cliff Richard, antiguo solista de Los Shadows, quien tras el cómputo de votos quedó en segundo puesto. Ganó Massiel, que hizo una interpretación vibrante, llena de entusiasmo.
Aquella noche, tras concluir el evento, tuve que escribir una breve crónica para mi sección musical en el diario deportivo As y otra más amplia para Semana. Hacia la una y pico de la madrugada, me desplacé a la cercana vivienda de Massiel, desde la redacción de ambas publicaciones, en la calle de Leganitos. Me abrió la puerta el sereno –aún los había en aquella primavera de 1968-, accedí a la vivienda de la cantante y pude compartir con la madre, la abuela paterna y el hermano de Massiel el triunfo de ésta. También se hallaba presente el director de cine Pedro Olea. Pudimos hablar con teléfono con la triunfadora que nos dijo, entre hipidos, llantos y risas, que ella creía iba a quedar en un tercer puesto. En el barrio, como era algo gordita, la motejaron como "La tanqueta de Leganitos".
Unas semanas antes en los despachos del Ministerio de Información y Turismo, cuyo titular era Manuel Fraga Iribarne, se dio luz verde para que un emisario de RTVE lograra contactar con directivos de varias televisiones europeas. Era preciso que no hiciéramos el ridículo en Eurovisión, ganar si fuera posible, para contrarrestar las protestas de muchos medios de información europeos contra la política franquista en aquellos tiempos. El enviado en cuestión era un avispado productor de televisión austriaco, que llevaba viviendo varios años en Barcelona, adonde recaló huyendo de los nazis con la compañía de Los Vieneses. Se llamaba Arthur Kaps. Tenía excelentes contactos. Logró que su compatriota, el gran compositor Bert Kaempfert, autor de "Extraños en la noche", realizara los arreglos –magníficos- de "La,la,la". Después, hemos de suponer, dado que nunca se ha podido probar en documento alguno, que Kaps llegara a un acuerdo con varias televisiones centroeuropeas para comprarles una importante cantidad de programas. El precio venía a ser, siempre suponiéndolo, un modo de asegurarse algunos votos a nuestro favor el día en que "La,la,la" se escuchara en el Albert Hall de Londres. Naturalmente que esos supuestos votos podían no haber sido suficientes. El caso es que, sin restarle mérito alguno a Massiel, RTVE ganó el Eurofestival. Lo que para los veintitantos millones de telespectadores que siguieron aquella retransmisión –en blanco y negro todavía- significaba un triunfo de toda España. El regreso desde la capital británica de Massiel, dos días después, tuvo el prolegómeno de un recibimiento triunfal en el aeropuerto de Barajas. Lo que siguieron después fueron homenajes, muchas actuaciones, la distinción del Lazo de Isabel la Católica –que ella rechazó, así como ser recibida por el mismísimo Franco-. Por supuesto esto último fue silenciado y ni ella misma osó decirlo en público. Con el paso del tiempo ha llegado a decir que su triunfo en Eurovisión le perjudicó. Ella sabrá por qué. También nos enteramos mucho más tarde que había tarifado con Serrat, por algunas declaraciones que se cruzaron.
Su carrera artística desde aquel abril de 1968 tuvo éxitos musicales discontinuos y algunos otros en el teatro, donde asimismo destacó. Por encima de triunfos y fracasos, Massiel siempre impuso su personalidad. Su vida sentimental asimismo fue a veces de tumbo en tumbo. Julio Iglesias quiso un día darse un achuchón con ella en el mismo portal de la casa de Massiel, y ésta le paró los pies. Y ya no volvió a salir más con él: "Era muy soso", me contó la interesada. Se casaría con un guapo cirujano plástico y cantante ocasional, Luis Recatero. Boda que atrajo a un montón de reporteros y curiosos. No llegó a durar un año la convivencia. Según Massiel, su marido era un machista de tomo y lomo que no la dejaba ensayar por las noches la función que iba a estrenar con Fernando Fernán-Gómez, de Bertolt Brecht. Tenía veintitrés años. Se casó civilmente después con el diputado socialista Carlos Zayas, por cierto de familia con título aristocrático. Siete años de unión, y un hijo, Aitor, que nació en 1977 en Londres pues Massiel aún estaba legalmente casada con Recatero. Un millón de pesetas cobró por la exclusiva de ¡Hola!. En junio de 1985 el tercer marido de Massiel fue el periodista Pablo Lizcano, cuyos padrinos fueron la actriz Silvia Pinal y García Márquez. "La Revista" pagó un buen pellizco al flamante matrimonio. Hubo ruptura y Lizcano, que moriría joven, encontró a Rosa Montero con quien consolarse, en tanto Massiel ya no quiso más ataduras matrimoniales. En su vida hubo otros hombres, aunque no se conocerían más romances que los que sostuvo con el productor cántabro José Sámano (que luego conquistó a Mercedes Milá, a Mónica Randall y a otras respetables féminas) y otro colega de éste, José Frade.
Desde 2012 Massiel se retiró de la vida artística, aunque no ha dejado de comparecer en los medios. Tiene un patrimonio suficiente para vivir sin apuros. Y ha vivido tal número de experiencias que pocas mujeres de su generación podían habérselo permitido.