Pasó un mal trago por las críticas, excesivas, en redes sociales. Tuvo que agigantarse para no caer en una depresión como contó ella en una entrevista hace mes y medio. Fue duro porque la fama le llegó cuando no pensaba que iba a ser tan pesada. Chanel volvió, se refugió en la música, en su canción y encontró la luz al final de un túnel que estaba volviéndose muy negro.
Ahora ha conquistado a los eurofans con su movimiento de caderas sugerente. Ha hecho que las apuestas tengan en cuenta a España, que puede estar muy arriba en el Festival de Eurovisión. Chanel está en Turín desde el pasado jueves y este sábado representará a nuestro país en el Palasport Olímpico de la ciudad italiana en el tradicional certamen. Lo ha dicho en alguna entrevista previa. "Queremos que todos bailen el tema. Es el objetivo desde este momento hasta después del festival".
La cantante se ha encontrado muy cómoda estos días en Turín y ha introducido novedades que nos sorprenderán en la gala. La actuación de la intérprete española se producirá en la primera mitad de la gran final de este sábado y allí es donde observaremos un cuadro de baile, inédito hasta ahora, y unos cambios en la melodía que convencieron a la cantante el pasado sábado, fecha en la que los puso en práctica por primera vez. La canción "SloMo" gana fuerza y el sonido de unas trompetas que simbolizan la cultura de la artista cubano-española es extraordinario.
Los retoques en la canción han hecho que unas nuevas encuestas sobre las favoritas sitúen a nuestra cantante en quinto lugar por detrás de Ucrania, Israel, Suecia e Italia. Quizá sean unos pronósticos muy optimistas para España. Lo que está claro es que "SloMo" ha ganado carisma. Es un cambio melódico ligero pero que se nota y hace que la actuación de enero en el Benidorm Fest, donde se hizo con el triunfo para estar en Eurovisión, quede muy lejos.
Va con ilusión Chanel para hacer un buen papel, tanto que ha comentado en las redes sociales "lo ilusionada que está con esta actuación. Es una responsabilidad máxima". Quiere hacer olvidar los puestos negativos que ha tenido España últimamente donde apenas nos asomamos a la parte media de la clasificación. Lo último digno fueron dos décimos puestos, el de Ruth Lorenzo en 2014, en Cophenague y el de Pastora Soler en Baku, en 2012. Atrás quedan ya las actuaciones de Beth, sexta en 2003 y de Rosa, quinta en 2002, lugares que ni soñamos en los últimos años.
Incluso de la prehistoria parece el segundo lugar de Anabel Conde en 1995 cuando su "Vuelve conmigo" destrozó todas las apuestas colándose en el subcampeonato, el mejor lugar de España en los últimos 50 años. Muy arriesgado soñar con que Chanel rozará esos lugares pero puestos a soñar decir que la de este año es la apuesta más arriesgada de TVE últimamente. Una canción movida y con una puesta en escena muy sofisticada.
No lo tendrá fácil por supuesto este sábado en la gran final. De hecho el voto del jurado puede ser que sostenga a España en una posible buena posición pero el voto de la gente, vital en el certamen desde 2015, arrastrará seguramente a la nuestra a posiciones lejanas al triunfo. Una cosa son las apuestas, las visualizaciones en internet, las previsiones siempre optimistas pero otra son la realidad que depara desde que el televoto de la gente es crucial. Ahí España es votada mínimamente. Soñamos con que sea el momento de cambiar pero es muy complejo hacerse a la idea.
Para los primeros puestos varios países están muy bien posicionados. Italia con la apuesta melancólica de Mahmood y Blanco. El primero ya quedó segunda con "Soldi" en 2019. Los dos arrasaron en el Festival de San Remo, tradicional cita por la que Italia otorga el pase a Eurovisión desde tiempos inmemoriales.
Suecia, Ucrania, Polonia e Israel pegan fuerte. Cornelia Jakobs lleva para los escandinavos "Hold me closer", una balada muy sólida que estará arriba seguro. Ochman lleva su "River" para Polonia, una canción fantástica para hacer ganar por primera vez el festival a los polacos.
Ucrania tiene en "Stefania" de la Kalush Orchestra una oportunidad buena para hacer un buen papel, como sus compatriotas Ruslana y Jamala, ganadoras en 2004 y 2016. Y además tienen el voto de la gente muy inclinado por el conflicto que asola el país desde febrero. Ojo a esto que puede ser un factor básico en la victoria final.
Israel, ganadora del certamen en 2018 con Neta, ha podido participar finalmente tras unos problemas de desplazamiento de toda su delegación. A mediados de abril anunciaron que rechazaban ir este año pero hace unos días la Televisión del país confirmaba que todo estaba en orden e incluso Michael Ben David, el representante israelí, colgaba en su cuenta de Instagram unas fotos en el aeropuerto de Jerusalen embarcando destino Turín. Su "I.M." ha impactado entre los eurofans y es uno de los favoritos al triunfo.
Con esta incorporación y con la expulsión confirmada a principios de abril de Rusia todo está preparado para que el certamen sea un éxito. Para que Chanel nos dé una alegría tras todo el esfuerzo que ha hecho por evadirse de todas las críticas que tuvo que soportar una vez fue elegida para representar a España. Ha conseguido cambiar las tornas y hacernos ver a muchos que, tras la masiva decepción que nos generó la no elección de Rigoberta Bandini para el festival, todos bebamos los vientos por ella.
Se espera un festival que sorprenda, con predominio de las baladas sobre los temas movidos. Y en ese sentido canciones como Azerbayán, Armenia, Alemania y Reino Unido se pueden colar como sorpresa. El sábado la solución en Turín, ciudad elegida para celebrar el festival por el triunfo italiano de Maneskin el año pasado en Rotterdam. La organización ha elegido como recinto este Palacio Olímpico con capacidad para 13.000 personas. Han tirado la casa por la ventana. La ocasión bien lo merece.