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Leiva revela cómo el accidente en que perdió un ojo le sirvió "de entrenamiento" para la fama

El músico que tiene ahora un ojo de cristal recibió un disparo cuando solo era un niño, aunque eso nunca le ha supuesto un trauma.

Gtres

El músico madrileño Leiva ha estrenado su película documental "Hasta que me quede sin voz" en cines, un film que promete —en palabras del propio artista— "contar las cosas de verdad". El film retrata la vida del artista desde una perspectiva honesta y cercana, mostrando la cara más humana de su día a día: desde la vorágine de la vida frenética a los problemas cotidianos y normales. Sin embargo, insiste en que no se trata de un ejercicio de "autobombo" ni de un documental sobre sí mismo, sino del proyecto de unos amigos en el que él simplemente es el protagonista. En el marco de su promoción, el cantante visitó El Hormiguero, donde, en una conversación con Pablo Motos, compartió uno de los episodios que marcó su infancia y que le dejó como secuela la pérdida de un ojo. Leiva quiso dejar claro que hablar de este suceso "no tiene un contexto morboso ni gratuito", sino que forma parte esencial de su historia y de su relación con la fama. "Desde muy chiquitito me acostumbré a que me miraran, porque tenía una cuestión estética rara", explicó.

"Fue cuando tenía 12 años", comenzó contando el artista. "Fue un accidente. Me dispararon muy cerquita con una pistola, perdí el ojo y no tenía ni córnea, ni iris, ni blanco… Era como una masa gris", explicó con serenidad.

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Leiva recordó cómo la noticia corrió "como la pólvora" por su barrio y cómo desde entonces comenzó a convivir con las miradas curiosas y los cuchicheos de los demás. "Yo llegaba a los sitios y todo el mundo comentaba: ‘ese es el chaval al que le dispararon’."

Años más tarde, ya convertido en una figura popular de la música española, el artista estableció un curioso paralelismo entre aquella etapa de su niñez y su vida actual. "Cuando tuve cierta popularidad, sentí algo familiar", el cantante tenía la misma sensación de ser observado desde muy pequeño: "Me sirvió de entrenamiento", dice con humor. "Desde niño me acostumbré a que me miraran, porque tenía una cosa rara", y añadió entre risas: "Sobre todo los niños que no filtran, y cuando veía uno pensaba: ‘este cabrón me va a decir algo’".

A pesar de la dureza de la experiencia, el cantante aseguró que nunca lo vivió con trauma pese a ser señalado como el disparado, el suceso "no daba lugar a mofas" ni a recibir burlas. "Yo salí de ahí sin un ojo y me puse a jugar", relata, destacando la adaptación a las distancias al perder las medidas de las dimensiones.

Leiva también recordó con ternura cómo sus padres, preocupados por posibles secuelas psicológicas, lo llevaron a un especialista. "Mi madre me cuenta que al salir, el psicólogo les dijo: ‘El trauma lo tenéis vosotros. El chaval está perfectamente’", reveló con una sonrisa.

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La lección del accidente

El artista contó que el mismo día del accidente vivió un momento que le dejó una lección imborrable, gracias al celador que lo trasladaba al quirófano mientras el balín seguía muy cerca de su cerebro y perdía sangre. "Todo el mundo estaba muy asustado", relató. En ese instante, el celador que lo acompañaba durante aquel breve trayecto le dirigió unas palabras que nunca olvidó tras preguntarle su nombre. "Eres la persona con más suerte que conozco, porque de todos los órganos que se pueden perder el único con el que tu vida va a ser exactamente igual es el ojo. Así que entra al quirófano sabiendo que tienes mucha suerte", recuerda el músico las palabras de aquella persona que se cruzó en su camino. "Y con el tiempo me he dado cuenta de la enorme injerencia que tuvo en mi vida", reconoce entre aplausos.

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