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Carta de amor

Historia de un adiós, primera parte

A lo mejor no me comprenderías si te dijera que yo necesito verte todas las semanas...

Carta de amor: "Historia de un adiós, primera parte."

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Aunque apenas levantes la cabeza y te aísles en ese lugar de tu memoria que habitas y que a los demás nos parece olvido.

Sigo sintiendo por ti ese respeto grave que los niños de antes teníamos hacia nuestros abuelos, aunque tú ya no seas dueño de tu cuerpo. En cuanto te veo, abandono la realidad, huyo de canas disimuladas, de marido y niños, de trabajos y cocinas, y de todas esas cosas que me convierten en adulta.

Y entonces, monto en mi triciclo, agarro firmemente las empuñaduras de plástico y pedaleo con fuerza alrededor del cedro que plantaste en el centro de tu patio, desandando la espiral del tiempo para regresar a la protección segura de tu regazo. Donde los demás ven un hombre serio y de mal carácter, mi sonrisa incombustible encuentra amor y comprensión. Cuando el miedo me paraliza, sólo entonces, levantas la voz: "¡No hagáis llorar a la nena!", y yo me refugio entre tus brazos.

Como si acabáramos de cenar, en esta noche de verano, aspiro con deleite los aromas que desprende tu casa, a pan tostado, a tu loción Floïd Blue, a hogar. Parpadea en la oscuridad la televisión que no miramos, mientras se revuelven cantarinas las fichas de dominó sobre la mesa en la terraza, y memorizo para siempre la lección que me dictas: Tengas menos, tengas más, la salida taparás.

Me mandas al garaje a buscar bebida y vuelvo a quedarme enganchada en las redes que cuelgan secándose en la noche serena. Mañana volverás al río a pescar con tu barquita y tu amigo. Me desenredas con una carcajada limpia que me nubla un poco los ojos y me devuelve a la realidad severa.

Llevas las gafas sucias, abuelo. Déjame que te las limpie, que si nos viera la abuela nos regañaría. Y con la mano me haces un gesto para que deje de nombrarla, porque a lo mejor tapando esa salida consigues que no sea verdad que ella se ha ido para siempre. Y yo te dejo que así lo pienses, y engaño un poquito más al tiempo. No quiero decirte adiós, abuelo.

Ana

En Chic

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