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El símbolo pagano que perduró en el cristianismo

Los laberintos, surgidos del paganismo y la mitología, acabaron instaurados en muchas catedrales góticas de Europa.

Los laberintos, surgidos del paganismo y la mitología, acabaron instaurados en muchas catedrales góticas de Europa.
La catedral Notre-Dame de Chartres

¿Puede un símbolo pagano estar presente en una catedral católica? Los laberintos, dispersos en algunas catedrales góticas de Europa, suponen un auténtico quebradero de cabeza para muchos turistas que tratan de dar respuesta a tan curioso fenómeno.

Los laberintos son construcciones con más de 4.000 años de historia. Estas herramientas esotéricas estaban ya presentes en las culturas mediterráneas de la Antigüedad, como en Egipto, Grecia o el Imperio Romano. Los laberintos eran usados en ritos y ceremonias de iniciación, para contrarrestar "las fuerzas negativas" y dar la capacidad de dirimir entre el bien y el mal. La iconografía de estas encrucijadas de caminos solían, en su mayoría, estar vinculados al combate mitológico entre Teseo y el Minotauro, que tuvo lugar dentro de un laberinto y que para salir de allí Teseo contó con la ayuda de la princesa Ariadna.

Ya durante la Edad Media, esta herramienta pagana fue cristianizada, dándosele un nuevo valor espiritual. Se conservan laberintos en catedrales como Reims, Amiens, Saint Martin de Lucca, Arras, Auxerre, Toulose, San Vital de Ravena...entre otras. Pero el laberinto más famoso y notable ubicado dentro de un templo religioso es, sin duda, el de la catedral de Chartres - a 80 kilómetros de París-. Además de tener unas dimensiones notables, el de Chartres, a diferencia de otros laberintos se conserva con la piedra original de Berchéres con la que fue construido. La catedral Notre-Dame de Chartres, única en su especie, rompe el horizonte con sus dos torres mellizas, una de estilo románico y la otra de estilo gótico. El papa Juan Pablo II resaltó este patrimonio de la Humanidad, como "una herencia más que inestimable" debido a su gran belleza y originalidad.

Notre-Dame de Chartres, construida sobre una catedral románica, fue consagrada en 1.260. El laberinto, finalizado junto a la parte base de la catedral en 1.230, tuvo una gran notoriedad en la Europa convulsa de aquel entonces, tras las sucesivas cruzadas por la caída de Jerusalén. Recorrer el laberinto de la catedral de rodillas, se convirtió en un acto espontáneo de penitencia y mortificación con la cual muchos peregrinos, con pocos recursos, conseguían indulgencias.

Todos aquellos fieles que, de forma individual, buscaban penitencia recorrían de rodillas los 261,5 metros que componen en total este laberinto, en un tiempo cercano a una hora. Es por ello, por lo que el laberinto de Chartres fue conocido en el pasado como "la legua", al ocupar el mismo tiempo que los cinco kilómetros que recorrió Jesucristo con la cruz a cuestas durante la Pasión.

Progresivamente, el uso de los laberintos en los templos fue institucionalizado por la Iglesia, dándosele un sentido de carácter festivo, configurándose como un círculo de juegos y bailes en determinadas fechas y fiestas litúrgicas. Textos datados del año 1.396, narran como durante la Pascua, al son de un canto gregoriano, Victimae Paschali Laudes, se desarrollaba un juego en donde una persona en el centro con una pelota tenía que lanzársela a los demás compañeros que se movían en círculo en torno al laberinto.

A diferencia del concepto que tenemos de laberinto, estas representaciones cristianas no tienen pérdida, son de sentido único. Tratan de simbolizar el camino de la vida, el poder de la fe, ante el hastío y la frustración por no poder sobrepasar o entender los obstáculos venidos.

El laberinto, al estar en la nave de la catedral, se encuentra tapado durante la mayoría del tiempo por sillas, reservadas para todos los asistentes y fieles que acuden al templo. Aún así, la legua se puede ver y recorrer todos los viernes desde el inicio de la Cuaresma, tras el Miércoles de Ceniza, hasta la festividad de Todos los Santos, el 1 de noviembre.

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