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Naturaleza, tradición y mucha cerveza en el centro de Flandes

Un recorrido por el pequeño universo de la cerveza más típica del Brabante Flamenco en Bélgica.

Un recorrido por el pequeño universo de la cerveza más típica del Brabante Flamenco en Bélgica.
Los secretos del Flandes más cervecero en imágenes

Flandes esconde un gran número de tradiciones centenarias, rincones con historia o tesoros culturales que merecen la pena ser descubiertos. Uno de esos rincones está situado en una pequeña extensión de tierra al sur de Bruselas, dentro de la provincia del Brabante Flamenco y que forma parte del llamado cinturón verde belga. Una campiña repleta de vida, cuya extensión rodea la capital del país y es considerado el corazón cervecero de Bélgica.

Sumergirse en el verdor y oxigenado entorno de la zona supone desconectar, al menos por unos días, de ese estrés que imponen las grandes ciudades los días laborables, o del veloz turismo con un apretado itinerario que supone un viaje con un interés más urbano y monumental en el que la máxima es: cuanto más rápido, más se ve. Esta no es la idea. Este cambio ya se nota al desplazarse algunos kilómetros hacia el sur de Bruselas, a medida que se atisban los árboles en la lejanía, el entorno se va transformando, poco a poco. Barrios por casas individuales, coches por bicicletas o vecinos paseando sus apreciadas mascotas, por animales en medio del campo.

Apenas 20 kilómetros separan la estación central de Bruselas de Halle, Lembeek y Beersel, las localidades que pueblan la rivera del río Senne, principal fuente de vida en un paisaje repleto de bosques, animales y sobre todo cervecerías. La frescura de la vegetación y los campos de hierba se dejan sentir en la piel de la cara, al abrir la ventanilla del coche o al recorrer sus carreteras en bicicleta, mientras se observa cómo un rebaño de ovejas pastan a sus anchas en la pequeña parcela de un lugareño. Una vida tranquila y sin complicaciones, sobre una planificación urbanística simple, organizada por casas individuales, que ya se deja entrever desde la ventanilla del avión, al sobrevolar las cercanías antes de aterrizar.

Una buena forma de recorrer esta parte de Flandes dedicada a la cerveza del tipo Lambic, es alquilar un coche o una bicicleta, con o sin motor. Una ruta cervecera de no más de 40 kilómetros a la redonda, en su mayor parte llana, sin complicaciones, muy poco transitada por vehículos, aunque a veces escasa de señalización.

Para entender mejor la importancia de este tipo de cervezas Lambic conviene decir que solamente se producen en este área de Bélgica, ubicado en el valle del río Senne y que se caracterizan por ser fermentadas de forma natural por las levaduras y bacterias que se encuentran en todo el valle. Ya al entrar en Lindemans, una de las cervecerías más famosas y legendarias de la zona, un olor ácido, aunque no desagradable, se cuela en la nariz llegando a ser penetrante al entrar en la sala donde se realiza el proceso. Un olor que ha impregnado el aire y las paredes con el paso de los años.

Sin dejar de lado la experiencia cervecera, la región no es menos atractiva cultural y arquitectónicamente hablando. Halle, su principal núcleo urbano posee una impresionante basílica gótica situada en la plaza principal, frente a la alcaldía, que aunque pequeña, es muy transitada por personas de todas las edades que comparten su vivencias en su neerlandés natal. Un pueblecito tranquilo y con todo lo necesario para pasar unos días o incluso llegar a ser vivienda habitual, dada su cercanía con Bruselas (apenas 15 kilómetros).

Si el tiempo lo permite es obligado alquilar unas bicicletas y recorrer de arriba a abajo el bosque de Hallerbos, un paraje natural de cuento de hadas, que cada mes de mayo permanece tapizado por un manto azul de jacintos.

Lembeek, un pueblo cercano a la frontera lingüística de Bélgica, que separa Flandes de Valonia, también es otro punto urbano de interés, que posee una iglesia neogótica con mucho encanto. Pero sobre todo, en esta localidad se encuentra una de las cervecerías más conocidas de la zona la Brouwerij Boon, que produce cervezas de tipo gueuze y kriek.

Otro punto de interés viajero en las cercanías es Beersel cuyo castillo de tres grandes torres sobre un lago es sobradamente conocido en el país.

Cómo llegar

Volar al aeropuerto de Bruselas es la forma más rápida de llegar a la región. Coger un tren, de los muchos que conectan el aeropuerto con la Estación Central de la ciudad y alquilar un coche, o pagar a un conductor, es el paso imprescindible para poder llegar a Halle o Berseel. También es posible volar al aeropuerto de Charleroi, alquilar el vehículo, pero la distancia a recorrer es más del doble que desde la capital.

Detalles que completan el viaje

Una buena manera de comenzar la visita es comer o cenar en uno de los restaurantes cerveceros situados en Bruselas. Restobiers, en Rue des Renards 9, es una buena elección. Su menú gira en torno a la cerveza y dispone de un buen surtido de platos para todos los gustos.

Datos útiles

Es imprescindible conseguir un coche o una bicicleta (si se está bien de forma) para recorrer los itinerarios. Bélgica es un país muy bien comunicado en tren y tanto Bruselas, como Halle disponen de conexiones directas entre ellos y con el aeropuerto.

Entrar al parque de Hallerbos es gratuito aunque conviene contactar con un guía local para realizar alguno de los recorridos.

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