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Un viaje al pasado en el tren de lujo que atravesó la montaña para unir Segovia y Madrid

Un viaje a otra época, en el interior de un tren histórico,  donde el lujo y el confort del largo trayecto eran más lo más importante. 

Un viaje a otra época, en el interior de un tren histórico,  donde el lujo y el confort del largo trayecto eran más lo más importante. 
Un viaje al pasado en el tren de lujo que atravesó la montaña para unir Segovia y Madrid

Un gran número de curiosos y de aficionados se han congregado en la estación de Villalba para ser testigos del mágico momento de la salida de un verdadero tren histórico. Comienzan a acceder a sus vagones los pasajeros que han conseguido el preciado billete de ida y vuelta para poder disfrutar, al menos por un día, del placer de viajar en un tren histórico que cuando estuvo en funcionamiento fue sólo accesible para pocos españoles de la época.

"Hoy se verificará la inauguración oficial del ferrocarril de Villalba a Segovia", así se podía leer en las páginas del periódico El Liberal, un viernes 29 de junio de 1888. El tren ya había llegado 5 años antes a la capital segoviana, pero desde Medina del Campo, con lo que la unión vía férrea con Madrid supuso un salto al progreso, tanto para Castilla y León como para España. Su construcción fue sencilla, con la excepción del gran túnel de Guadarrama, cuyo macizo fue la gran barrera natural que aislaba a las dos comunidades.

El primer viaje en 1888 entre Madrid y Segovia, fue un verdadero hecho histórico, si se tiene en cuenta que se realizaba atravesando la gran mole de piedra que es el Sistema Central y que comunicó a las dos provincias por primera vez en su historia.

El pasado sábado, 1 de diciembre, de 2018, unos 200 pasajeros y otros invitados pudieron rememorar ese primer viaje, entre Collado Villalba y Segovia capital, en un tren de época, con seis vagones históricos, pertenecientes a la Fundación de Ferrocarriles Españoles, construidos en los años treinta del siglo XX y que fueron utilizados para este trayecto hasta los años 70 del siglo pasado.

En aquellos días el tren apenas superaba los 100 kilómetros por hora, con lo que los viajes podían llegar a durar varias horas (dependiendo de la distancia), algo que actualmente podría entenderse como una pérdida de tiempo, pero que en realidad suponía disfrutar del viaje en sí mismo y no tanto del destino.

130 años después esta nostálgica iniciativa, promovida por la Asociación de Amigos del Ferrocarril de Collado Villalba, los ayuntamientos de Collado Villalba y Segovia, Adif, Aremaf, Renfe y la Fundación de los Ferrocarriles Españoles, ha supuesto volver al pasado, durante unas horas para meterse en el interior de un tren de época, cuidado con todo lujo de detalles hasta el rincón más inaccesible, para celebrar la histórica conexión de las comunidades de Madrid y Castilla y León.

Este ingenio de acero y madera recorrió los 62 kilómetros de la línea, cuyo trazado es el original de 1888, pasando por las estaciones que vieron la circulación de sus primeros trenes y como tal, en todas ellas se congregaron algunos curiosos, cámara en mano, para inmortalizar el momento, como si fuese su primera visión de un tren pasando por su pueblo: Collado Mediano, Cercedilla, El Espinar, Otero-Herreros.

En origen, eran seis coches los que componían la serie. Tres de ellos eran del tipo Pullman, con butacas y detalles refinados en su decoración. Los otros tres, del mismo tipo, albergaban una cocina. Juan José Peña, de la Asociación de Amigos del Ferrocarril, aseguraba que "los cuatro restaurantes de lujo, fueron los de más alta gama" de los que se encontraban sobre las vías europeas.

Los afortunados viajeros que consiguieron su billete (las plazas se agotaron en poco tiempo) pudieron pasear por el interior del tren, observando los detalles decorativos de los coches, entrando en sus angostos pero lujosos baños de época o permitiéndose un refrigerio en el bar atendido por socios de la AAFCV. Minutos antes de llegar a su destino, al reducción de la marcha indica que el tren se está acercando a Segovia. Final del trayecto.

Como no podía ser de otra forma, la milenaria ciudad de Segovia, Patrimonio de la Humanidad, es merecedora de una visita al bajar del tren, verdadero protagonista del día. Es fácil darse cuenta de que la hora de reponer fuerzas ha llegado cuando el hambre comienza a hacer acto de presencia entre tanta emoción ferroviaria. Cerca de la ciudad castellana, a unos diez minutos en coche del centro, se emplaza el histórico pueblo de Zamarramala y en una posición privilegiada se ubica La Postal. Un restaurante de comida típica castellana que hace honor a su nombre ya que las vistas de Segovia desde el interior de sus salones son un privilegio para la vista. Para recrearse aún más en el mundo de los trenes, La Postal tiene su propio vagón comedor cuidadosamente conservado y donde una buena comida puede convertirse en una comida inolvidable.

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