
El Valle Salado de Añana, en la localidad alavesa de Añana y a poco más de 20 minutos de Vitoria, en Álava, es considerado un conjunto arqueológico, geológico, histórico y paisajístico único en el mundo. Su apreciada sal es completamente pura, ya que proviene de un antiguo mar de hace más de 200 millones de años.
Desde noviembre de 2017 el Valle Salado es Patrimonio Agrícola Mundial al contar con el título de la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial. Es el único paisaje con esta distinción de toda Europa, que tienen por ejemplo los arrozales de China o los cultivos de azafrán de Kashmir.
Es recomendable desplazarse durante unas horas por este lugar tan singular, incluso podría decirse que semejante a un paisaje lunar, pero que hará salivar a cualquiera que se proponga dar un paseo por el paraje, que en su día fue uno de los depósitos más importantes de sal, el llamado oro blanco por los romanos.
Este valle, que se presenta a primera vista como una estampa sacada de algún plano general de una película del género Western, está formado por decenas de plataformas de producción de sal al aire libre, es decir al sol. Una salinera con más de 6.500 años de antigüedad. El recorrido a pie se puede realizar en poco menos de una hora, disfrutando de los detalles y las sensaciones que se presentan a lo largo del recorrido.
Su particular arquitectura en terrazas es una característica imprescindible para su correcto funcionamiento. En tiempos de los romanos eran construidas en piedra, arcilla y madera y conforman una obra de ingeniería y empeño que ha perdurado con los siglos. Una extensa red de canales de madera distribuyen el agua salada que sale de los manantiales por sus más de 120.000 m2 de extensión.
Merece la pena dedicar un par de horas a la visita y desplazarse desde Vitoria para experimentar una ruta diferente: caminar por sus entrañas, palpar la madera impregnada por la sal desde hace innumerables años o humedecer los pies y las manos en salmuera y conocer de primera mano los rudimentos del oficio milenario de los salineros. Es curioso observar cómo los canales están sujetos con clavos de madera para evitar el óxido generado por la sal de esta mina a cielo abierto por donde, aún hoy, corre el agua salada casi como el primer día.
Para finalizar la visita es posible acceder al centro de visitantes de Añana y su tienda, donde poder conocer el oficio del salinero y aprender a degustar las distintas variedades de esta sal.
El proceso de recuperación real del Valle Salado no se inició hasta 1998, cuando la Diputación Foral de Álava puso en marcha una serie de propuestas para frenar e invertir el proceso de deterioro.