Lo llaman la España de los balcones, pero en el madrileño barrio de La Elipa no abundan balcones ni terrazas. José Luis de Arrese, el arquitecto falangista al que Francisco Franco aparcó en el Ministerio de Vivienda, levantó este barrio en los años cincuenta sin romperse demasiado la cabeza, llenándolo de edificios con forma de caja de zapatos —verticales u horizontales, según el caso— y con la intención de erradicar el chabolismo que hasta entonces asolaba la zona. Una de las leyendas que conciernen al nacimiento de La Elipa asegura que su nombre proviene de una tal Felipa, la supuesta dueña de las tierras sobre las que se asientan sus calles.
La ruda fisionomía de sus fachadas con tendederos, equipos de aire acondicionado, toldos verdes y barrotes no impide que en el interior de los hogares de La Elipa las preocupaciones de sus vecinos disten muy poco de las del resto de españoles. "Me iría a Canarias por el sol, por la naturaleza y porque allí se está muy bien", asegura Manoli, que como trabajadora del Hospital Beata María Ana ha sido testigo de la cara más oscura de esta pandemia. ¿A dónde podremos irnos de vacaciones este verano?, ¿con qué destinos soñamos? En este nuevo capítulo del podcast de viajes Kelugares, Kelu Robles se cuela en las casas de este barrio madrileño para conocer sus respuestas.
Sobre La Elipa
Tras atravesar varias etapas sociales desde el florecimiento del barrio, los estragos de la droga en los años 80 o la idiosincrasia cultural de la inmigración, en la actualidad La Elipa representa uno de los barrios con mayor asociacionismo vecinal de la capital. De corte trabajador y situado entre la M-30 y el Cementerio de Nuestra Señora de la Almudena, los símbolos más representativos de La Elipa son el Pirulí (Torrespaña) y un viejo tobogán con forma de Dragón.