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Mejores paisajes en España para disfrutar de la naturaleza

Pasear por la naturaleza es la mejor manera de desconectar del trabajo junto a familiares, amigos.... Una escapada o las vacaciones, nada mejor

Pasear por la naturaleza es la mejor manera de desconectar del trabajo junto a familiares, amigos.... Una escapada o las vacaciones, nada mejor
Cascada del Huéznar en San Nicolás del Puerto (Sevilla) | JUNTA DE ANDALUCÍA

España cuenta con una gran diversidad de paisajes donde perderse para disfrutar de ricos contraste, todo sin necesidad de salir de las fronteras. Desde la densa vegetación del norte, conocida por sus cordilleras montañosas y sus enormes acantilados, pasando por las grandes dunas del sur con sus áridos desiertos hasta el origen volcánico de las Islas Canarias o la naturaleza mediterránea, sin olvidar las joyas escondidas en el interior de la península.

En resumen, la orografía española cuenta con gran variedad de lugares mágicos que nos dejarán boquiabierto. ¿Por qué? Porque en sus tierras se esconden playas, cuevas, montañas, desiertos, lagos, cárcavas, dunas, volcanes... todo aquello que puedas imaginar y fotografiar.

Por ello, en Libertad Digital presentamos 25 de los paisajes más bonitos de España. Son ideales como vacaciones de verano o como escapada de fin de semana durante el resto del año, obviamente, si vas en invierno deberás abrigarte más de la cuenta. Descúbrelos y déjate asombrar por las maravillas que nos ofrece nuestra tierra.

Galicia

  • Playa de las Catedrales

Lugo cuenta con una de las formaciones más afamadas de la costa gallega gracias a la erupción del mar y el viento, ¿Qué son? Arcos y bóvedas de hasta 32 metros de altura semejantes al de una catedral. Esta playa está considerada como una de las 21 más bonitas de España y, cuando baja la marea, se puede pasear entre sus galerías naturales. Un lugar único situado entre Ribadeo y Foz que nada tiene que envidiarle a la playa de los 12 apóstoles de Australia.

Los acantilados de esta playa se han ido erosionando de tal forma que han creado una serie de arcos y cuevas, que parecen simular a los arcos de una catedral gótica. Un paisaje que sobrecoge a cualquiera que se acerque a pasear por ellos.

  • Cascada del Ézaro

El río Jallas pasaría sin pena ni gloria en los libros de texto sino fuera por su épico final. De hecho, seguramente la mayoría de los que me leen no sabrán dónde está ni por qué tiene un gran final.

Este no es otro que el hecho de que finaliza su curso cayendo por una pared de unos 40 metros de altura. Este espectáculo natural, único en España, se acrecienta con el épico entorno de Ézaro, con el cañón que del monte Pinto y la pequeña ría que apacigua las aguas antes de juntarlas, del todo, con el Atlántico.

Asturias

  • Bufones de Pría

Existe un rincón en Asturias donde al mar se le oye resoplar, colarse por las grietas de las rocas y caer ligeramente sobre la superficie. Este no es otro lugar que en Llames de Pría y a este fenómeno se le conoce como bufones.

¿Por qué ocurre este fenómeno? Ocurre debido al oleaje del mar, que en ocasiones cuenta con tanta fuerza que logra subir por las chimeneas y grietas ocasionadas en las rocas por la erosión del mar y de la lluvia. Las olas que golpean los acantilados expulsan el aire comprimido de estos recovecos, haciendo que en los días de mar brava éstas salgan por ellos como chorros de agua.

  • Robledal de Muniellos

En el confín suroccidental de Asturias, la vegetación se espesa y los árboles alfombran los montes sin dejar un terreno sin tapizar. Aquí es donde se encuentra el robledal de Muniellos, un paraje cuya altitud oscila entre los 680 metros y los 1.500, una horquilla ideal para que crezcan árboles con robustez y tranquilidad.

De entre todos ellos, el que domina este paraje es el roble, aunque junto a los ríos se pueden encontrar fresnos, sauces, avellanos, musgos y líquenes. La variedad de árboles la da la climatología asturiana. Un compendio que hace de este lugar casi secreto (se trata de uno de los rincones menos conocidos del Principado) un must para los que buscan desconectar. Es ideal si quieres pasar un fin de semana de escapada romántica con tu pareja, también como rincón de despedida de soltera de ese amigo o amiga que se casa en breve.

Navarra

  • Selva de Irati

La selva de Irati es una tupida masa verde entre brumas que casi no deja pasar la luz del sol, un prodigioso ecosistema que cubre 20.000 hectáreas de los valles y montes del norte de Navarra hasta llegar a Cize y Soule, ya en el sur de Francia.

La belleza de esta selva en medio de España, compuesta de hayas y abetos en su mayor parte, muestra todas las gamas del verde, hasta que llega el espectáculo de la otoñada, en este caso, algo así como una primavera teñida de marrones increíbles. El alto índice de precipitaciones anuales da origen a una abundante vida animal y vegetal difícil de igualar en otros lugares.

Cabe destacar que es especialmente bonito durante el otoño, cuando las hojas toman tonos anaranjados y ocres, convirtiéndose en un paisaje inolvidable. Es el mejor momento para visitarlo, pero hay que tener cuidado con la temperatura y las lluvias. Todo el parque está bañado por lagunas y riachuelos, siendo el hayedo-abetal más grande y mejor cuidado de Europa después de la conocida Selva Negra (Alemania).

  • Bárdenas reales

Navarra guarda entre su naturaleza uno de los parques naturales más peculiares de la península ibérica. Sus formaciones rocosas, compuestas de arcilla, yeso y arenisca y modeladas por la erosión del viento, son el principal atractivo de este conjunto declarado Reserva de la Biosfera.

Entre las más conocidas están la Pisquerra, un conjunto de mesetas de diferentes tamaños localizadas en la Bardena blanca; y Castildetierra, una enorme cabeza donde se han grabado numerosos anuncios y series de televisión. En el pasado, el área colindante con Aragón contaba con fortalezas defensivas que, posteriormente, se convirtieron en refugio para los bandidos. Hoy, todavía se puede ver algún resto.

Si queremos definir de alguna manera las Bárdenas reales es que son más similares al paisaje de una película del Oeste que a lo que nos tiene acostumbrados el norte de España. Sus característicos montículos y formaciones rocosas son su seña de identidad en la que sobresale su famoso cabezo de Castildetierra, una llamativa formación que se ha convertido en todo un emblema dentro del parque.

Aragón

  • Monumento natural de los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Rueba

El Monumento Natural de los Mallos de Riglos, Agüero y Peña Rueba es un conjunto de enormes formaciones de conglomerados modeladas por la erosión hasta alcanzar formas casi anatómicas.

Son paredes de verticalidad mítica que se formaron en el Terciario y que se han convertido en el paraíso de escaladores, pero también de todo aquel que quiera disfrutar de la belleza del entorno. Por ejemplo, es muy preciada la vista de Agüero: destaca la Iglesia de El Salvador cobre el casco urbano, tras el que se levantan las paredes anaranjadas de los mallos. Sin duda, un paisaje de proporciones épicas.

Cataluña

  • Parque natural de la zona volcánica de la Garrotxa, Gerona

Compuesto por más de cuarenta conos volcánicos y una veintena de coladas de lava, este parque cuenta con un gran valor natural. Está situado en la comarca de la Garrotxa, en Gerona, y ofrece 28 itinerarios pedestres con diferente longitud y dificultad que permiten recorrer las inmediaciones de los volcanes y disfrutar de su variada vegetación. Dentro del parque también se puede visitar la ermita dentro del volcán de Santa Margarita y el espacio museístico del volcán de Coscat.

Castilla y León

  • Pozo de los Humos, Salamanca

Con una caída de 50 metros, esta cascada situada en el Pozo de los Humos, es una de las maravillas naturales de Salamanca. El agua pertenece al río Uces, un afluente del Duero que se bifurca justo en este punto. El lugar fue descrito por Miguel de Unamuno como "la Caída de esas aguas es una de las más hermosas que pueden verse en aquellos adustos tajos ", de ahí a que el sendero que recorre la zona llegando hasta el agua haya adoptado su nombre.

El Pozo de los Humos cuenta con una gran riqueza vegetal, lo que permite dar cobijo a algunos animales como el lobo, la cabra montesa o el lince ibérico, entre otros. También es un buen lugar para avistar aves migratorias. Además, Salamanca no solamente cuenta con este Pozo de los Humos sino que es una ciudad y una provincia con cientos de destinos donde perderse durante el fin de semana.

  • Las Médulas, León

Declarado Patrimonio de la Humanidad en 1997, estas colinas rojizas que se entremezclan con la vegetación son una de las maravillas naturales de El Bierzo, en León. Durante el Imperio romano, las Médulas fueron una importante mina de oro, por lo que en el terreno se facilitaron accesos para su extracción y se montó una compleja obra de ingeniería para la canalización del agua.

Esta acción, que se desarrolló durante más de cien años, tuvo un importante impacto sobre el entorno, que hizo que la tierra y el agua modelasen el paisaje. La visita cuenta con un aula arqueológica donde se explica la historia del lugar, también hay varias rutas que recorre la zona y se puede acceder al mirador de la Orellán, desde donde se obtienen las mejores vistas del lugar.

  • Castañar de El Tiemblo, Ávila

Ubicado a apenas 90 kilómetros de Madrid, este paisaje se ha convertido en una socorrida excursión cuando caen las hojas y las castañas. Tanto los ciudadanos de Castilla y León como los madrileños aprovechan los momentos de descanso, especialmente en otoño, para visitar el castañar.

Su éxito es tal, que desde hace un año están implementando medidas y restricciones con el fin de evitar su sobresaturación en los meses de octubre y noviembre. Fuera de esta temporada alta sigue esperando un bosque denso, con decenas de castaños centenarios y diversas sendas donde huir del mundanal ruido y, de paso, donde comprender mejor este tipo de bosque casi monoespecífico que, cada vez, es menos común.

Castilla- La Mancha

  • Parque natural de las Lagunas de Ruidera, Albacete

Este espectáculo natural se encuentra situado en el campo de Montiel, entre las provincias de Albacete y Ciudad Real. Su belleza es tal que comparte consideración como una de las mejores representaciones de lagos creados por la acumulación de carbonato cálcico con el Parque Nacional de Plitvice, en Croacia. Esto permite la formación de presas naturales con imponentes cascadas que caen de una laguna a otra. Entre su rica fauna destacan las aves acuáticas como el carricero tordal, la gallineta o el aguilucho lagunero.

  • Nacimiento del Río Mundo, Albacete

Cerca de Riópar, en Albacete, se encuentra esa curiosidad geográfica que es todo un show natural. Y es que aquí, el río Mundo, en lugar de nacer en manantial tranquilo, lo hace surgiendo de dentro de la tierra con furia y estruendo. Es lo que se conoce como reventón, un fenómeno que tiene lugar por la acumulación de agua en el interior kárstico de la sierra del Segura. Eso sí, aunque el río siempre nace de la cueva precipitándose y formando pequeñas cascadas, el gran reventón solo se da en épocas de lluvias y deshielo. Por ello, la mejor época del año para ir a verlo, eso sí, muy bien abrigado, es en otoño e invierno.

Extremadura

  • Valle del Jerte

Este valle situado al norte de Extremadura es conocido por los campos cubiertos de cerezos en flor con la llegada de la primavera. Los mejores meses para visitarlo son marzo y principios de abril, cuando la floración está en su máximo esplendor. El Jerte se ve arropado por un gran manto blanco y da comienzo la Fiesta del Cerezo en flor.

Otros atractivos del lugar es la Garganta de los infiernos, una reserva natural con zonas de baño; o el cercano monasterio de Yuste, Patrimonio Nacional, ubicado ya en la comarca de La Vera. Hay que recordar que el valle toma el nombre del río Jerte y es ideal para pasar un fin de semana en familia o ir allí a hacer una sesión de fotos en primavera, con todos los cerezos en flor.

Andalucía

  • Parque de Doñana, Huelva

El visitante se enfrenta a una extensa riqueza de ecosistemas que diríase un continente en sí mismas: una geografía de humedales que son paso y lugar de cría de miles de aves, playas salvajes, dunas entre pinares, densos bosques de ribera, flamencos, un río, aldeas pintorescas. Parece difícil de abordar, pero nadie dijo que no se pueda visitar tantas veces como se desee, ya sea viniendo desde Sevilla, Cádiz o Huelva.

  • Duna de Bolonia, Cádiz

Con 30 metros de alto y 200 metros de ancho, este vasto conjunto de arena se encuentra dentro del Parque Natural del Estrecho, una de las zonas menos urbanizadas de la costa de Cádiz. También es de las zonas menos conocidas pero no por ello pierde su encanto. Al menos hay que visitarla una vez en la vida.

Alimentada por el viento de levante, la arena se cuela en el pinar de sus inmediaciones. Es el principal atractivo de la playa de Bolonia, donde en su entrada también se encuentra el conjunto arqueológico de Baelo Claudia, un antiguo enclave romano declarado Monumento Histórico Nacional.

  • Parque natural Torcal de Antequera, Málaga

Llamado así por los torcales, las formaciones circulares originadas por la erosión del viento, el agua o la nieve, este parque de Antequera guarda algunas de las muestras más representativas del paisaje kárstico de Europa. A través de dos rutas los viajeros pueden adentrarse en un paraje de esculturas naturales como el Tornillo, declarado Monumento Nacional, el Cáliz o el Sombrerillo.

Entre sus maravillas naturales también se encuentran sus cuevas y simas, como la del Toro y la Marinaleda I, cuyo principal atractivo son las huellas halladas que datan de la Prehistoria.

  • Desierto de Tabernas, Almería

Al norte de la ciudad de Almería se encuentra esta árida llanura compuesta de cárcavas, ramblas, torrenteras y taludes propias de los paisajes badlands. Se trata del desierto de Tabernas, conocido por haber servido de escenario a numerosas películas de spaghetti western durante la década de los 60 y 70.

También por ser uno de los mejores lugares de la zona para el avistamiento de aves, ya que está protegida para que estos animales puedan refugiarse en él. Entre ellos se pueden ver el vencejo real, el solitario o la granjilla, además de algunos mamíferos como el zorro, el lirón o el conejo.

Islas Baleares

  • Cuevas del Drach, Mallorca

Compuestas por cuatro cuevas unidas entre sí: Negra, Blanca, Luis Salvador y la cueva de los franceses, esta maravilla natural de Manacor, en Mallorca, es uno de las visitas más turísticas de la isla. Fueron creadas en el Mioceno, debido a la entrada del mar que fue creando túneles y galerías subterráneas que ya eran conocidas durante la Edad Media. En el siglo XIX se acondicionó para que pudieran ser visitadas, por lo que se añadió un nuevo acceso, escaleras, un trazado de 1.200 metros y se realizó la instalación eléctrica de la cueva. Hoy, además, la visita permite recorrer el lago Martel, llamado así por su descubridor.

Islas Canarias

  • Parque nacional de Timanfaya, Lanzarote

Este parque canario es conocido por sus montañas de fuego, como el popular Manto de la Virgen, la Caldera del corazoncillo y la Montaña rajada. Su origen data de 1730, momento en el que comenzaron las violentas erupciones que se prolongaron en 1736 y, posteriormente, en 1824, que cubrieron de lava el sur de la isla modelando la morfología del paisaje. Timanfaya es una de las mejores muestras de terreno volcánico sin vegetación y regala rincones de gran belleza como el popular Charco de los Clicos, un lago de color verde radiactivo causado por el azufre y las algas y algunas de las mejores playas de las Canarias.

  • Pilares de los Órganos, La Gomera

Llamado así por los cilindros de los órganos de las catedrales, estas formaciones rocosas fueron creadas por la erosión del mar sobre los materiales volcánicos. Declarado parque natural, esta joya se alza a 700 metros sobre un acantilado en la costa norte de La Gomera. Debido a su inaccesibilidad, para poder disfrutar de sus vistas será necesario hacerlo en una embarcación desde el mar o en avión, sobrevolándolo.

  • Garajonay, La Gomera

Enclavado en una elevada meseta, aparece la mejor representación de laurisilva de todo Europa, lleva aquí desde la Era Terciaria. Declarado Patrimonio Mundial desde 1986, el Parque Nacional de Garajonay se extiende por 4.000 hectáreas sobrecogedoras de laureles, musgos, brezos, fayas, helechos, adelfas, y así hasta 40 especies endémicas, alimentadas por la "lluvia horizontal" que absorbe la masa forestal. El nombre del parque viene de la leyenda sobre los príncipes aborígenes Gara y Jonay que se inmolaron por amor desde el Alto de Garajonay.

  • Playa de Sotavento, Fuerteventura

Es una de las más conocidas de Fuerteventura: 9 kilómetros de arena cuya anchura varía dependiendo de las mareas. En total comprende cinco playas maravillosas: Los Canarios, Malnombre, Mirador, Risco del paso y La barca. Cuando hay bajamar, el lugar se convierte en un enorme banco de arena que deja atrás pequeños charcos. Cuando sube la marea, en ella se genera en la orilla una enorme laguna ideal para practicar algunos deportes como el kitesurf o windsurf.

  • Caldera de Taburiente La Palma

Si de alguna forma se puede definir la isla de la Palma, además de por su verdor, es por su vertiginosidad. De hecho, entre el Roque de los Muchachos, su punto más alto (2.426 m) hasta el mar solo hay una distancia en línea recta de 9 kilómetros. Esta curiosidad ayuda a comprender la orografía caprichosa de este lugar, que tiene en la Caldera de Taburiente su pequeño gran tesoro. Se trata de un circo tallado por la actividad volcánica en los últimos milenios que llega a tener un diámetro de 8 kilómetros. Una especie de cápsula, de caldera -de ahí su nombre-, donde fauna y flora campan a sus anchas en una especie de reducto en el que el hombre es insignificante.

  • Sabinar de El Hierro

En el término de La Dehesa espera este conjunto de árboles que, por su forma, bien podrían ser el escenario de una paranoia surrealista. Y sin embargo, es muy real. Tanto, que hoy es un atractivo más de una isla que puede presumir de tener algunos de los parajes más singulares del archipiélago. Su secreto está en la belleza natural de las sabinas, un árbol que solo se puede encontrar en España, Marruecos, y Francia, y en la acción de los vientos alíseos, que han retorcido sus ramas y tallos hasta crear estas curiosas formaste sobreviven a la intemperie como con sumo estoicismo.

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