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Ocho planes para disfrutar de unas vacaciones únicas en la región portuguesa del Alentejo

Casas flotantes, castillos medievales, dormir bajo las estrellas... la región portuguesa aguarda un sinfín de sorpresas para vacaciones de ensueño.

Casas flotantes, castillos medievales, dormir bajo las estrellas... la región portuguesa aguarda un sinfín de sorpresas para vacaciones de ensueño.
Una de las calles de el Alentejo (Portugal) | Turismo de Portugal

Aunque el Alentejo es un destino ideal en cualquier época del año, en verano la región se impregna de una magia y una luz especial. Cada rincón de este destino portugués coge un nuevo sentido. Con mar y campo, ciudades y pequeños pueblos, hoteles de lujo y acogedoras casas rurales, este territorio ofrece infinitos atractivos para enamorar a todo viajero que ponga un pie en él.

De hecho, la región no solo es el destino perfecto tanto para aquellos que quieran realizar actividades culturales, de naturaleza o gastronómicas, también para los viajeros amantes del slow travel, los que prefieren la paz y el descanso antes que hacer muchas actividades. Con un encanto especial que difícilmente se explica con palabras, el Alentejo lo tiene todo para un verano único, sea quien sea el viajero.

Los planes son infinitos y variados según la zona, pero, si queremos centrarlos un poco en el mapa, a continuación, ocho planes originales que no hay que perderse este verano en el Alentejo:

  • Vivir en una casa flotante por unos días

¿Quién ha dicho playa? Si lo que se busca es vivir una aventura en todos los sentidos, no hay experiencia más original que la de alojarse en los barcos-casa del puerto deportivo de Amieira. Equipadas con todo lo necesario para no renunciar al máximo confort ni en pleno embalse de Alqueva, el mayor lago artificial de Europa, estas casas flotantes son la opción perfecta para contemplar el paisaje que rodea ese enclave único mientras se disfruta del buen clima y de la tranquilidad que otorga la naturaleza.

  • Refrescarse con un buen vino alentejano

Que el vino es uno de los mayores reclamos de la región no es ningún secreto. Los viajeros más exquisitos pueden dejarse cautivar por los elixires que se elaboran en las más de 22.000 hectáreas de viñedos que se extienden por todo el Alentejo. Si, además, acompañan la cata con manjares de la tierra como quesos, aceitunas y panes, la experiencia será un auténtico viaje a través de los sentidos.

Aquellos que quieran desarrollar su faceta enóloga pueden incluso participar en la recogida de la uva y elaborar su propio vino a través de las rutas "De la tierra a la mesa", que acercan la cultura enogastronómica de la región de la mano de productores locales.

  • Viajar en el tiempo hasta la época romana
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Monumento romano que sigue en pie en el Alentejo.

Alentejo es como un gran museo al aire libre. Dos de los mejores ejemplos de la presencia romana en la región se encuentran en Évora y Elvas, ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. En el centro histórico de Évora se puede visitar su templo romano, construido entre los siglos I y II d.C, mientras que en Elvas destaca el acueducto de Amoreira, considerado el mayor acueducto de la Península Ibérica con 8,5 km de longitud.

Los amantes de la historia tampoco pueden perderse las ruinas de la ciudad romana de Ammaia, descubierta a finales del siglo pasado y donde se pueden ver restos del foro, algunas termas e incluso un anfiteatro.

  • Capilla de huesos

"Nosotros, los huesos que aquí estamos, por vosotros esperamos" es la inscripción que se puede leer en la entrada de la famosa Capilla de los Huesos o Capela dos Ossos de Évora. Construida en el siglo XVI por un fraile franciscano, se trata de una estancia completamente recubierta de huesos y cráneos provenientes de los cementerios situados en los alrededores de la ciudad. Sus muros y columnas, decorados con los restos de unos cinco mil esqueletos, son también un buen refugio para las horas más calurosas del día.

  • Disfrutar de un concierto en un castillo medieval

Si se viaja al Alentejo entre el 22 y el 31 de julio, no se puede desaprovechar la oportunidad de asistir al Festival Internacional de Música de Marvão. Situado en la cima de una montaña, que es además el punto más alto de Portugal al sur del Tajo, el castillo de esta pequeña localidad cercana a la frontera con España es el escenario escogido por los grupos que forman parte de este evento musical único en el mundo por el entorno en el que se celebra. Disfrutar de música en directo mientras al fondo se pone el sol sobre el campo alentejano es una experiencia que, sin duda, va más allá de lo que se puede esperar de cualquier viaje.

  • Dormir bajo las estrellas

Con el buen tiempo y el cielo despejado, hay que poner rumbo a la aldea de Cumeada, en Reguengos de Monsaraz, donde se encuentra el Observatorio Dark Sky Alqueva, el más grande de Europa Occidental. La región fue la primera del mundo en recibir la certificación internacional Starlight Tourism Destination y, el pasado año, la iniciativa Dark Sky Alqueva fue galardonada con el Premio al Turismo Responsable en los World Travel Awards 2021, considerados los "Oscar del turismo".

  • Rodearse de corcho, literalmente

El Alentejo cuenta con la mayor superficie de alcornoques del mundo, árbol del que se extrae el corcho. La versatilidad de este material, unida a su sostenibilidad, lo convierten en uno de los materiales más utilizados en la región; tanto es así, que en la localidad de Gavião existe un hotel que permite dormir en refugios recubiertos de corcho, Gavião Nature Village. Aquellos que quieran descubrir más sobre este símbolo alentejano, también pueden realizar la ruta del corcho o Grande Rota do Montado, que atraviesa nada menos que 14 localidades.

  • Alojarse en una herdade típica alentejana

Otra opción es la de alojarse en herdades, casas de campo situadas a las afueras de los pueblos y ciudades, que aúnan el carácter tradicional de la región con todas las comodidades. Muchas de ellas se encuentran rodeadas de viñedos y tienen bodegas que se pueden visitar en sus propias instalaciones, como es el caso de Herdade da Malhadinha Nova, en Beja, o Herdade do Gamito, en Crato.

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