El restaurante Colósimo, ubicado en el número 67 de la calle de Ortega y Gasset, es conocido y reconocido por su espectacular tortilla de patata, un manjar que está fuera de carta pero que en cuanto sale de la cocina, desaparece. Una tortilla hecha con mucha cebolla, patata agria, huevos camperos, jugosa y servida con una rebanada de pan.
Al frente están los hermanos Ricardo y Mané Romero, dos jóvenes gaditanos que desde hace tres años nos deleitan con una cocina sincera y basada en cuidadas elaboraciones con una influencia clara de su tierra, lo que se refleja en una carta en constante evolución.
Puedes y debes empezar con una deliciosa ensaladilla suave y buena mayonesa (8€) coronada con gambas cristal y un boquerón en vinagre que le aporta ese punto necesario para toda ensaladilla rusa. También increíbles las croquetas de puchero (12€/6 unidades), muy melosas, casi líquidas y con un sabor intenso al guiso.
De esa influencia gaditana te puedes encontrar la ensalada de cherrys, camarones y jalapeños o el tartar de atún rojo que viene directo de las costas de Cádiz y que lo presentan con aliño de toque cítricos. También tiene sabor al sur la bodega de Colósimo, protagonizada por olorosos y generosos del Marco de Jerez y de la provincia de Cádiz, como el muy buen vino fino Arroyuelo de Bodegas Primitivo Collantes, de Chiclana de la Frontera (Cádiz), que saboreamos con los primeros bocados.
Uno de los platos que más éxito tiene y con razón es el de chipirón relleno con sepia a la plancha y caldo de coñeta –cangrejo verde típico de Cádiz–(17€).
Otra de las novedades que nos encontramos es su decoración tras la reforma del local. Alejado de las modas, Soledad Ordóñez Giordano, de Interior Design, ha diseñado un coqueto restaurante con una gran barra en la que puedes comer o picotear con una caña bien tirada en copa o un vermú personalizado de Montilla Moriles. El salón es muy agradable, con cómodos taburetes aterciopelados, sofás de cuadros y predominio de iluminación en las paredes, donde se esconde parte de la bodega, y en la que se ilumina el logo del restaurante.
Sus platos están elaborados con pausa, pensados para conquistar todos los paladares. Con un maravilloso vino tinto Dominio Fournier, D.O. Ribera del Duero, pasamos a probar los platos de carne en la que se aprecia esa cocina a fuego lento, como con el cordero ibérico con salsa de setas, sencillamente espectacular, perfectamente deshuesado el cuello y acompañado por unos crujientes de boniato. Tanto como las espectaculares carrilleras de cerdo ibérico con compota de manzana y unas chips finísimas. Perfectas de cocción y con un gran sabor. También recomiendo el canelón con carrillera de ternera con su jugo y queso payoyo, un plato que como nos reconocen los chefs no pueden sacar de la carta.
Los dulces también merecen que les hagas un hueco, como la deliciosa tarta de quesos con payoyo (5,50€), sin duda una de las mejores que he probado y con un muy buen sabor que le aporta este típico queso que proviene de una cabra autóctona de la Sierra de Cádiz.
En definitiva, Colósimo es un restaurante al que tienes que ir y cuando vayas, volverás, porque sabrás apreciar lo que estos dos hermanos hacen en la cocina y el buen trato que recibirán durante todo el servicio. Perfecto para un picoteo informal o para una comida o cena más relajada. También puedes disfrutar del buen tiempo o del aire libre en su terraza de una de las calles más exclusivas del Barrio de Salamanca y con un ticket medio de 35€.
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