Terracotta, el primer proyecto del empresario leonés Ignacio Sánchez que se ha estado cocinando durante tres años, quiere completar la oferta gastronómica y de ocio en una de las calles más animadas de Madrid, en el número 80 de la calle de Velázquez.
Su localización inmejorable, su formato fine dining con una propuesta gastronómica de temporada con una buena materia prima y muy buen servicio de sala a cargo de Borja se completa con una interesante carta líquida con una bodega con más de 50 referencias, de la que nos aconseja un muy buen vino tinto Sembro edición limitada D.O. Ribera del Duero, con destilados artesanales, cócteles y sangrías de autor o "sangaree’s", como las llaman en este restaurante.
Así, con una refrescante sangría Cítrica & floral (9€) comenzamos probando un maravilloso brioche de calamares, limas encurtidas y hierbas frescas (15€ / 2 unidades). Está de moda la reinterpretación del castizo bocata de calamares como el que hemos probado en Barra Alta y en La Cerda de Chueca y he de decir que a mí me están gustando mucho, al ser unos bocados más ligeros que los originales gracias al pan brioche y sus salsas y cítricos.
Carta en continua transformación
Si la carta de Terracotta está en continua evolución, de esta cena probamos los huevos rotos de caserío con carabineros al ajillo y caldo de sus cabezas (25,50€). El plato está rico y se nota que el producto es bueno, pero quizá se eche en falta algo más del sabor del carabinero, quizá por la gran cantidad de patatas que hace que se pierda.
El equipo de cocina, que cuenta con el asesoramiento del chef Carlos Núñez, utiliza métodos de cocción largos. Destacan por encima de todo los jugos, fondos y salsas, base con la que actualizan recetas de toda la vida llevándolas a presentaciones más actuales como los lomitos de bacalao al pilpil ligero de sus jugos, escalibada al carbón, piparras frescas y chips de ajo (26€).
Espectacular decoración
La decoración de Terracotta, obra de la interiorista Helena Cánovas, destaca al estar inspirada en esa arcilla modelada y endurecida al horno que fue el primer material artesano con el que se levantaron imperios y engalanaron palacios y mesas. "El objetivo era partir de la tierra para lograr un espacio de arquitectura artesanal respetando los primeros materiales con los que se construía y las formas geométricas que encontramos en la naturaleza", destaca la interiorista.
Predominan los tonos tierra cálidos que contrastan con toques de un verde que aporta luz y destacan los materiales naturales: el adobe y la arena de las paredes, el corcho natural del techo, las conchas y piedras de las mesas, la piel natural de taburetes y lámparas, el lino de las cortinas y la madera en la planta baja. Aquí prevalece lo artesanal hecho a mano, como el macramé negro de dos metros que preside la entrada o los azulejos de algunas de las mesas, colocados uno a uno. Y merece una mención la iluminación, clave para crear ambiente, que va cambiando a lo largo del día y se adapta a lo que sucede en el restaurante, más natural de día, más cálida y puntual en las cenas y a partir de medianoche llena de elementos sorpresa, aparecen formas detrás de las cortinas aportando el toque festivo al momento copas y cócteles.
Además del las mesas altas y bajas y la barra, Terracotta cuenta con una estupenda terraza para disfrutar de una velada al aire libre y de un precioso reservado con una casca de agua que esconde la pared frontal y que tiene una capacidad de hasta 17 personas con disponibilidad para la celebración de eventos.
Ojo a la torrija
Los platos se cocinan de cero, con mimo y con el tiempo que requiere cada elaboración para que no se pierda la esencia de la materia prima. Después del pescado probamos una buena presa ibérica de bellota al horno de carbón, verduritas salteadas y demi-galce de vino de Marsala (28,50€).
Y si la experiencia empezó de una forma extraordinaria con el brioche de calamares, termina en el mismo punto con una espectacular torrija caramelizada, salsa tofe y helado de leche merengada (7,50€).
Terracotta, que lleva casi un año en funcionamiento, cuenta con una gran aceptación por parte del público, prueba de ello es la cantidad de gente que entró en el restaurante buscando una mesa sin reserva. Así que recomendamos reservar para evitar frustraciones y quedarse sin probar este restaurante con amigos o con tu pareja, con un ticket medio de 45€ y carta específica con alérgenos e intolerancias.
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