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Ciudades, pueblos, maravillas y dos encuentros con la muerte: una semana en coche por la República Checa

Alquilar un coche y planificar una ruta por el país es una forma excelente de recorrer Chequia, un país fantástico más allá de Praga

Descubrir la República Checa mucho más allá de Praga: una aventura sencilla y llena de (buenas) sorpresas

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Alquilar un coche y planificar una ruta por el país es una forma excelente de recorrer Chequia, un país fantástico más allá de Praga
El parque de Lednice, desde lo alto del minarete. | C.Jordá

Hay países que han tenido la suerte de tener una capital muy conocida que se ha colocado como un gran destino turístico desde hace mucho tiempo; pero a veces esa fortuna tiene algo de maldición: esa metrópoli tiene tanto éxito que el resto del país pasa como desapercibido o al menos, bajo el radar de la mayoría de los viajeros.

Es el caso de la República Checa: tiene una capital extraordinaria, bellísima, pero los turistas no suelen viajar más allá y se pierden un país que es tan maravilloso como la propia Praga y, precisamente por poco conocido, muy sorprendente.

En El Placer de Viajar hemos realizado un viaje fantástico que nos ha permitido conocer esa otra República Checa llena de ciudades hermosas, de palacios espectaculares, de jardines tan bellos que resultan difíciles de creer.

Una aventura fácil y cómoda

La mejor forma de hacerlo es en coche: después de volar hasta allí con alguna de las muchas conexiones que unen Chequia y España se puede alquilar un vehículo con unas tarifas muy razonables y permitiendo un viaje muy cómodo: las carreteras checas son buenas, las distancias no son excesivas, la mayor parte de las zonas que se visitarán son casi rurales y no tienen mucho tráfico y, con los dispositivos de navegación modernos no hay que preocuparse de leer los mapas, sólo de seguir las instrucciones que nos da el señor Google.

Además, como seguimos estando dentro de la Unión Europea no hay que preocuparse por los datos del móvil, que parece un detalle insignificante pero en realidad no lo es.

El poder económico medieval

Nuestra primera parada fue Kutna Hora, hoy en día una pequeña ciudad con un aire muy medieval pero en su tiempo el centro económico del antiguo reino checo. La razón fueron las minas de plata, abundantísimas, que llevaron incluso a establecer allí la llamada Corte Italiana en la que se acuñaban las monedas, que estaban entre las más fuertes de Europa central.

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El Osario Seldec, una sorpresa memorable en Kutna Hora | C.Jordá

Kutna Hora tiene no uno sino dos centros históricos y en cada uno de ellos hay una espectacular catedral gótica. Junto a la segunda de ellas está la que es sin duda la atracción más conocida de la ciudad: el osario Sedlec: una cripta en el que no sólo se han acumulado los restos de decenas de miles de personas pero, en lugar de amontonarlos sin más, alguien decidió colocarlos en una curiosa exhibición, creando lámparas, elementos decorativos, columnas cuasi salomónicas… El espectáculo es tan fascinante como grotesco.

Fiestas balnearias y columnas de la peste

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Disfraces en una fiesta en Lytomisl | C.Jordá

La siguiente etapa fue Litomysl, otra localidad pequeña y llena de encanto que estaba en plena celebración de la fiesta de la llegada de la temporada balnearia. El hecho de que el pueblo no tenga balnearios nos da una idea muy buena del espíritu festivo de los locales, que realmente se lo pasaban en grande: puestos de comida, música en directo, bailes, desfiles, muchísimos disfraces y hasta serpientes pitón vimos.

Además, Litomysl tiene una atracción que lo hace interesante incluso aunque no haya fiestas: el impresionante castillo renacentista de los Pernštejn, una de las principales familias de Moravia. Se trata de un edificio espectacular, de una arquitectura bellísima y ricamente decorado, que como muchas de las cosas que encontramos durante nuestra ruta es Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO.

En su interior, un delicioso teatro neoclásico que la familia propietaria usaba para montar representaciones particulares es la guinda de un lugar del que salimos sabiendo que es realmente especial.

De Litomysl la ruta nos llevó hasta Olomouc, una de las grandes sorpresas del viaje y uno de sus puntos culminantes. Se trata de una ciudad todavía pequeña, unos 100.000 habitantes, que combina un centro histórico precioso de aire medieval y renacentista con una activa vida universitaria.

Su plaza central –llamada Plaza Superior a pesar de que está por debajo de la Plaza Inferior – guarda dos monumentos importantes: el primero el ayuntamiento, que está en el centro de la explanada, algo que no se ve demasiado y resulta visualmente muy llamativo. Es un edificio en el que se mezclan elementos góticos, renacentistas e incluso de la época comunista, mucho más bonito de lo que podríamos pensar con esa mezcla de estilos.

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La columna de la Santísima Trinidad y el Ayuntamiento de Olomouc. | C.Jordá

Pero la gran joya es la Columna de la Santísima Trinidad, una de las columnas de la peste que se construían para conmemorar el final de una epidemia en algunas zonas de Europa. Pero esta no es una más: con sus 35 metros de altura supera a las de las cercanas Praga y Viena y, más allá de la altura, es de una belleza que impresiona.

Los lugareños dicen de ella que es como el famoso Puente Carlos de la capital, pero hacia arriba, y no les falta razón: en ese formato vertical y con una gracia sorprendente se encuentra uno de los conjuntos de escultura barroca más importantes ya no de Chequia sino de buena parte del continente, así que no es de extrañar que también sea Patrimonio de la Humanidad.

Hay más que ver en Olomouc –por ejemplo otra fantasía barroca como la iglesia de San Miguel– pero sobre todo hay mucho que pasear: es una ciudad deliciosa para perderse en sus calles en cuesta y sus plazas o, por supuesto, para sentarse en una terraza y disfrutar de la estupenda cerveza checa.

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La iglesia de San Miguel | C.Jordá

De palacios y jardines

La preciosa ruta trazada con Turismo de Chequia incluyó también un par de conjuntos palaciegos, el primero de los cuales estaba en Kroměříž, otra pequeña localidad que también puede presumir de estar inscrita en la lista del Patrimonio de la Humanidad.

Lo es por su monumental Palacio del Arzobispo, que además tiene una importante colección de pinturas, y por los dos jardines que lo acompañan: uno enorme en esa delicada imitación de la naturaleza que es el estilo inglés, descaradamente romántico y de una belleza exuberante. El segundo más pequeño, pero también sorprendente y quizá más único: no sólo fue esencial para introducir en el resto de Europa los jardines italianos de estilo barroco sino que es uno de los mejor conservados.

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Uno de los jardines de Kroměříž | C.Jordá

En uno de sus extremos una galería con arcos y estatua ofrece una perspectiva inmejorable de los cuidados parterres y de la rotonda octogonal que es como el centro alrededor del cual gravita todo el resto del jardín.

La curiosa mezcla que es Brno

Despreciada como una ciudad industrial hasta hace no mucho, en los últimos años Brno se ha cuidado y se ha puesto guapa, y el resultado ha sido sorprendente: la segunda mayor urbe de Chequia es más que interesante, tiene una preciosa colección de arquitectura de distintas épocas, cosas que ver y mucho encanto.

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La Catedral de Brno | C.Jordá

En el mismo centro el castillo es una visita imprescindible, por sí mismo y por las increíbles vistas que desde allí se tienen sobre la ciudad y, muy especialmente, sobre la catedral, que se levanta en una colina cercana y es una curiosa mezcla de gótico y barroco.

Bajo el parque en el que está el castillo se encuentra uno de los lugares históricos más curiosos de la ciudad, aunque se trate de una historia no tan lejana: el bunker en el que los 200 personajes más notables del régimen comunista en la zona debían refugiarse en caso de ataque nuclear.

Lo llamaban el Z-10 y está prácticamente como debió pasarse décadas: preparado para ser usado en cualquier momento, así que visitarlo tiene algo de viaje a un pasado distópico, pero es realmente interesante.

También bajo tierra está otro de los lugares más recomendables de la ciudad, el osario de la Iglesia de Santiago, que presume de ser el segundo mayor de Europa. Descubierto en 2001 los restos no están acumulados de una forma decorativa y extravagante como en Kutna Hora, pero la visita resulta probablemente más impresionante, como si al quitar todo aquel artificio se sintiese más cercana la presencia de la muerte.

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Osario de la Iglesia de Santiago, en Brno | C.Jordá

Por último, Brno es también conocida por sus edificios de arquitectura funcionalista, el más famoso de ellos –también Patrimonio de la Humanidad– es la bellísima Villa Tugendhat, del gran Mies van der Rohe, un edificio maravilloso, construido en 1930 y que todavía es moderno, en el mejor sentido del término.

Sorpresa gótica en Lednice

A sólo 45 minutos de Brno está Lednice, otro complejo palaciego que todavía llama más la atención, pese a estar o precisamente por estar, un tanto fuera de sitio: ¿qué hace en medio de Chequia un palacio neogótico inglés que parece sacado de la campiña o de un relato de Agatha Christie?

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Palacio neogótico de Lednice | C.Jordá

Pero más allá de la sorpresa, lo que nos deja boquiabiertos es la belleza del palacio, enorme, y la riqueza que desprende su interior, cuidado y conservado como si una familia de lores siguiera viviendo allí.

Y quizá aún más hermoso es el exterior: el inmenso parque –prácticamente el doble que el Retiro de Madrid para que se hagan ustedes una idea– que no sólo es grande sino bellísimo. Es también, como uno de los de Kroměříž, de estilo inglés –lógico después de ver el palacio– con grandes praderas, zonas boscosas, un río y un gran lago artificial rodeado de románticos edificios y ruinas, tan falsos como exquisitos: un acueducto romano, un pabellón chino o un minarete turco de 60 metros desde el que se tiene una vista absolutamente maravillosa de todo el conjunto.

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El parque de Lednice, desde lo alto del minarete | C.Jordá

Mikulov, una dulce despedida

El último lugar por el que pasamos fue Mikulov, un pueblo pequeño –apenas 7.000 habitantes – que tiene un precioso casco antiguo, un castillo espectacular y sorpresas como una bellísima sinagoga perfectamente conservada y un cementerio judío que no vamos a decir que rivalice con el de Praga, pero que desde luego puede mirarlo a la cara sin ningún desdoro.

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El cementerio judío de Mikulov | C.Jordá

Con su pequeñez, su encanto y sus muchos monumentos, se podría decir que es un ejemplo perfecto de lo que es la República Checa: un país no muy grande, lleno de tesoros, de sorpresas, perfecto para recorrerlo, y disfrutarlo, tranquilamente en coche.

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