El otoño es una época del año en la que los precios de los viajes son más bajos que en el verano, el clima puede todavía ser muy agradable y, además, en muchos lugares el paisaje vive su mejor momento con los colores de las hojas virando al ocre, el rojo o el amarillo.
Los expertos de Travelzoo, líder en ofertas de viajes, han seleccionado cinco destinos en los que disfrutar durante este otoño, en cinco puntos diferentes del mundo y que pueden adaptarse a los gustos y las exigencias de prácticamente cualquier cliente.
Japón y sus jardines
El primero de ellos es Japón, que además se ha convertido en una opción muy interesante desde el punto de vista del precio gracias a la depreciación del yen. Y si el país del sol naciente es un destino espectacular en cualquier momento del año, todavía lo es más en otoño, sobre todo gracias al koyo, la palabra japonesa que denomina la paleta de infinitos ocres, naranjas y rojos que tiñe casi cada rincón del país durante esta estación.
Un lugar perfecto para contemplarlos es la ciudad de Okayama, los inmensos jardines Korakuen, con sus casas de té, lagos, cascadas veredas y masas de alces, cedros y cerezos, es un festival para los sentidos; y en Tokio, los jardines Rikugien, cuyos orígenes se remontan al periodo Edo, y los jardines de Ninomaru, anexos al Palacio Imperial, encapsulan la espectacular y relajante belleza del otoño japonés.
El hayedo de Montejo
Ubicado en el corazón de la bellísima Sierra del Rincón, en el noroeste de la Comunidad de Madrid, el Hayedo de Montejo es una dehesa de hayas, robles, albares y rebollos más meridionales de Europa, por lo que fue declarado por la UNESCO Patrimonio Natural.
Para no romper su delicado equilibrio natural solo es posible visitarlo con una reserva previa. Por supuesto, es en otoño cuando el hayedo de Montejo alcanza su mayor belleza, con las hojas de sus centenares de hayas cubriendo como una alfombra todo el territorio protegido.
Hay varias rutas habilitadas cuyos itinerarios cambian según el momento del año. La más exigente –solo accesible para veinte personas– es la de la Ladera, también conocida como la del Mirador; y la más sencilla -y muy completa, pues muestra la mayoría de los ambientes del hayedo- es la Senda del Río, que corre paralela al curso del río Jarama y que es accesible para personas en sillas de ruedas y para carritos de bebé.
La Selva Negra de Alemania
El sistema montañoso de media altura más grande de Alemania está en el estado de Baden-Württemberg y sus bosques son tan frondosos que, desde lejos, parecen de color negro. Esa es la razón del nombre de la mítica Selva Negra, un auténtico escenario de cuento de hadas declarado Parque Nacional y Reserva de la Biosfera, y que se extiende por más de 10.000 hectáreas que encierran todo un tesoro de biodiversidad: una gran variedad de parajes –bosques, ríos y lagos, desfiladeros, cascadas, praderas…–, que en otoño explota de color y en los que habitan especies tan llamativas como el halcón peregrino, el ave más veloz del mundo, o el búho pigmeo euroasiático, el más pequeño de Europa.
Y además, aquel que necesite recuperar fuerzas tras hacer una ruta repleta de la magia del otoño puede visitar la famosa cervecería Rothaus y tomar una cerveza Tannenzäpfle, producida allí y que es una de las más famosas de Alemania.
Condado de Perthshire, en Escocia
A una hora y media en coche desde Edimburgo, Perthshire presume con razón de ser el condado escocés donde mejor luce el otoño, y eso, allí, es mucho lucir. Tal vez el clima pueda ser exigente, pero eso hace aún más auténtico el disfrute de parajes naturales bellísimos como el lago Tummel, donde está el mirador Queens View, uno de los más famosos de Escocia, y que regala una espectacular panorámica del otoño escocés, con la increíble vista hacia la cumbre del monte Schiehallion.
Sin embargo, quizá la verdadera joya otoñal de Perthshire es el seto Meikleour Beech Hedge, en Blairgowrie, formado por docenas de hayas y que, con sus 530 metros de longitud y 30 de altura, es el más alto y largo del mundo. Todo un espectáculo.
Vermont, puro sabor a Estados Unidos
En la esquina más septentrional de la Costa Este de los Estados Unidos, el coqueto y poco conocido estado de Vermont tiene su momento álgido durante el otoño, cuando los miles de kilómetros cuadrados de bosques se convierten, durante unas semanas, en una bóveda carmesí.
La mejor y más cinematográfica manera de disfrutar de este espectáculo de la Naturaleza es en coche: hay 10 carreteras panorámicas, con una longitud desde 28 hasta 700 kilómetros, que son perfectas para ello. Estas rutas –la más famosa de las cuales es la Scenic Route 100– cruzan tupidos bosques de hayas, alces y robles, tienen numerosas áreas de descanso que sirven como punto de partida de rutas senderistas y pasan por pueblos tradicionales, puentes cubiertos de madera o antiguas fábricas de madera reconvertidas en centros culturales y comerciales… Puro sabor americano.