Iberia ha lanzado cuatro nuevas líneas para este invierno con vuelos directos desde Madrid y, además, a precios muy competitivos. Se trata de destinos que tienen un encanto especial durante la temporada invernal con nieve, mercadillos navideños, auroras boreales e incluso con la posibilidad de visitar la casa de Papá Noel: Innsbruck y Salzburgo en Austria, Tromso en Noruega y Rovaniemi en Laponia.
En el caso de las ciudades austriacas habrá dos frecuencias semanales en miércoles y sábados para Salzburgo y miércoles y domingos a Innsbruck, con precios desde unos muy tentadores 79 euros por trayecto. Las rutas se mantendrán hasta finales de marzo. La ruta a Tromso, por su parte, operará todos los jueves y domingos hasta el dos de marzo y los billetes se pueden comprar por sólo 139 euros por trayecto.
Finalmente, en el caso de Rovaniemi Iberia retoma una línea que tuvo un gran éxito en la pasada temporada invernal y en esta ocasión lo hace con hasta cuatro frecuencias semanales los miércoles, jueves, sábados y domingos. El precio será también de 139 euros por trayecto y estará operativa hasta el uno de marzo.
En total, se han puesto a la venta casi 50.000 asientos para el conjunto de las cuatro rutas.
Nieve e historia en Innsbruck
La capital del Tirol es un destino muy completo, especialmente durante la temporada invernal. Es, por supuesto un viaje de ensueño para los amantes de la nieve, pero además tiene un casco antiguo espectacular y cuenta con alguno de los mercados navideños más interesantes de Europa.
En cuanto a lo primero, Innsbruck está enclavada en plenos Alpes y en sus cercanías tiene hasta doce estaciones de esquí en las que se pueden practicar numerosos deportes de invierno en más de 300 kilómetros de pistas.
Pero, además, es perfecta para aquellos que quieran disfrutar de una preciosa ciudad con un patrimonio excepcional y todo el interés arquitectónico y artístico. Probablemente su monumento más conocido, y uno de los más visitados de toda Austria, es el impresionante Palacio Imperial, construido en el siglo XV pero totalmente reformado en el XVIII y, posteriormente, renovado en parte de nuevo para que lo usase la famosísima emperatriz Sisi.
Otro símbolo Innsbruck es sin duda el Tejadillo de Oro, un peculiar monumento que mandó construir el emperador Maximiliano I y que con sus 2.657 tejas de cobre dorado y su rica decoración de frescos y relieves es una de las obras de arte más conocidas de todo el país.
Además, el propio centro histórico es un auténtico paseo del arte y se pueden visitar atracciones como uno de los museos más antiguos del mundo; otro punto de interés son los sorprendentes Mundos de Cristal Swarovski, que están a sólo 20 kilómetros; o el zoológico temático situado a más altura de Europa, en el que se pueden contemplar hasta 2.000 especies de animales propias de los Alpes.
Y, por supuesto, durante esta época están también los mercadillos navideños en los que disfrutar del ambiente tan especial propio de estas fechas. Los hay hasta en seis zonas de la ciudad entre las que cabe destacar la calle Maria-Theresien-Strasse, con sus conocidas tiendas y una iluminación muy especial de estilo moderno; o en la plaza Marktplatz, cerca del río Inn, se convierte en un gran mercadillo navideño con un ambiente típicamente tirolés y muchas actividades para niños.
Cultura, música y patrimonio en Salzburgo
Pocas ciudades tienen un patrimonio histórico y cultural tan rico como Salzburgo, que no en vano está en la lista de la UNESCO como Patrimonio Mundial desde 1997. Buena parte de esa riqueza se explica porque desde la Edad Media hasta el siglo XIX fue un punto de encuentro entre la Europa del norte y la del sur, entre las culturas germana y mediterránea. De hecho, debe a arquitectos italianos buena parte de su esplendor barroco.
Fue tal la cantidad y la belleza de los edificios de este estilo que se construyeron en Salzburgo que se le dio el sobrenombre de "la Roma del norte", muy apropiado además porque la ciudad de los Papas había sido la inspiración de los príncipes arzobispos salzburgueses que impulsaron esa ola de construcción que creó buena parte de los monumentos más destacados de hoy en día.
Entre ellos están la Catedral, la Iglesia de la Santísima Trinidad, la Residencia de los arzobispos, hoy convertida en museo, las abadías Franciscana y de San Pedro, el Palacio y los jardines de Mirabell o el Palacio de Hellbrunn con sus famosas fuentes. Además, no puede dejar de visitarse también la Fortaleza de Hohensalzburg, considerada la más grande y mejor conservada de Europa.
Y, por supuesto, está también el legado del hijo más ilustre de la ciudad: Wolfgang Amadeus Mozart, de cuya vida quedan numerosos recuerdos como la casa en la que nació en la Getreidegasse o la que fue su residencia en la Makartplatz, ambas convertidas hoy en sendos museos.
A finales de enero, además, se celebra la Semana Mozart con una treintena de conciertos de orquestas, orquestas de cámara y solistas entre los mejores del todo el mundo a la hora de interpretar las obras del genio salzburgués.
Pero no todo es arte y cultura en: también se trata de un destino perfecto para los amantes del deporte blanco, hay en sus cercanías lugares tan idílicos como la bellísima Hallstatt y también puede ser una base ideal para visitar los Alpes Bávaros, al otro lado de la frontera con Alemania.
Tromso, la capital del ártico
En el norte de noruega, nada más y nada menos que a 350 kilómetros al norte del Círculo Polar Ártico, el sol prácticamente desaparece de Tromso entre los meses de noviembre y febrero, unas noches polares que son un fenómeno llamativo que disfrutar durante un invierno que, obviamente es frío, pero no tanto como podría esperarse de un lugar en su latitud, ya que las temperaturas se atemperan un poco por la corriente del Atlántico norte.
Sin embargo, lo más espectacular y buscado por los turistas son las auroras boreales, ya que la ciudad está considerada uno de los mejores destinos del mundo para contemplarlas. El punto de llegada del teleférico Fjellheisen, que se eleva unos cientos de metros sobre la ciudad, es uno de los lugares perfectos para ver la auroras, además de tener también la mejor vista de la ciudad.
Además de eso, el invierno en Tromso ofrece multitud de actividades y experiencias que sólo son posibles durante esta estación: viajar a través de la nieve con trineos tirados por perros o por renos, avistar ballenas y, por supuesto, el esquí en muchas modalidades.
Pero no todo son actividades o el contacto con la naturaleza: Tromso es también un lugar perfecto para conocer la cultura de los samis, con muchas tradiciones, una música muy especial y un estilo muy original de diseño y de ropa. El seis de febrero es además el día nacional sami y a su alrededor se celebran una serie de fiestas y actos entre los que está una carrera de renos en la calle principal de la ciudad. También se puede conocer la cultura y la comida de los samis desde dentro: visitando una lavvo, la vivienda tradicional de estilo tienda.
Otro punto imprescindible del viaje es la impresionante Catedral del Ártico, una impresionante iglesia construida en la segunda mitad del siglo XX, inconfundiblemente moderna pero muy inspirada en las iglesias tradicionales de Noruega.
También se pueden visitar dos lugares muy interesantes relacionados con la naturaleza y las exploraciones del Ártico. La primera es Polaria, un espacio para dar a conocer las investigaciones científicas que se realizan en el norte del planeta y que, además, tiene un pequeño acuario que, precisamente, se va ver ampliado a principios de 2025.
La segunda es el Museo Polar, en el que se narra la historia de las expediciones, de caza primero científicas después, que en muchas ocasiones partían hacia el norte desde Tromso. El museo está a su vez en un edificio histórico, las antiguas aduanas de la ciudad, en el que encontramos una exposición permanente sobre las exploraciones históricas y también otras temporales sobre las que se siguen llevando a cabo hoy en día.
Rovaniemi: Laponia y Papá Noel
Enclavada al norte de Finlandia, cerca ya del Círculo Polar Ártico, Rovaniemi es considerada la capital de Laponia y es una ciudad rebosante de vida y con una naturaleza completamente excepcional a su alrededor.
Es un lugar de visita casi obligada a la hora de conocer el Círculo Polar Ártico pero actualmente es famosa, sobre todo, porque es la residencia "oficial" de Papá Noel, que vive en su propio poblado a las afueras de la ciudad y al que, por cierto, se puede visitar más allá de la época navideña.
Se trata de una ciudad moderna, ya que fue destruida en su mayor parte durante la II Guerra Mundial, pero eso ha servido para contar con varios edificios del famoso arquitecto finlandés Alvar Aalto. Una modernidad que va más allá de la arquitectura ya que se trata de una ciudad vibrante, con cafés, pubs, restaurantes y una importante oferta cultural.
En Rovaniemi se encuentra Arktikum, un museo acristalado y abovedado, y centro de ciencias donde se investigan la región del Ártico y la historia de la Laponia finlandesa. Otro museo con un carácter muy científico es el Science Centre Pilke exhibe exposiciones interactivas relacionadas con los bosques nórdicos.
Por supuesto es también un lugar ideal para ver auroras boreales, se pueden observar en alguna de las salidas nocturnas que se organizan para ello o también en alojamientos tan peculiares como cabañas con techo de cristal en mitad de la naturaleza.
Y, como no podía ser de otra forma, hay un montón de actividades con las que es posible disfrutar de esa impresionante naturaleza ártica: excursiones en moto de nieve o trineos, que pueden ser tirados por renos o por huskies; senderismo con raquetas de nieve; escalada en el hielo; correr en karts por pistas heladas; o, una costumbre muy finlandesa, bañarse en aguas heladas para acto seguido entrar en una reconfortante sauna.