Sí, realmente vale la pena viajar a Fátima aunque no seas un peregrino
Si de algo puedo presumir sobre este pequeño rincón de Libertad Digital en el que les cuento mis viajes no es de que los artículos estén muy bien escritos –que, modestamente, lo están– o de que las fotos sean razonablemente buenas, que yo creo que suelen serlo. Pero lo más importante no son esos detalles no menores: lo fundamental es que siempre soy muy sincero con ustedes: cuando les digo que algo me gusta es porque realmente me gusta y se lo recomiendo como se lo recomendaría a un amigo.
Hecha esta salvedad y para seguir manteniendo ese nivel elevado de honestidad tengo que hacer una confesión: no me apetecía nada conocer Fátima y, si accedí a un viaje de prensa que pasaba por el santuario, fue poque la ruta también incluía Oporto y me moría de ganas de volver a esa ciudad, a la que no había ido en década y media.
Pero hete aquí que, como tantas veces en la vida, me llevé una sorpresa, sólo que en este caso agradable, que es menos habitual que de las otras. Resulta que Fátima es un lugar mucho más fascinante de lo que pensé y, además, cuenta con un entorno natural y monumental fantástico. En suma, merece una visita incluso aunque uno no esté interesado en la faceta religiosa que, obviamente, es la que lleva a millones de personas al año a ese pequeño pueblo en mitad de un gran pinar.
El Santuario
Empezaremos por lo más importante, lo que ha colocado a Fátima en el mapa en todo el mundo: el Santuario. Se encuentra en una explanada gigantesca y un tanto desangelada, con una basílica más antigua –pero tampoco mucho: es de mediados del siglo pasado– en la parte baja y otra más moderna –inaugurada en 2007– en la alta. Entre ambas, una serie de pequeños monumentos como, lo esencial que da sentido a lo demás, una capilla, cubierta por un gran porche también de arquitectura más o menos contemporánea, en el lugar exacto en el que se produjeron las apariciones.
Ninguno de estos edificios es especialmente hermoso o interesante desde el punto de vista arquitectónico, ni siquiera la basílica nueva que con sus 9.000 asientos es bastante impresionante pero no me parece una de esas obras de la arquitectura moderna que suelen ser muy de mi gusto..
Se preguntarán ustedes: ¿entonces dónde está el interés en visitar este santuario si no es por razones religiosas? Y mi respuesta es: en la gente. Miles de personas de todo el mundo visitan cada día ese lugar convencidos de estar ante un momento transcendental de sus vidas y esa emoción, vivida de mil formas diferentes, resulta completamente fascinante y, con todo el respeto, un paraíso para aquellos de ustedes aficionados a la fotografía.
Además, la naturaleza
Pero como les decía al principio, el hecho religioso no es lo único interesante de Fátima: la ciudad se encuentra junto al parque natural de Serras de Aire e Cadeeriros que es un hermoso espacio natural de un aire muy mediterráneo y con un gran poljé que, según nos contaron, se inunda periódicamente.
Subiendo a las montañas hay vistas muy bellas y algunos pueblos hermosos. Especialmente recomendable por lo peculiar es Pia do Urso, una pequeña y encantadora aldea recuperada en la que se ha trazado lo que llaman un "parque sensorial", que es un bonito recorrido que encantará a los niños.
Otro lugar imprescindible de la zona son las espectaculares Grutas de Mira de Aire, una cueva impresionante y perfectamente preparada para la visita. Durante unos tres cuartos de hora avanzaos bajo tierra entre enormes cavidades, estalagmitas, estalactitas, corrientes de agua, pozos...
Es posible que ustedes piensen –yo mismo lo hago según tenga el día de antipático– que todas las cuevas visitables son un poco lo mismo, pero les digo de verdad que no se arrepentirán de visitar estas, que además tienen un exterior sesentero que seguro que también les llama la atención.
Monasterio de Batalha
Lo cierto es que en esta zona de Portugal hay bastantes cosas más que ver y, de hecho, algún día de esos les contaré un ruta que he hecho este verano, pero mientras tanto no me resisto a completar esta visita a Fátima con otro lugar histórico e impresionante: a menos de media hora del santuario está el Monasterio de Batalha, construido desde finales del siglo XIV para conmemorar una victoria portuguesa sobre Castilla.
De unas dimensiones imponentes y un gótico bellísimo –muy puro en la enorme iglesia, más del típico estilo manuelino en otras dependencias como el espectacular claustro– el monasterio es sencillamente espectacular, una joya que sin duda les acercará a esa época gloriosa que Portugal también tuvo, en la que fue capaz de crear, como hacíamos nosotros al otro lado de la frontera, auténticas maravillas.
Un lugar en el que quedarse
Literalmente junto a una de las dos grandes basílicas y a un paso del gran complejo del santuario, el Mercure Fátima es sin duda la opción perfecta para pasar unos días en la ciudad, conocer el Santuario y visitar esos alrededores tan interesantes de los que les hablo.
Inaugurado hace un par de años, se trata de un cuatro estrellas de habitaciones muy amplias y acogedoras, confortables y cálidamente decoradas con abundante madera y mucho buen gusto.
Cuenta con un personal extraordinariamente atento y detallista, cafetería y un restaurante en el que podrá disfrutar de la buena cocina portuguesa en un ambiente tranquilo y agradable. En suma, una opción sin posibilidad de error.