Algunas voces advirtieron, tras las vacaciones de verano, que el presidente del Gobierno había ganado algo de peso y tenía mejor cara. En otras palabras: se le veía más repuesto, tras un arranque en el cargo de muchos disgustos. Pero, de nuevo, se le ven claros síntomas de agotamiento.
La llegada del otoño está siendo muy intensa para Mariano Rajoy. Además de la preparación de los Presupuestos Generales del Estado o de las negociaciones a fin de dilucidar si pedir o no un rescate, el presidente se está enfrentando a una apretada agenda internacional. Así, durante prácticamente toda esta semana, ha estado en Nueva York, llegando a primera hora del jueves a Madrid. Casi sin dormir, presidió la reunión del Consejo de Ministros que dio luz verde a las cuentas públicas.
Según un testigo en esa reunión, el jefe del Ejecutivo tenía unas prominentes ojeras tras un viaje tan largo. A ello se suma su delgadez, de la que se hacen eco cada vez más personas. El viernes 21, en Roma, nuestro compañero Pablo Montesinos ya escribía que veía al presidente "visiblemente cansado tras una semana intensa".
Antes del verano, incluso se llegó a comentar que Rajoy ya no duerme bien, consecuencia de la situación económica. Pero, según su propio testimonio, aún sigue haciendo deporte matutino cada vez que puede para mantener la cabeza fría.