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Carta de amor

Querida palabra amor

Hoy te "desescribo" en menos de ochocientos lexemas sobre un papel ajeno porque  no puedo hacerlo, ni con 800 balas, sobre el  cuerpo entero.

Hoy me abato sobre cada una de las ochocientas ráfagas de mi anatomía suicida; hoy empiezo ocho centenares de veces el fin y el comienzo en otro vivir.

Una tarde paupérrima, al albur de un desierto de Almería, mordí el polvo en el "saloon" del zaguán de un pueblo árido, en el corredor de entrada  a un casino de bailarinas, donde lucías en pololos y enaguas a lo cabaretera vespertina, acodada en el quicio de la malvasía, moradora de estación en estación hasta ningún tranvía: "Bebe conmigo un trago a dos, dancemos  en arrebato, bailando con lobos... Bebe conmigo la espuela a dos, subamos a lo más alto sin remisión, espolearé tus sombras alrededor de mí, y de ti, en derredor. Bebe el trago más largo en el día más amargo, en el trópico del amar, en el verbo  de las palabras más duras, con la tersura por toda veta, sin veto en el empiece de la palabra amargura, con sola mi figura".

Cimbreante, atrayente, despampanante, desafiante, edulcorante, frustrante, dulcificante... Sólo me quedó amarte. Al olerte, sentirte, percatarte, admirarte... No más me restó sumarte. Alarmante, envolvente, asfixiante, atorante, en tridente, de atrás hacia adelante, penetrante, aquiescente, centelleante, vibrante, omnisciente, maleante, aniquilante, extenuante, cortante (...) malearte, aquilarte, aclimatarme, aniquilarte, extenuarte, maniatarte, aferrarte... Sólo me faltó adorarte. Complacerte, malversarte, malperderte... Sin quererte, amarte, juez y parte, permisiva, evasiva, en mi última misiva: "Querida amante... Sin remitente, sólo me resta odiarte".

Me diste hielo y hiel y lo malo y lo peor... Y él, quién era él, sino tú, palabra amor. Ésta no será mi última bala de una epístola sin tilde, que sin ser arma es pistola en canana en ristre, encañonada hasta otra muerte, sin más amanecer que el del candor por todo revólver; sin más ambición que la de volver a volver, te espeto 800 balas sin esgrimir siquiera un Colt; sólo quiero odiarte, te doy mi palabra, amor.

En Chic

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