Y ya no te volví a ver más, tan sólo en mis sueños y en mi pensamiento... Sé que me ves, que me escuchas, y aunque yo no puedo verte sabes que te siento dentro. Por eso tantas veces, y hoy como ninguna, quisiera decirte algo que arrancara de tus labios esa mágica sonrisa que dibujaba en mis labios el reflejo de tu risa. Quisiera andar en el tiempo hacia atrás para encontrarte, vivir de nuevo contigo momentos que son recuerdo. Fue tanto en tan poco tiempo...
Miro a veces las estrellas para recordar tus ojos, y ¿Sabes? Me dicen que estás muy lejos, donde no puedo alcanzarte. Pero me dicen también que a veces las miras tú, que al mirarte sienten celos de ver como yo las miro esperando encontrar en ellas la luz que les da tus ojos.
En las olas del mar he visto las formas de tu figura y en el brillo del sol tu pelo acariciando las olas. Envuelto en tu pelo claro nadé entre las olas limpias que me abrazaban en cada impulso de mis brazos a los tuyos: Me acogió el agua en su seno, el sol me cegó un instante...
¡Ha pasado tanto tiempo!
¿Cómo podría romper barreras que no se ven? ¿cómo podría mirar tus ojos una vez más?
Tan sólo tengo el recuerdo de tu sonrisa etérea, de tu mirada dulce, de tus palabras frescas. Juego con ellas en soledad y atraigo hacia mí tus manos cuando mis brazos te alcanzan en la distancia insalvable del recuerdo y la memoria. Mi alma te acaricia pues no te alcanzan mis manos, te hablan mis pensamientos pues mis palabras no llegan, te miro con las estrellas porque no te ven mis ojos. Te recuerdo porque te quiero.
Antonio Miguel