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Katy Mikhailova

La mujer más macho, el hombre más hembra

David Delfín queda primero, pero por la cola.

David Delfín queda primero, pero por la cola.
David Delfín, lo peor de la MBFW

Hace algo menos de una semana que ha finalizado la Fashion Week Madrid, la Cibeles de toda la vida. Y, como ya es tradición en Libertad Digital, viene mi columna de ‘Lo mejor y lo peor’. Así, David Delfín queda primero, pero por la cola. En esta colección se vuelve a dar un innovador intercambio de sexos: la mujer se confunde con un hombre, y el hombre se confunde con una mujer. Vamos, para ir acordes con el titular: la mujer, más macho y el hombre, más hembra. De hecho, como ya es costumbre en el modisto, Bimba Bosé, quien está superando el haber perdido el juicio contra los Domínguez, ha desfilado vestida con ropajes más propios de hombre que de mujer.

Estamos ante un caso de confusión de los roles sociales y sexuales. Hablamos de motivar, por ejemplo, la androginia de las mujeres, que, en algunos casos, desemboca en la extrema delgadez. A lo que hay que sumarle que los más jóvenes empiezan a perder su identidad sexual.

Sin duda, y no tengo nada personal en contra del diseñador mencionado, ha vuelto a ser lo peor de Cibeles. Los mejores serían, por el siguiente orden: Andrés Sardá, Roberto Verino, Miguel Palacio, Leyre Valiente, Francis Montesinos y María Lafuente. El primero, el catalán, hizo una demostración abierta manifestando que ‘la arruga es bella’ –aunque no olvidemos que el eslogan es de Adolfo Domínguez- al cerrar su desfile con la que fue Miss España en 1965, Alicia Borrás. Vestidos bordados en sedas con un toque romántico y femenino fueron los protagonistas del desfile de Sardá.

El desfile de David Delfín

Verino, por su parte, ha continuado con su costumbre de mostrar la belleza y fuerza latina, aunque algunas prendas estuvieran abiertamente inspiradas en el estilo texano. Colores tierra, rojos, morados han prevalecido en esta colección del gallego para el próximo verano. Miguel Palacio, quien se reestrena en solitario tras haberse "independizado" amistosamente de la compañía Hoss Intropia, ha vuelto a dar una lección de clase, elegancia, sofisticación y funcionalidad a los asistentes de IFEMA para que se entienda de una vez por todas que ‘la moda debe ponerse’.

Leyre Valiente ha vuelto a innovar plasmando las nuevas tecnologías en la ropa, al presentar vestidos que simulaban los microchips con telas y algunas prendas que recordaban al interior de un reloj. Llamada ‘Olympia’, la colección de la joven que abandona ‘Cibeles Ego’ para estrenarse en el calendario oficial, también ha presentado volantes que nos recuerdan que España sigue presente –aunque por alguna extraña razón, cada edición hay algún diseñador que escoge Asia como fuente de inspiración-.

Francis Montesinos, a pesar de no estar pasando por su mejor momento por el presunto abuso de menores, no ha enterrado su arte. El levantino ha vuelto a sembrar sus prendas de flores y alegría, creando un auténtico show de la sobria pasarela de IFEMA que tan poco se decora durante otros desfiles. Casual o causalmente han desfilado varios niños y adolescentes con las prendas de Montesinos.

Y María Lafuente, en Conde Duque, ha levantado al público de sus asientos con su colección ‘Phi’ inspirada en el Código de Fibonacci, en donde la naturaleza y los colores nude vuelven a ser los protagonistas, estando además confeccionadas las prendas con materiales orgánicos.

Delfín no es único en llevarse el trofeo de ‘lo más desafortunado’ de Cibeles –por suavizarlo un poco-. Maya Hansen, la reina de los corsés, no ha estado inspirada con eso de "ponerle" unas extrañas máscaras en los rostros a las modelos. Claro que el vestido-jaula de novia de la joven diseñadora Beatriz Peñalver es para encerrar a la que se vaya a casar con tal prenda. Mejor sería que esta diseñadora de Cibeles Ego se dedique a hacer toreritas blancas con cristales que vende a 800 euros.

Y retomamos el mismo problema de siempre: nos olvidamos de que, después de la Fashion Week Madrid, hay que vender. Y si algo está empezando a hacer bien Miguel Palacio es que todas las prendas que hemos visto en su desfile pasarán en menos de un mes a su tienda -y no dentro de casi un año, si es que se tiene un espacio de venta físico-. Vender es la clave. En la moda, con llamar la atención no es suficiente. Como diría Verino: trabajar, trabajar y trabajar –yendo en la línea de Luis Aragonés-. Yo diría: vender, vender y vender. Eso sí, sin comernos los valores por el camino. La naturaleza es sabia, y aunque escojamos otra alternativa sexual, seámosle fiel a la estética tan bella que Dios nos ha regalado para vestirla con nuestra gracia divina.

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