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Las visitas al Pazo de Meirás siguen controladas por la Fundación Francisco Franco

Fue la residencia veraniega del anterior Jefe del Estado. 

Fue la residencia veraniega del anterior Jefe del Estado. 
El Pazo de Meirás | Efe

Puede que este verano ni Carmen Franco Polo ni su hija María del Carmen vayan a disfrutar unos días de descanso al Pazo de Meirás, como venían haciéndolo tradicionalmente. Y también porque las circunstancias así lo requerían. Y es que esta residencia situada en el término municipal de dicho pueblo coruñés había sido, a la muerte del dictador declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por la Xunta de Galicia. Lo que permitía cuatro veces al mes a los ciudadanos que lo solicitaran visitar el suntuoso edificio. En el caso de que la familia Franco, propietaria del Pazo de Meirás, llevara tiempo sin habitarlo, podría ser expropiado mediante vía judicial. Caso que por el momento no parece probable. De serlo posible, los dueños tendrían que ser convenientemente indemnizados. Si estos días la Duquesa de Franco y su hija María del Carmen no fueran a Meirás, pensamos que lo harían en otra próxima ocasión, para evitar la repercusión que tendría su visita ahora, cuando en un pleno del Ayuntamiento del lugar se ha establecido la revisión de las condiciones acerca de las visitas particulares al Pazo. Porque quien las controla es la Fundación Francisco Franco, a la que acusan de hacer apología del anterior Jefe del Estado, el Generalísimo, como era su tratamiento hasta su muerte en 1975. Lo que quieren en el municipio es que sean ellos los que se ocupen de autorizar esas visitas y no la mencionada Fundación. El Presidente de la Xunta de Galicia no se ha opuesto a ese deseo.

Las divergencias acerca de la apertura del Pazo a quien quisiera contemplarlo vienen desde lejos. Al menos treinta años de alegaciones y escritos de los diferentes munícipes de Meirás. Una vez que consiguieron que fuera declarado Bien de Interés Cultural, tras la tan traída y llevada ley de Memoria Histórica se encuentran ahora en ese punto muerto acerca de quién debe autorizar o no las pertinentes visitas. Lo que sí quedó claro es que una parte del edificio no podía ser nunca visitada por nadie que no fueran sus propietarios; es decir, unas dependencias particulares, de las que únicamente podían disfrutar los descendientes de Francisco Franco. Desde su fallecimiento, prácticamente la Señora de Meirás, su hija y todos los nietos volvieron al palacete en el que durante treinta y ocho años veraneó el anterior Jefe del Estado y su familia. Y donde el entonces Príncipe de España, don Juan Carlos de Borbón y su esposa, doña Sofía, dispusieron siempre de una habitación especial de invitados.

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El Pazo de Meirás fue dos veces escenario de un par de bodas. La primera cuando contrajeron matrimonio Merry Martínez-Bordiú Franco, nieta del Caudillo, con Jimmy Giménez.Arnau. Y la segunda, precisamente el día del enlace de la hija de éstos Leticia, en agosto de 2008. Hubo un diario de izquierdas, ya desaparecido, Público, que llegó a titular: "Una boda contra un pueblo". Hace unos años parte del edificio resultó incendiado. Para la opinión pública quedó como un incidente fortuito. Según Jimmy, que investigó el caso, no fue tal, sino intencionado. Pero para sus propietarios convino mejor que quienes oficialmente buscaron las causas del siniestro, quedara declarado como consecuencia del mal estado de las instalaciones. De ese modo podrían cobrar del seguro.

La historia del Pazo de Meirás relacionada con Franco hay que situarla en el año 1938, uno antes de que terminara la guerra civil. Un grupo de relevantes gallegos, encabezados por don Pedro Barrié de la Maza, importante empresario que entre otras propiedades era dueño de la empresa Fenosa (nombre con el que luego fue premiado con el condado de tal título, decisión del propio Franco) activó la adquisición del Pazo de Meirás que, un siglo atrás, era la mansión habitada por la escritora y aristócrata doña Emilia Pardo Bazán, por cierto pariente lejana por vía materna de Francisco Franco. Eran herederas del Pazo la hija de la condesa y su nuera, al haber fallecido el primogénito de la novelista, Jaime Quiroga y Pardo Bazán, asesinado en una checa madrileña. El precio estipulado para la compra fue el de 450.000 pesetas, cifra elevada desde luego para la época, aunque posiblemente inferior a lo que podría valer tan singular residencia. Quienes habían planeado que el Pazo de Meirás fuera un regalo del pueblo gallego a su paisano más ilustre, nacido en El Ferrol, quisieron que apareciera ante los españoles como una donación popular. Y con esa referencia lo obsequiaron al Jefe del Estado. La fórmula para que participaran con su óbolo los ciudadanos gallegos fue ésta: todos los funcionarios municipales deberían cooperar con una peseta de su sueldo mensual a lo largo de un año. El resto de participación ciudadana quedaba al albedrío de quien quisiera donar cualquier cantidad. Se admitían también objetos o propiedades que pudieran ser objeto de venta para cooperar en aquella compra. Si bien nos parece que obligar a los funcionarios a detraer de su salario una peseta podía constituir una coacción, quienes colaboraron con su donativo lo hicieron por voluntad propia; porque así podía beneficiarles, acaso para que no hubiera duda de que eran adictos a Franco. La verdad es que la mayor parte de aquellas 450.000 pesetas corrió a cargo del mencionado Barrié de la Maza y otros empresarios gallegos.

No puede plantearse a estas alturas que el Pazo de Meirás sea propiedad del pueblo de Meirás, pues sería negar el derecho a la propiedad privada, que corresponde en este caso a la familia Franco. Otra cosa es que se siga discutiendo si obligaron a aquellos funcionarios a pagar aquella peseta de su sueldo, lo que transcurridos tantos años ya resulta anacrónico y demagógico, dígase lo que se quiera. Ciertamente, en aras de una mejor convivencia, de que de una vez por todas vayan desapareciendo querellas del pasado para vivir en paz sin estar constantemente recurriendo a la guerra civil y sus consecuencias, lo mejor sería que esos cuatro días de visitas al mes no supusieran afrenta alguna para nadie. Hay cosas más importantes que resolver en estos momentos y no precisamente estas cuitas.

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