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Katy Mikhailova

Vestir con dignidad

Lo que es inadmisible es pagar cientos de euros por las zapatillas de deporte de Gucci sucias: sí, esas que sacaron.

Lo que es inadmisible es pagar cientos de euros por las zapatillas de deporte de Gucci sucias: sí, esas que sacaron.
Gucci | gtres

Supongo que todos ustedes habrán leído en decenas de publicaciones en redes eso de que tenemos 365 días (ya 359) para 365 oportunidades de crear y hacer cosas nuevas. Desde mi columna tradicional de los sábados propongo enfocarlo a los modos y las modas, para vestir con más dignidad.

Haciendo un repaso de la enajenación del ser humano, cuyo resultado no se refleja sino inmediatamente en la estética, no puedo evitar dejar claro que lo de los vaqueros rotos -ya algo demodé- no es de lo más desafortunado de los últimos 3 años. Quizá una rotura simbólica en las rodillas pasa, pero lo de llevar trozos de tejanos arrancados y carcomidos, sólo se aceptaría si debajo de los jeans se llevan medias; pues, de ser lo contrario, luego uno se sorprende de los resfriados y demás problemas de salud. Recuerden, chicas -y algún que otro metrosexual- que de llevar vaqueros rotos han de ir depiladas, al menos en esa zonas que el pantalón deja ver.

Lo que es inadmisible es pagar cientos de euros por las zapatillas de deporte de Gucci sucias: sí, esas que sacaron. Los 400 euros por los vaqueros con barro; los 300 por el clip de Loewe, sólo para sujetar papeles -aunque, por ese precio, se podría intentar "sujetar la moral". Las toallas-sujetador para los pechos que sudan en verano, es un artilugio totalmente innecesario. Los renos navideños para decorar los pezones tampoco es lo más apropiado. Ni los jerseys carcomidos por ratones, aunque el lujo ponga de moda el feísmo. Tampoco el bolso de Vuitton con el macroagujero forma parte de la dignidad de la estética: es un complemento poco práctico, además de nada bonito.

Pasear por las alfombras rojas, ante cientos de cámaras, en albornoz -aunque sea ‘made in Spain’ a lo Palomo- no es digno de ser aplaudido; mujeres normales embutidas en medias XXL, además de inverosímil, no mola; los ‘gorros pussy’ anti Trump, no, ya no; y la purpurina vaginal es antihigiénico.

Todas estas chorradas, modas polémicas de las que he escrito en este espacio en 2017, no son más que un reflejo de la idiotización de las personas que pueblan Occidente en su más preciada decadencia. Se supone que la moda cumple la función de transmitir la parte bella de la vida, pero algunos se empecinan en ensuciarlo. Piensen dos veces antes de salir de casa porque llevan lo que llevan.

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