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Katy Mikhailova

Maestros de la locura

Parecía que Maestros de la Costura iba a ser más de lo mismo, pero finalmente ha resultado que pide toda la atención del espectador.

Parecía que Maestros de la Costura iba a ser más de lo mismo, pero finalmente ha resultado que pide toda la atención del espectador.
Maestros de la costura | RTVE

Es la primera vez en mucho tiempo que veo un talent show o reality show, y confieso y escribo mi admiración hacia los concursantes. Seamos sinceros -quizá me equivoque-: es más fácil hacer una tortilla de patatas -o un ‘león come gamba’- que imitar un abrigo de Pertegaz confeccionándolo desde cero.

No sé, quizá será que cocinar, lo que se dice cocinar de verdad, todos cocinamos. Por esas cosas de la supervivencia y tal… y que comer mal tiene unas consecuencias más relevantes en nuestra vida. Mientras que con la moda, preferimos comprar la ropa ya preparada.

Dicho esto: es más fácil batir un huevo y prepararse un revuelto con chistorra que coser una americana utilizando trozos de telas. Sí. Así es. Y lo afirma un ser tan digitalizado que no sabe coserse un botón ni preparar un huevo frito sin que las cáscaras del huevo caigan con el resto. Ahora bien: cocinar cocino. A mi manera y para no morirme de hambre, que al final de esto va la cosa, de sobrevivir sin caer en pijadas de platos cuadrados y mezclar dulce con salado creando auténticas aberraciones gastronómicas.

Para qué les voy a mentir… ya que estamos de confesiones un sábado más. No me gusta cocinar pero sí la cocina. No me gusta confeccionar pero sí la moda. Dejando claro estos puntos, hasta la fecha no he sido capaz de ver más de 15 minutos de Masterchef -ni el junior ni el de los famosos ni el normal-. No. ¡Dios me libre! No por el programa, que es maravilloso y francamente está realizado muy bien, sino porque no me ha terminado de seducir la temática. Es complicado de explicar… no sé si a ustedes les pasa lo mismo. A mí personalmente no me llena ver un programa de cocina -¡y nunca mejor dicho!-.

Sorprendentemente creía que Maestros de la Costura iba a ser más de lo mismo en mi caso. Y sin embargo ocurrió la magia. Lo que empezó siendo un programa de fondo mientras trabajaba con el ordenador en mi sofá, terminó exigiéndome silenciosamente mi atención plena.

Este lunes vimos la segunda entrega. Me encanta apreciar cómo un programa de moda -que a priori podría percibirse como un programa elitista, snob e imposible de entender por ese léxico tan raro que tenemos- está consiguiendo conectar con todo tipo de públicos, amantes o no de la costura.

El programa en cuestión está aportando a la sociedad española una formación cultural en materia de moda alucinante. Muchos jóvenes van a conocer la historia de la moda y los no tan jóvenes aprender tecnicismos de este sector.

La moda lleva un tiempo de moda, pero no el proceso de la creación. Creo que más de uno, después de este programa, se atreverá con su propio diseño. Así que desde aquí felicito una vez más a la productora y a RTVE por seguir apoyando la cultura, con tanto gusto y estilo, como siempre lo han estado haciendo.

Locura es lo que hace falta para crear y combatir el mundo en que vivimos a través de la aspiración a la excelencia. A proyectar sin ruido nuestro interior a través de la materia convertida en ropa. Locura para entender que, como decía Friedrich Nietzsche, hace falta tener caos dentro de sí para sacar a la luz esa estrella danzarina que llevamos dentro. Maestros de locura, de paz incomprendida, de arte que lucha por deshacerse de la etiqueta de frivolidad. Maestros de la vida.

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