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Katy Mikhailova

Perdón si soy rico

Perdónenlos si son guapos. Si son inteligentes. Y, sobre todo, si son ricos. La riqueza apesta en las mentes más acomplejadas e incómodas.

Perdónenlos si son guapos. Si son inteligentes. Y, sobre todo, si son ricos. La riqueza apesta en las mentes más acomplejadas e incómodas.
Risto Mejide y Carmen Lomana | Mediaset

Evaristo cada sábado por las mañanas acude al 'super' de la esquina de su barrio humilde de Barcelona a hacer la ‘compra’ de la semana. Entre otros muchos productos, compra huevos. Muchos huevos. Huevos y huevas, para que la carga pública no sea un cargo público.

Docenas de huevos y huevas. Tantos, que en materia de huevos y huevas no escasea: a Evaristo -Risto para los amigos- le sobran huevos y de ahí le salen muchas cosas. Como apoyar a indepes, o la tortilla francesa, la catalana -que es como la francesa, pero más amarilla y con gambas en forza de lacitos-, huevos duros e incluso ‘revueltos’.

Por tanto, conoce muy muy muy bien cuánto cuesta una docena de huevos -algo que los "ricos" no saben, como Carmen Lomana-. Él es pobre. Tan pobre, que de lunes a viernes trabaja de sol a sol para sacar adelante a su familia; y, en sus ratos libres, descansa en su chester personal mientras disfruta del Barsa o de cantantes y cantantas, o entrevistas 'amiguis'.

Perdónenlos, por favor, si son guapos. Si son inteligentes. Y, sobre todo, si son ricos. La riqueza apesta, silenciosamente en el interior de las mentes más acomplejadas e incómodas.

"Perdón si soy rica" es lo que algunos esperarían que mi amiga Carmen Lomana pidiera el domingo. Pero el dinero no crece en los árboles. Y hay que mantenerlo. Trabajar, como hace ella.

Sí. Yo también vi el pasado domingo el Chester de Risto sólo por Carmen -en verdad, los debates de Supervivientes tienen más de realidad que algunas de las entrevistas del comunicador, que saltan del ‘peloteo’ disimulado al ataque más crudo y polémico-. Bueno. Risto es así: o le odias o le amas; o ambas cosas, como a mí me pasa. Pues eso, como Carvajal, que un día hace un partido bueno, y al siguiente ni se le ve. Mis sentimientos hacia Risto son similares a este práctico ejemplo tan de actualidad.

La entrevista me estaba gustando mucho, hasta que empezaba a desviarse hacia el discurso más progre que mejor encaja en ciertas cadenas. "Tienes dinero y alardeas de ello", una de las tesis que espetaba el publicista casi en un tono de reproche. Carmen no dudaba en explicarle que el consumir ayuda a sostener la economía. A lo que Risto enseguida le contestaba "es el argumento de todos los que sois ricos". Después pasaba a preguntarle a Carmen si conocía el precio de una docena de huevos.

Carmen permanecía todo el programa con una elegancia, naturalidad y saber estar insuperable. Incluso ante una mujer anónima, disfrazada no sé sabe muy bien de qué, que increpaba a una Lomana -serena y educada- empleando un discurso muy facilón como el aludir a los ‘más desfavorecidos’. Abrí Twitter. Para mi sorpresa, me encontraba con que la mayoría de los tuits defendían a la empresaria y colaboradora de televisión.

Analizo con mucha lástima lo poco que hemos avanzado en esta materia. Cuando la envidia supera la inteligencia emocional, y se mezcla con la ira, los complejos y el vacío anímico, suceden fenómenos muy decepcionantes. Me alegra al menos apreciar que la industria de la moda y del lujo sigue activa -y no precisamente sólo por los ricos, la clase media consume la que más-. Debería haber más Lomanas en el mundo. Créanme. En cuestiones de valores, buen gusto y bondad, pocos la superan.

En Chic

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