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Katy Mikhailova

Herpes style

"De poco han servido los lemas 'póntelo, pónselo' o todas esas clases de educación sexual".

"De poco han servido los lemas 'póntelo, pónselo' o todas esas clases de educación sexual".
La última edición del festival deja datos alarmantes | Alamy

El festival de moda se ha llenado de herpes. Creo que no hay frase más contundente para arrancar mi columna de los sábados. De pronto, Coachella deja de ser todo flores y norias, bailes y fotos, celebrities y artistas, para convertirse en una concentración de libertinaje desenfrenado insensato. Corren buenos tiempos para el libertinaje desenfrenado; pero la ausencia del uso de preservativos (ahora que los habían sacado con sabor a pepino, aguacate y apio, vamos detox) invita a alarmarse. Podríamos pasar del hippy chic o el boho style (flores, faldas con vuelo, trenzas en el pelo, pañuelos hawaianos…) al herpes style o el estilo de la insensatez que "enguarra" uno de los festivales más cotizados: un punto de encuentro en el que nadie sabe porqué hay que estar, pero si te ausentas no eres nadie.

De poco han servido los lemas "póntelo, pónselo" o todas esas clases de educación sexual (ahora, con Podemos, más conocidas como "chochocharlas").

Y es que este tipo de tendencias se conocen gracias a las tecnologías y a la existencia de una app llamada HerpAlert, que tiene por objetivo conectar al usuario (que cree que podría haber contraído alguna enfermedad de transmisión sexual) con un médico especialista. Resulta que durante la semana del macrofestival, por el que se dejó caer Rosalía como artista invitada, la aplicación registró más de 1.000 consultas, diagnosticando 250 casos por día, según The New York Post y otros medios.

Noticias como estas, a la par de preocupantes, le quitan todo el glamour al festival al aire libre que recibe miles y miles de influencers de todo el mundo. Fíjense lo importante que es estar durante la última semana de abril en Indio (California), que hasta una famosa cantante, con 3,8 millones de seguidores en Instagram, Gabbie Hanna, ha engañado a medio mundo haciéndoles creer que estaba en Coachella. Y esta semana, la noticia se ha destapado. Era un montaje. Pero un montaje moralista. Gabbie, a la que no conocía hasta esta semana, pretendía dar una lección de cuán vacío estaba el mundo de la moda y con qué facilidad podemos manipular a los "fans". Es muy gracioso que se burle de la industria así, estando ella dentro del mundillo. Es como tirarse piedras contra su propio tejado. Es como si ahora Pedro Sánchez saliera con lo de "un voto, una persona". Pero, vamos, supongo que el juego es ser noticia y original.

Lo de los herpes me sigue preocupando. Me invita a reflexionar qué se está haciendo mal para que, aún con toda la información de la que disponemos, se sigan obviando las enfermedades de transmisión sexual. Esto evidencia que el libertinaje irracional sigue gobernando la fiesta. Y recuerda que todavía hay países en los que el aborto está legalizado. Que la espiritualidad que transita este tipo de encuentros está años luz de tomar sentido y que el vacío emocional coincide con este tipo de prácticas desafortunadas e inconscientes.

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