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Katy Mikhailova

Del tra-tra al fack-fack y otras cegueras

Rosalía, tan moderna para unas cosas (como insultar a miles de españoles) y tan "naftalina" para otras.

Rosalía, tan moderna para unas cosas (como insultar a miles de españoles) y tan "naftalina" para otras.
Rosalía | Gtres

Rosalía piensa que hacer flamenco es cantar cosas como las de "llevo a Camarón en la guantera". De hecho hay quien cree (todavía) que Rosalía hace flamenco: lo que ejecuta en realidad (y no hay que sacarse la carrera de música para comprenderlo) es una especie de reguetón comercial con palabrejas y una estética más propia del folclore español. Algo así como medias de rejillas con camisas ‘lolailo’ de lunares.

Es una tremenda pena la degradación moral que está viviendo esta señora, tan moderna para unas cosas (como insultar a miles de españoles) y tan "naftalina" como para llevar abrigos de pieles de animales con esa ostentación tan poco ‘trendy’ (lo siento, cada día me gustan menos las pieles; y menos aún alardear de llevar unas). ¿Cuál será la próxima idiotez con la que nos va a salir la cantanta?

Pero mientras a unas se les va la fama de las manos (y de las uñas sobre todo: lo que tiene que costar y doler, carajo), a otros se les va la cabeza y con ello las gafas. Y eso parece estar ocurriendo, con menos humor desde luego, en Japón. Al parecer, hay una presunta prohibición para las empleadas de Japón a que lleven gafas al trabajo porque parecen así "frías". Y aunque desde las compañías aéreas, por ejemplo, la justificación es que se debe a un tema de seguridad, el pragmatismo vital se podría hacer la pregunta de qué hacemos con algo tan básico como la miopía. Y mientras se prohíben gafas, se obliga al uso del maquillaje y los tacones en Japón (hace unos meses, el ministerio de Sanidad del país asiático, Takumi Nemoto, aseguraba que "los tacones son necesarios y apropiados" para ir a trabajar); en Occidente estamos viviendo la degradación contraria. Lo de "menos es más" ha sido una mentira en la que hemos creído. Ahora es "más es más" y cuanto más vulgar más creíble.

Si se pararan a analizar mi evolución con Rosalía a través de estas columnas se darían cuenta de que he pasado de cantar sus canciones (y aplaudirles), a empezar a horrorizarme. Hoy, sencillamente, siento pena. Pena por la falta de memoria que tiene. Pena por la falta de respeto que siente por España. Rosalía ha perdido totalmente la cordura: creía que sólo en lo estético, pero esta semana concluyo que en lo ético también (¡apuesto lo que sea a que ni ha votado por correo!). A mí no se me ocurriría, teniendo 6 millones de seguidores en Instagram y siendo ‘marca España’, decir ‘mamadas Unidas Podemos’ (como sí ha hecho ella con Vox, ofendiendo e insultando a todos los españoles que han votado al partido liderado por Santi). Que ya puestos a cagarse, que se cague en español o en catalán, y no en inglés, que para algo ha nacido diciendo tra-tra antes que fack-fack.

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