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Katy Mikhailova

Supermercados Navarrete o la compra con Terelu

Eduardo es un vivo ejemplo de personalidad arrolladora, trabajador insaciable, empresario por condena, artista por estética y caos por defecto.

Eduardo es un vivo ejemplo de personalidad arrolladora, trabajador insaciable, empresario por condena, artista por estética y caos por defecto.
Terelu Campos y Eduardo Navarrete | Gtres

Navarrete vuelve a hacer historia. Se salta los calendarios de moda oficiales impuestos y se come con patatas (o frutas) cualquier podium de Ifema, escenario de discoteca majestuosa o pasillo barroco de algún edificio protegido, para aterrizar en el Mercado de San Antón con "Supemercados Navarrete". Obvia el concepto 90-60-90, y en vez de modelos enfadadas y andróginas de la agencia de turno, los elige a ellos: rostros conocidos, cuya "belleza" no se adhiere a una talla ni a un canon.

Dado que Eduardo Navarrete ha sido la gran sensación de Masterchef, sus modelos fueron sus compañeros. Terelu, Miki Nadal, Verónica Forqué, Vanesa Romero… fueron sus contrincantes durante el docureality y ahora sus embajadores.

Moda? ¿Quién dijo moda? Delantales que emulan las clásicas bolsas de El Corte Inglés, vestidos que dan ganas de morder como si de una Lays se tratara… y cosas de este tipo. Porque Eduardo no entierra su estilo y es fiel a sus orígenes: ¿recuerdan a aquel niño políticamente incorrecto, de melena rubia y larga, con más picante que almíbar, que contestaba a Lorenzo Caprile o discutía con Mónica Cruz en la primera edición de Maestros de la Costura?

Eduardo es un vivo ejemplo de personalidad arrolladora, trabajador insaciable, empresario por condena, artista por estética, ética no adscrita a ningún dogma, espontaneidad como virtud y caos por defecto. Es el anti-diseñador alejado de la soberbia y los aires de grandeza de una presunta alta costura que impregna decenas de titulares de revistas elitistas que promocionan vestidos de miles de euros sólo para que la lectora de turno compre el perfume. Aquí no somos aspiracionales. Aquí somos reales, y queremos realidad palpable, ponible; queremos reír, bailar, cantar, llorar. Y la moda debe ser el arte por la vida y no el arte por el arte. Sacar un desfile a un supermercado es otra vuelta de olla del creador levantino cuya edad no alcanza los 30.

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