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Katy Mikhailova

Metaverso, una Crypto Fashion Week y otras realidades

Las marcas se lanzan al metaverso cada vez más de lleno, y presentan sus campañas y desfiles inteligencia artificial mediante y criptomonedas como esencia.

Las marcas se lanzan al metaverso cada vez más de lleno, y presentan sus campañas y desfiles inteligencia artificial mediante y criptomonedas como esencia.
Crypto Fashion Weel | Instagram

Cansados de las modelos y del alto coste que supone lanzar campañas con personas de carne y hueso (coste en personal, espacio y otros), agotados de salir a comprar ropa aguantando colas o pagar por un paquete de Amazon que entre la compra y la adquisición pasan algunos días… cansados, en suma, de la vida misma, las marcas se lanzan al metaverso cada vez más de lleno, y presentan sus campañas y desfiles inteligencia artificial mediante y criptomonedas como esencia. La Crypto Fashion Week es sin duda un precedente; aun con las criptomonedas por el suelo (a causa de la Guerra de Ucrania) y el botox por las nubes (porque yo no sé ya bien cuánta toxina botulínica piensa inyectarse más Vladimir, pues cada día le vemos más hinchado). Y es que a nuestros avatares, también hay que vestirlos, con o sin botox, porque los avatares ni engordan ni envejecen.

Sorprende la existencia de la Crypto Fashion Week, impulsada por blockchain, que busca la unión y reunión digital de diseñadores, artistas y amantes de la criptografía, para tener una semana llena de moda y cultura absolutamente virtual y artificial diría yo. Nacía en febrero de 2021, siguiendo el estilo de la Met Gala de Nueva York, y la próxima tendrá lugar en marzo.

A caballo entre la inteligencia artificial y la realidad aumentada, ya el año pasado el lujo con marcas como Louis Vuitton o Gucci optaban por el metaverso o los ‘token NFT’ (esto último es un universo paralelo entenderlo y explicarlo; búsquenlo en Google y lean con calma y cerveza). También el año pasado Zara o Ralph Lauren presentaban sus colecciones de moda optando por Zepeto, una aplicación con más de 2 millones de seguidores, que diseña avatares al gusto del usuario. Lo curioso de todo ello fueron los precios: las prendas de Ralph Lauren no superaban los 2,80 dólares (¡claro! son para vestir avatares por lo que no hay nada más sostenible, y no se gasta dinero ni en tejidos, fábricas, lavados, packagings, transportes, y menos aún en costureras -o

Las criptomonedas no son eliminadas de la ecuación y Adidas se sumaba a los ‘token NFT’, mediante intercambio con Coinbase, una plataforma para las criptomonedas.

Y eso no es todo: también las disputas por la propiedad intelectual tiene su protagonismo en el asunto, porque una cosa es materializar imitaciones de Hermès y otras es dibujarlas virtualmente para que muñecos digitales los porten. Esto último no sabe a delito. Esos NFTs han parido también los MetaBirkins, con 100 bolsos digitales (¡colección limitada! ¡toma ya!) del artista Mason Rothschild. Diseños casi idénticos al mítico Birkin de Hermès, razón de demanda por parte de la maison francesa hacia el creador (o plagiador, más bien).

La cofundadora de DRESSX, la plataforma líder de venta de moda digital, Daría Shapolavova, analiza que este sector de ropa virtual podría llegar a alcanzar más de 27.000 millones de euros, tal como recoge un estudio de McKinsey, El estado de la moda en 2022. ¿El target? Millennials y generación Zeta. Y para 2030, analistas de Morgan Stanley aseguran que este subsector podría estar generando 50.000 millones de dólares, pasando las ventas virtuales a copar un 10% del total de las ventas de moda. ¿Llegaremos tan lejos, o más bien: caeremos tan bajo.

Ya no hablamos de los filtros de Instagram: la crítica esta semana la lidera la cantante Beatriz Luengo, haciendo hincapié en que no es que embellezcan a uno los filtros, sino que le transforman directamente (tema del que llevo ya dos años reflexionando).

Estamos ante un claro fenómeno de anestesia intelectual en donde ya no sólo vivimos y sentimos a través de una pantalla, sino que nos transformamos y nos metemos en ella. Actuamos mediante personajes ficticios inventados. A Carromero, Putin y Casero (preciosa rima me ha salido, por cierto) no les vendría nada mal convertirse en metapolíticos, uno por tiempo libre, otro por peligroso y el tercero por imbécil. Y por supuesto, al avatar de Casero le pondríamos a regimen, pues no estoy segura de que la metamoda también cuente con tallas XXL (y eso sí, el dedito tranquilo).

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