
Les escribo desde una de las habitaciones de Guadalpin Suites de Marbella, la que fue la cuna de la Operación Malaya y el nido de amor para Isabel Pantoja y Julián Muñoz. Es el hotel en el que, cortesía de los novios, han decidido alojarnos. Y sí, tengo otra boda. El año pasado 7, y este tengo 4 más. Mientras haya bodas seguirá habiendo sueños.
La boda que tendré esta tarde del sábado va a suceder en una playa y hay un dress-code con una paleta de colores que parte del camel más claro, pasando por distintos tonos de rosa pastel y turquesa pastel, y poco más. Muy apastelado, también para ellos. Es playa, hace calor (aunque no demasiado) y comprendo el protocolo de tonos claros y lino para ellos. Porque lo que es un despropósito es hacer una boda en agosto y exigir ir de esmoqui o corbata.
Imaginamos que en la boda de Tamara Falcó habrá un protocolo que dictará qué vestir, cómo obrar y demás. Pero por el bien de sus invitados, me adelantaría proponiéndoles a los caballeros un vestuario más ligero, contra todo pronóstico, como su enlace (o más bien, a favor del pronóstico del tiempo).
Cuando mezclamos amor con contrato, boda con negocio, ilusión por difusión empiezan los problemas. Incumplir el contrato por una de las dos partes no es nada nuevo en el sector de la moda. El último caso ha sido el año pasado. Kendall Jenner se enfrentaba a Liu Jo por un "incumplimiento contractual" pero a la inversa (y sin boda de por medio, lo que es menos doloroso). La marca italiana demandaba a la modelo por 1,5 millones de euros por haberse negado a realizar una sesión de fotos que por contrato debía haber sucedido, aun con pandemia de por medio, que fue el alegato que utilizó la hermana de las Kardashian -la de excusas que ha nutrido el Covid. Pero, claro, ella es modelo y era un trabajo.
El de Tamara podría ser un caso más de cómo lo de las bodas se nos está yendo de las manos. Nos casamos con la misma rapidez que con la que nos divorciamos. Los sacramentos religiosos han mutado a fiestas laicas, y cada vez se celebran más encuentros absurdos como el ‘baby shower’ para desvelar el sexo del bebé.
Nunca conoceremos los verdaderos motivos por los que desde Sophie et Voilà se ha decidido frenar la confección del vestido soñado por la marquesa de Griñón. No al menos al por menudo. Pero, desde luego, de lo que estamos seguros es que la publicidad y el impacto en la prensa está siendo mayor hoy que de haber aparecido Tamara en la portada de ¡HOLA! con el vestido de la firma bilbaína, previo secuestro de móviles de invitados.
Ya el anillo tuvo una segunda versión… Quedan dos meses para un nuevo vestido y quién sabe si para una nueva boda.