
Cuando una persona va a subir a un avión después de haber pasado todos los controles de seguridad, las primeras personas que le reciben son las azafatas, quienes reciben a los pasajeros con una sonrisa y un saludo cordial. Pero para mucha gente pasa inadvertido este amable gesto que, más que una simple muestra de cortesía, cumple una función esencial en la seguridad y el bienestar de todos los pasajeros a bordo. Entonces, ¿Qué hay detrás de lo que aparenta ser un simple acto de educación?
Es evidente que las azafatas, o auxiliares de vuelo, juegan un papel crucial al recibir a los pasajeros al subir y bajar de un avión, el motivo es que aprovechan este momento para realizar una evaluación rápida de los pasajeros. ¿Por qué? Al embarcar, las azafatas están en la puerta del avión para dar la bienvenida y asegurarse de que el proceso de abordaje sea eficiente y seguro. Pero no es solo eso sino que este saludo inicial permite a las azafatas evaluar rápidamente a los pasajeros y observar cualquier comportamiento inusual que pueda indicar un potencial problema de seguridad.
También están atentas a identificar a aquellos que puedan necesitar asistencia especial, como personas con discapacidades, ancianos, o familias con niños pequeños e identifican aquellas personas que, en caso de emergencia, parece que podrían ayudar. No hay que olvidar tampoco que las azafatas están entrenadas para manejar diferente situaciones de emergencias, desde complicaciones médicas hasta la evacuación del avión. Y, por ello, su capacidad de actuar con rapidez depende en gran medida de su capacidad de identificar a posibles colaboradores entre los pasajeros.
Otro aspecto fundamental es la comprobación del número de pasajeros y la distribución de los asientos. Las azafatas se aseguran de que todos los pasajeros tomen sus asientos correctos y guarden su equipaje de manera adecuada, lo cual es crucial para mantener el equilibrio del avión y garantizar una evacuación rápida y segura en caso de emergencia. Durante este proceso, también verifican el cumplimiento de las normas de seguridad, como el uso de cinturones de seguridad y el almacenamiento correcto de objetos personales. Además, con el saludo, las azafatas también buscan detectar posibles casos de tráfico de personas, algo que suele ocurrir con bastante frecuencia.
Por todo ello, este procedimiento subraya la complejidad y la seriedad de las responsabilidades que asumen los tripulantes de cabina cada vez que se preparan para un vuelo. No solo están allí para asegurar la comodidad de los pasajeros, sino que también juegan un papel crucial en la seguridad y control de emergencias a bordo. Además, al final del vuelo, las azafatas continúan desempeñando un papel vital al despedir a los pasajeros. El motivo es que su presencia asegura un desembarque ordenado, ayudando a prevenir aglomeraciones y posibles accidentes. Además, las azafatas están disponibles para asistir a cualquier pasajero que necesite ayuda adicional, ya sea para recoger pertenencias o para encontrar conexiones de vuelo.
Los tipos de pasajeros que vigila el personal de vuelo
No hace falta ser un genio para imaginarse qué tipo de personas pretenden evitar los auxiliares de vuelos en cabina. En concreto hay uno a evitar: el borracho. Es evidente que si alguien parece estar borracho, no se le quiere en el avión ya que el potencial para que dé problemas es demasiado grande. Por otro lado, en caso de que haya que evacuar el avión, el objetivo es hacerlo en 90 segundos, y nadie quiere arriesgar innecesariamente su vida porque una persona borracha o drogada no colabore.
Otro caso en el que la azafata debe estar atenta es si hay alguna persona con alguna minusvalía, problemas de movilidad o comunicativos. Esta debe identificar a estos pasajeros para no colocarlos en los pasillos de evacuación y dificultar un hipotético desalojo en caso de emergencia. Por eso el personal debe tener a la vista a estos pasajeros por si ocurre algo grave, ya que estos necesitarían ayuda de otra persona. Por otro lado, también hay que destacar que el personal puede negar la subida a un pasajero que no tenga una buena condición de salud para evitar la propagación de enfermedades víricas.